Vivo, la filial de telefonía móvil de la operadora española, ha disparado su cuota despuíés de que Anatel prohibiese a sus tres rivales dar nuevas altas.
No siempre la relación de Telefónica con los reguladores se convierte en un quebradero de cabeza para la operadora española. Acostumbrada a recibir reveses de los organismos regulatorios, por su condición de operador dominante en la mayoría de los mercados en los que está presente, en esta ocasión, la actuación de Anatel, el poderoso regulador brasileño de telecomunicaciones, ha provocado un beneficio directo en las cuentas de la compañía. El pasado mes de julio, Vivo, la filial de Telefónica y líder del mercado celular brasileño, logró más de 460.000 altas, mejorando claramente las cifras del mes anterior y distanciándose de sus rivales, que empeoraron drásticamente su rendimiento porque el regulador les prohibió vender su servicio.
Todo empezó porque los responsables de Anatel hace tiempo que estaban preocupados por los índices de calidad del servicio móvil, especialmente de cara a los grandes compromisos deportivos que va a acoger en el futuro inmediato: el Mundial de Fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro. Por eso, el regulador decidió presionar a los cuatro operadores principales de telefonía móvil para que diseñasen planes para mejorar la calidad.