Por... íNGELA MARULANDA
Lo único que sabemos a ciencia cierta sobre la vida es que se acaba... y más rápido de lo que pensamos. Por eso debemos cerciorarnos que en nuestro paso por el mundo estamos sembrando lo que queremos cosechar. Así, lo que debemos preguntarnos es... ¿quíé estamos cultivando en nuestro hogar?
Les estamos dando a los hijos una buena educación, ¿pero estamos seguros de darles una buena formación? Les estamos enseñando buenos modales ¿pero tambiíén inculcando sólidos principios morales?
Creo que nuestro mayor error hoy es que les damos a los hijos mucho de lo que quieren pero poco de lo que necesitan. Como llenamos sus habitaciones de aparatos y juguetes, ninguno quiere conversar, ni colaborar o compartir con la familia. Y por eso, ahora muchos hogares parecen realmente hoteles, a donde cada uno tiene sus propias cosas, a donde todos entran, reniegan, gritan, exigen... y se encierra en “su espacioâ€. A donde cada cual está en lo suyo pero nadie está con el otro ni sabe quíé le pasa, quíé siente o quíé le falta al otro. Pero todos viven reclamando derechos... que me den, que me lleven, que me sirvan, que me dejen en paz, pero poco saben de deberes.
Como resultado, las nuevas generaciones saben exigir mucho y agradecer poco... porque al complacerlos tanto los convencimos que al mundo vinieron a tener y no a contribuir. Son los primeros que crecieron en familias donde tienen muchos más privilegios que obligaciones. Y poca presencia de papá y mamá porque ambos tenemos que trabajar mucho para pagar todo y no tenemos tiempo ni fuerzas para estar con los hijos.
Lo triste es que en un mundo en el que todos piden, piden y piden... siempre hay escasez y, por ende, inconformidad y malestar. Y por eso no me sorprende que cada vez haya más niños inconformes, más adolescentes deprimidos, más hogares desintegrados y más problemas familiares y sociales.
Como el hogar es el huerto adonde se siembra la vida, se cultiva el corazón y se cosecha el amor, es allí a donde se cultiva la bondad en los hijos y se fomenta el altruismo que los anima a contribuir y no solo a demandar... lo que no necesitan ni se merecen.
