Barajas es un constante goteo. Los inversores institucionales con dinero fresco y los principales bancos de negocios del sector financiero han convertido España en su plaza de operaciones de referencia. Huelen a oportunidad. Cada semana, un grupo reducido de estos operadores del mercado visita a las referencias empresariales del país, entre los que están los cuatro grandes de la banca nacional -Santander, BBVA, La Caixa y Bankia- y un selectivo ramillete de empresas del Ibex 35, donde suelen estar de manera recurrente Telefónica, Iberdrola o Acciona. Al mismo tiempo, si surge la oportunidad, procuran reunirse tambiíén con dirigentes políticos y responsables de las entidades reguladoras para presentar sus credenciales y tomar el pulso sociopolítico del país.
La delicada situación del Reino de España, con la prima de riesgo en continuo ascenso por encima ya de los 600 puntos básicos y con los bonos de deuda a diez años por encima del 7% de interíés, ha colocado a las finanzas del país a punto de quedar fuera de los mercados financieros. Con la única opción de acudir al resto de socios europeos, auxilio que puede complicarse ante la advertencia de Moodys a la todopoderosa Alemania de revisar la solvencia de su deuda, la economía española está condenada a agarrarse al dinero de los inversores privados más oportunistas, popularmente conocidos como fondos buitre, los mismos que están sentados sobre cuentas de liquidez para las que buscan retornos para el capital o para la deuda superiores al 30%.
Ante ese escenario a corto plazo, el ir y venir de inversores interesados en pescar en este río de oportunidades es continuo. El más destacado de todos los prebostes del mundo financiero internacional que ha pisado suelo español en las últimas semanas ha sido el todopoderoso consejero delegado de Goldman Sachs, el mismísimo Lloyd Blankfein, que apenas estuvo 24 horas en la capital para despachar con Emilio Botín y Cíésar Alierta, algunos de los top ten más destacados del empresariado patrio con los que se suele ver. Y es que ahora, tanto Telefónica como Banco Santander, al igual que la gran mayoría de cotizadas, son protagonistas tambiíén por los procesos de desinversión (Atento) o captación de capital (Míéxico) que están llevando a cabo a la carrera.
El proceso de desapalancamiento de la economía española, tanto el sector privado como el público, ha llamado la atención de los inversores de medio mundo. Una parte (Apollo, Cerberus, Lone Star…) lleva años sobrevolando España a la espera de una gran operación que no ha llegado. La otra mitad acaba de decidirse y de la mano de varios bancos de negocios como Merrill Lynch, Barclays o Nomura ha visitado durante las últimas semanas a las grandes referencias empresariales del país. En algunas de esas visitas, en las que ha participado uno de los hijos de George Soros (Quantum), los inversores oportunistas han tratado sin íéxito de verse con representantes del Gobierno, como el ministro de Economía, Luis de Guindos, para compartir sus impresiones sobre el futuro del país.
En posición de salida
Aunque tienen el dinero, los otrora llamados vulture funds hacen cola en Nueva York o Londres para salir hacia España hasta que encuentran a ejecutivos nacionales o con conocimiento y experiencia del mercado local para disponerse a probar suerte en el primer mercado distressed del momento. Acaba de ocurrir con Massimo Carocci, exresponsable de Gestión de Carteras y Mercado de Capitales de la antigua Caja Madrid, que acaba de salir de Bankia para comprometerse con un fondo de la Gran Manzana al que representará en nuestro país. El dinero de los fondos huele la oportunidad, convencidos de que la entrada de capital habilitada por Bruselas para sanear el sistema financiero español será el pistoletazo de salida para toda una batería de desinversiones a precios de saldo.
El momentum es claro. Algunos brokers nacionales van tomando ya posiciones para satisfacer esa demanda creciente en el mercado inversor internacional. Es el caso de Javier Botín, por ejemplo, que a travíés de su firma de intermediación JB Capital Markets está a punto de cerrar un acuerdo con el proyecto reciíén creado por Antonio Carballo, quien fuera antiguo socio de Vesta Asset Management, responsable de las inversiones oportunistas del fondo nórdico Varde. Juntos pretenden crear una plataforma para comprar y gestionar activos (carteras de críédito o adjudicados) en los que inviertan algunos de los muchos inversores internacionales (Amber Capital, Edoma Partners, Moore Capital…) con los que trabaja habitualmente JB Capital, a los que ha traído de road show este año.
Esa labor de asesoría, pero como intermediario desde el lado de la deuda, es la que tambiíén ofrece la firma estadounidense StormHarbour, que ha fichado al español Gonzalo Chocano, exresponsable de renta fija en Merrill Lynch, para que se abra hueco en el mercado español. Ofrecen soluciones de deuda o de capital para grandes corporaciones que no pueden afrontar procesos de refinanciación. Sin balance, ponen en contacto a inversores internacionales con compañías necesitadas de liquidez, a las que el acceso al nuevo dinero va a costarles por encima del 10% de interíés. En el fondo, operadores que generan un mercado de financiación privado, en paralelo al público y regulado, que sólo tiene ocasión de ser en situaciones tan críticas de liquidez.
Intermediar entre la oferta y el dinero
A medida que la bola de la deuda es más grande, los intermediarios en busca de sitio en el mercado van especializándose para encontrar su hueco. Es el caso de Carlton Group, por ejemplo, un banco de negocios especializado en la intermediación de operaciones inmobiliarias que ha visto el momento de probar en España. Aunque trabajan por mandato del vendedor, la firma estadounidense, que ha recurrido al financiero Javier Beltrán (ex Unicredit y ex Barclays) para hacerse cargo de su implantación y desarrollo en toda la Península, cuenta con una paleta de inversores con una posición de liquidez de 50.000 millones de dólares, a los que tiene acceso preferente, dispuestos a afrontar operaciones a medio y largo plazo en el mercado español de oficinas, centros comerciales y hoteles.
Precisamente una cadena hotelera (Grupo Playa Sol) es una de las inversiones que ya ha llevado a cabo Hiperion Capital, un fondo distressed genuinamente nacional, donde tanto el equipo como el capital levantado para invertir tienen pasaporte español. Al frente de este proyecto, puesto en marcha a lo largo del pasado 2011, se encuentra Roberto Ranera, un ex directivo de las firmas Vista Capital y 3i, que dejó el lado amable del capital riesgo (desarrollo, expansión, crecimiento…) para tratar de hacerse hueco en el único segmento donde las expectativas reales de cerrar operaciones es más viable. Comprar empresas en quiebra, reflotarlas y volverlas a vender por partes si no tienen futuro. Los inversores tienen claro desde hace tiempo cuál es el perfil de riesgo de España.