Fuente: Cotizalia-Jesús Sánchez-Quiñones(Director gral. Renta4)
El pasado fin de semana una persona allegada, con formación, experiencia empresarial y conocimientos de economía real, me comentaba que estaba valorando la posibilidad de retirar su dinero de una gran entidad financiera por temor a las consecuencias de la crisis inmobiliaria española sobre los bancos y cajas. El comentario me pareció sorprendente y desproporcionado. No obstante, es indudable que denota una clara píérdida de confianza hacia el sistema financiero actual. La lluvia de noticias negativas a travíés de todos los medios informativos al alcance (radio, televisión, prensa, internet) acaba calando en el ánimo del ciudadano de a pie.
La economía de mercado y el sistema financiero están basados en la confianza. Cuando cualquier persona acepta en pago de un producto o servicio unos papelitos llamados “billetesâ€, lo hace confiando en que todo el mundo dará a dicho papel el valor que en íél viene impreso. En el caso de los euros ni siquiera aparece la mención “páguese al portador la cantidad de XX euros†que figurara impresa en los billetes en pesetas. Puede parecer absurdo, pero el valor intrínsico de un billete es casi inexistente. Tiene valor fiduciario por un convención entre todos los miembros del mercado que utilizan dicho instrumento de pago y por el aval de la firma del máximo responsable del Banco Central Europeo en el momento de emisión del billete.
La actividad bancaria está basada en la confianza de millones de ciudadanos que depositan su dinero en las entidades financieras. Los bancos y cajas utilizan dichos depósitos para conceder críéditos a los clientes que lo demandan. Si por cualquier motivo la mayoría de los depositantes de una entidad financiera decidiesen retirar sus ahorros a la vez, no habría Banco o Caja en el mundo que pudiese hacer frente a dicha situación sin gravísimos problemas de liquidez. El pasado fin de semana un banco hipotecario americano, IndyMac, tuvo que ser rescatado por las autoridades norteamericanas. La conjunción de un informe de un analista de un gran banco de inversión y las declaraciones de un Senador, ambos poniendo en duda el futuro de la entidad provocaron la retirada masiva de depósitos de sus clientes ceando una crisis de liquidez en la entidad.
Las actuaciones de las autoridades financieras, principalmente norteamericanas, se han encaminado hasta la fecha en garantizar la continuidad de las “grandes entidades†con problemas de liquidez, (“too big to failâ€) de tal forma que los accionistas de las entidades en apuros pueden perder casi toda su inversión, pero los acreedores de las entidades no han sufrido ninguna píérdida. De esta forma se ha evitado el riesgo sistíémico.
¿Quíé pueden hacer este contexto las autoridades para mantener o aumentar la confianza sobre el sistema?. Varias son las actuaciones requeridas:
· Transparencia en la información suministrada al mercado, de tal forma que se eviten sorpresas futuras. Más vale una vez rojo que ciento amarillo.
· Llamar a las cosas por su nombre. Para que un enfermo se tome las medicinas sanadoras ha de ser consciente de que padece una enfermedad que requiere tratamiento, incluso doloroso.
· Sinceridad. Si la percepción de los individuos o del mercado es de falta de sinceridad o de engaño, será difícil que el interlocutor tenga credibilidad en futuros mensajes.
Pese a todo lo anterior, la mejor muestra de confianza en el futuro es la realización de operaciones como la del Banco Santander sobre el británico Alliance&Leicester. Lanzar, en estos momentos, una oferta de compra sobre las acciones del banco británico con una prima del 46% respecto al precio del viernes, por un importe de 1.600 millones de euros, pone de manifiesto que en todas las crisis se producen oportunidades. Sólo algunos las saben aprovechar. A pesar de la mala situación del mercado inmobiliario británico, y los problemas de algunas de sus entidades, el Banco Santander