El Banco de España está sufriendo una fuga de su activo más valioso, sus inspectores, que se ha acelerado en las últimas semanas. Así, han abandonado las filas del supervisor unos 20 inspectores en lo que va de año, cerca del 10% de la plantilla total, de los que en torno a 15 han ido a otros organismos públicos y el resto a entidades privadas o consultoras. Detrás de estas salidas se encuentra, por un lado, el interíés de las entidades por contar con estos profesionales en estos momentos de cambio normativo y rescate del sector; y por otro, el maltrato tanto económico como profesional que sienten los inspectores.
En el gremio de los inspectores del Banco de España es relativamente frecuente pasarse al 'enemigo', ya que multiplica por varias veces los salarios de estos funcionarios. Para ello, el procedimiento habitual consiste en pedir una excedencia de unos cuantos años con el fin de mantener la plaza si la aventura no sale todo lo bien que se espera. No hay una regla estricta sobre estas excedencias, sino que es el propio Banco de España el que las concede o deniega.
Este interíés actual de los bancos y cajas por fichar a inspectores para sus departamentos de auditoría interna se explica por el nuevo aluvión de normas que van a tener que cumplir: los dos decretos 'De Guindos' sobre provisiones para el ladrillo, el nuevo decreto que se aprobará este viernes con la trasposición de las condiciones impuestas por el Memorándum de Entendimiento con Bruselas, la creación del 'banco malo', etc. Además, está todo lo derivado del rescate: quiíén va a recibir dinero público, en quíé condiciones, quiíén tendrá que buscar dinero en el mercado...
Con estos fichajes, las entidades pretenden contar con el expertise de estos profesionales y, a su vez, lograr una interlocución más fluida con sus viejos compañeros a la hora de lograr su visto bueno a la aplicación que haga cada una de estas normas y a la de negociar todos estos aspectos cuya materialización todavía está en el aire y puede dar pie a numerosas interpretaciones.
Según fuentes conocedoras de la situación, en las últimas semanas se han producido cuatro salidas con destino a BBVA, Boston Consulting, KPMG o PriceWaterhouseCoopers. Como se puede apreciar, el interíés por fichar inspectores tambiíén se da entre las consultoras que están participando ya activamente en la evaluación de la banca española y que esperan seguir asesorando a las entidades en el futuro.
Tambiíén llama la atención la cantidad de inspectores que han pasado a organismos como la SEPI, el FROB, el Fondo de Garantía de Depósitos, el ICO, el Ministerio de Economía, etc. Según las fuentes citadas, esto se debe a que la carrera de inspector es una "vía muerta" y los profesionales prefieren aprovechar oportunidades en otras áreas de la administración donde hay más perspectivas de desarrollo.
El caso más sonado de un inspector que se pasa al 'otro lado' fue el de Josíé Piñán, jefe del equipo de inspectores del Banco de España en el Santander, que fue fichado por el propio Emilio Botín en 2009. Este movimiento causó un enorme revuelo en el mundo financiero y en el propio caserón de Cibeles, ya que tradicionalmente el supervisor no permitía a los inspectores fichar por las entidades en las que estaban destinados. El bombazo fue mayor todavía por tratarse de la primera entidad del país. A raíz de esta fuga, el Banco de España impuso un período obligatorio de seis meses de 'barbecho' para poder dar el paso a una entidad.
Malestar de los inspectores
Aparte del interíés del sector, hay que tener en cuenta el descontento de muchos inspectores, que alcanzó máximos en la íépoca de Miguel íngel Fernández Ordóñez por la politización de la entidad, el ninguneo de sus alertas e informes (que en muchos casos avisaban del hundimiento de entidades que finalmente hubo que intervenir) o el descríédito que sufrían por la errática política del supervisor. Los inspectores hicieron públicas varias cartas denunciando esta situación. La cima de este descríédito fue la contratación de Oliver Wyman y Roland Berger para hacer los test de estríés de la banca para el rescate porque las autoridades europeas no se fiaban del trabajo de estos profesionales.
A esto hay que sumar ahora los recortes salariales impuestos a todos los funcionarios, como la supresión de la paga extra de Navidad, y el temor a que el rescate completo de España imponga más restricciones a los empleados públicos. Tambiíén se han recortado las aportaciones al plan de pensiones del colectivo. Asimismo, siguen sin reconocerse algunas de sus demandas tradicionales, como la reserva de función, el acceso exclusivo por oposición libre o la reglamentación de los documentos en los que se debía instrumentar su trabajo.
El nuevo gobernador del Banco de España, Luis María Linde, ha prometido poner fin al divorcio de la dirección del supervisor con los inspectores, y se muestra receptivo hacia las reivindicaciones del colectivo. Sin embargo, las primeras reuniones que han mantenido con íéste no han servido para acercar posturas, ni tampoco para poner freno a las fugas.