Por WALDIR OCHOA GUZMíN
A veces creemos que aquellos tiempos de conquistas y colonias en los que se gritaba “¡Tierra! ¡Tierra!â€, son ya caducos o propios de los libros de historia, pero no.
El neocolonialismo hoy recibe el nombre de land grabbing y no es otra cosa que la apropiación de la tierra por transnacionales, fondos de inversión privados o gobiernos, en algunos casos a expensas de pueblos moribundos.
Hay un caso emblemático de 2009: Marc Ravalomanana, presidente de Madagascar, tuvo que dimitir luego de meses de protestas.
El detonante fue la firma de un contrato que cedía a la empresa Daewoo -que no solo fabrica automóviles-, los derechos de explotación de 1.3 millones de hectáreas para cultivar maíz durante 99 años, mientras su país tiene las tasas de desnutrición más altas del mundo.
¿Y por quíé adquirir tierras?
De acuerdo con Oxfam, en 2011 los precios de productos como el maíz, el trigo, el azúcar y los aceites han aumentado de forma drástica y la FAO estima que los precios seguirán incrementándose hasta cerca de un 50 por ciento de aquí a 2020.
La inseguridad alimentaria en el mundo es cada vez mayor y eso algunos ya lo tienen claro. Las empresas que más compran tierras están en Corea del Sur, China, Arabia Saudita, India y Japón.
Un estudio del Banco Mundial muestra que en el mundo hay 445 millones de hectáreas de tierras sin cultivar y aptas para la agricultura. De ellas, 201 millones se encuentran en ífrica y 123 millones en Amíérica Latina.
Por eso las mayores compras de estas empresas y gobiernos son en ífrica.
Hectáreas en Uganda, Congo, Sudán del Sur, Etiopía y Mozambique ya han sido adquiridas. Lugares de guerra y hambrunas son las tierras más apetecidas.
Suena sospechoso.
En nuestro continente, Brasil y Argentina ya tienen tierras al servicio de otros.
En el caso de Colombia, el país es muy vulnerable, como lo hizo ver la propia Oxfam en su informe “Tierras y poderâ€.
Justamente, senadores del Partido Conservador radicaron un proyecto de acto legislativo para limitar la compra de tierras por parte de extranjeros. Pero esta noticia vital para Colombia ha sido poco difundida en los medios y hasta irrelevante.
Quienes defienden el land grabbing hablan de su contribución al desarrollo de zonas hoy marginadas.
Otros ven, con justa razón, el peligro de que los habitantes de esas zonas puedan acabar perdiendo sus tierras y el acceso al agua.
Debemos aprobar la mencionada reforma constitucional antes de que sea demasiado tarde, especialmente cuando somos tan ciegos ante una riqueza que otros sí saben valorar.
It´s the land, stupid.
