Mario Draghi quiere despejar el camino para la reunión del 6 de septiembre del BCE y no ha dudado en apuntar al punto del que se esperan las mayores críticas a la hoja de ruta que prepara la institución, Alemania. En una carta publicada ayer en el diario alemán Die Ziet, advierte al país germano y al Bundesbank, abiertamente reticente a las compras de deuda, del riesgo que supondría para Alemania una ruptura del euro.
Algo se mueve en Europa. El presidente del BCE, Mario Draghi, no para de acaparar titulares a escasos días de una de las citas clave que ayudará a definir el futuro de la UE: la reunión de política monetaria del 6 de septiembre. Primero anunció el martes que no acudirá a Jackson Hole el viernes, la reunión anual que congrega a los principales banqueros centrales del mundo. Y un día despuíés, cuando las expectativas sobre los anuncios que pueda hacer el próximo jueves se aceleraron por esa noticia, publicó una carta en defensa del euro en un diario alemán, nacionalidad nada casual dada la reticencia germana a la compra de deuda por parte del BCE. El Bundesbank lo equiparó solo hace unos días a una adicción similar a las drogas.
Las expectativas del mercado son muy altas. La reunión del BCE en agosto abrió la puerta a esta intervención, supeditada a que el país beneficiado solicite ayuda al fondo de rescate, pero queda por definir la hoja de ruta que tomará la institución. Detalles que tardan en llegar ante la falta de consenso total entre los políticos europeos, con Alemania, peso pesado de la zona euro, reticente a dar su brazo a torcer para dar más poderes al BCE.
Draghi, consciente del obstáculo que suponen las voces discordantes que a menudo llegan de Alemania, ha lanzado un claro mensaje al país a travíés de la prensa. "Para seguir prosperando, Alemania debe continuar siendo el ancla que sustente una divisa fuerte, en el centro de una zona de estabilidad monetaria y en una economía europea dinámica y competitiva". Incluso va más allá. "La raíz del íéxito alemán es su profunda integración en la economía europea y mundial". En un alegato con un evidente tinte político el BCE lanza así un aviso claro al país al apuntar que gran parte del íéxito de la locomotora germana es precisamente el euro.
Draghi tambiíén aprovechó sus declaraciones para recordar que la zona euro nació de forma deliberada sin la unión política y fiscal necesarias para atajar una crisis como la actual de forma efectiva. El presidente del BCE reconoció que una nueva estructura de la zona euro es deseable pero recordó que la integración política y económica en Europa pueden desarrollarse en paralelo sin necesidad de volver al pasado ni de crear un Estados Unidos de Europa. "No tenemos que elegir entre extremos". Eso sí, incidió en la necesidad de asegurar la competitividad, impedir díéficits permanentes en ciertas regiones y abogó por crear un marco bancario que proteja las finanzas públicas. Recordó que en EE UU la liquidación de entidades desde 2008 no ha impactado en la solvencia del país.
El presidente del BCE tambiíén trató de agradar a Alemania. Aseguró que hará todo lo necesario por asegurar la estabilidad de precios (su principal mandato), prometió la independencia de la institución y que actuará dentro de los límites de su mandato pero recordó que a veces hacen falta "medidas excepcionales". "El cumplimiento de nuestro mandato a veces requiere que vayamos más allá de las herramientas estándar de política monetaria". En este sentido señaló que en ocasiones los mercados se encuentran fragmentados y sometidos a miedos irracionales que impiden una política monetaria efectiva.
Draghi pidió tiempo para completar la estructura de la zona euro con el objetivo final de lograr "estabilidad, prosperidad y paz". Y concluyó con una frase reveladora. "Sabemos que esto es a lo que aspira la población europea, y la alemana".