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Autor Tema: Viena versus Chicago...  (Leído 198 veces)

OCIN

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Viena versus Chicago...
« en: Agosto 12, 2012, 10:47:26 pm »
Por...   Axel Kaiser


Probablemente no hay dos corrientes de economí­a más cercanas y a la vez más distintas que la escuela de Chicago y la escuela austriaca de economí­a. No es un ejercicio puramente acadíémico el reparar en las diferencias fundamentales entre ambas tradiciones, pues las consecuencias de seguir una u otra desde el punto de vista de la polí­tica económica y de la economí­a como disciplina son gigantescas. Veamos entonces algunos puntos esenciales que separan a Viena de Chicago. El más importante, sin duda, es la metodologí­a. Para Chicago la economí­a es una ciencia al estilo de la fí­sica. Esto significa que debe proponer hipótesis y testearlas empí­ricamente de modo de establecer leyes de carácter universal que más adelante nueva evidencia puede eventualmente probar como falsas. La metodologí­a de Chicago asume así­ que los seres humanos nos comportamos con la lógica de átomos o molíéculas y que por tanto existen en economí­a, como en las ciencias naturales, regularidades o relaciones constantes que pueden medirse con validez estadí­stica para realizar predicciones. La infinita recopilación de datos y la matematización de la disciplina de economí­a, de la que se quejara amargamente Rí¶pke, es una consecuencia necesaria de este enfoque que pretende alcanzar niveles de certeza comparables a la fí­sica.

Para los austriacos este enfoque no solo es equivocado sino peligroso. Pues si aceptamos que los seres humanos tenemos un comportamiento “robótico” como dirí­a Rothbard, entonces, al igual que en las ciencias duras, los expertos pueden diseñar y controlar a voluntad las variables económicas desde el poder, tal como lo harí­a un ingeniero que diseña y construye un puente. De ahí­ al socialismo hay un paso. Por algo Hayek sostendrí­a que el libro de Friedman Essays in Positive Economics era un libro “muy peligroso” en el mismo sentido que la Teorí­a General de Keynes.

Los austriacos en cambio, afirman que la economí­a es una ciencia social que merece una metodologí­a distinta a las ciencias naturales. Los seres humanos no nos movemos con una lógica mecánica por lo que no existen regularidades que permitan establecer leyes verificables empí­ricamente. Siguiendo a Ludwig von Mises, para los austriacos la economí­a es una ciencia a priori cuyas leyes se deducen de la estructura lógica de la acción humana y son necesariamente verdaderas. Así­ por ejemplo, el postulado de que en una relación de intercambio voluntaria ambas partes están esperando beneficiarse, no requiere comprobación empí­rica. Tampoco requiere comprobación empí­rica el hecho de que los seres humanos valoramos las cosas en el margen, ni la idea de que a mayor dinero en circulación e igual producción, mayor inflación. Todo eso y más se sigue de la lógica a priori de nuestras acciones. La economí­a puede así­ solo realizar predicciones cualitativas y jamás cuantitativas sobre los efectos de una determinada polí­tica económica. Y esta última a su vez no puede ser diseñada de un modo ingeneril porque el mercado es un fenómeno cuya complejidad es irreductible. Esto convierte el uso de modelos matemáticos en un ejercicio inútil por estar inevitablemente desconectado de la realidad. Donde mejor se expresa esta diferencia metodológica es en macroeconomí­a. A diferencia de Chicago, los austriacos no creen que haya dos esferas distintas, una donde los individuos actúan de acuerdo a leyes de oferta y demanda y otra de agregados que deben ser planificados eficientemente por expertos para que la primera funcione bien. Por eso la escuela austriaca en general rechaza la idea de polí­ticas contrací­clicas y descarta la posibilidad de una polí­tica monetaria centralizada postulando que el dinero debe ser privatizado y controlado por las leyes de oferta y demanda.

En suma, para Chicago la postura metodológica de Viena carece de rigor cientí­fico y es poco seria. Para Viena la metodologí­a de Chicago cae en una pretensión de conocimiento imposible de alcanzar abriendo las puertas parcialmente a la planificación.

Lo interesante es que si se testea según el criterio de Chicago, cuál de las dos escuelas ha sido más acertada en sus predicciones en el último siglo, Viena lleva claramente las de ganar.



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