El pasado viernes fue un día histórico para ACS. La constructora anunció unas píérdidas de 1.233 millones, hecho que motivo que su presidente, Florentino Píérez, tuviera que dirigir la presentación de los resultados semestrales. Una aparición nada habitual, ya que Píérez se reserva para las cuentas anuales. Su presencia ante los analistas se debió al anuncio de la suspensión del dividendo, una decisión sin precedentes desde que la empresa cotiza en bolsa como grupo.
La medida afecta a todos los accionistas, pero en especial a los que controlan ACS, a los miembros del núcleo duro. Es decir, al propio Florentino Píérez (11%), a los March (18,3%), a los Albertos (9%), a la familia Fluxá (5,2%) y al fondo estadounidense Southeastern Asset (5%). Entre todos suman cerca del 50% del capital del holding, que fue adquirido con importantes sumas de deudas concedidas por los bancos.
En concreto, Inversiones Vesán, la sociedad patrimonial del presidente, arrastra una deuda de 600 millones de euros, tal y como informó El Confidencial el pasado 8 de agosto. Los Albertos tambiíén adeudan una cantidad similar, motivo por el cual se han visto obligados a vender hace apenas un mes un 3,4% de ACS. Los primos llevaban meses sin poder hacer frente a sus obligaciones con la banca, por lo que tuvieron que desprenderse de parte de sus acciones para cumplir con sus acreedores.
Los Fluxá tambiíén tienen un pasivo que mete miedo. Los dueños del Grupo Iberostar tienen una deuda de casi 700 millones a travíés de su sociedad Iberostar Hoteles y Apartamentos SL. Esta firma es la dueña directa de un 5% de ACS que compraron en su día por 826 millones de euros. Compraron a 46,82 euros por acción un paquete que hoy apenas vale 245 millones. Por lo tanto, tienen unas minusvalías de 580 millones.
Más llamativa es si cabe la posición de los March, una familia que suele llevar por bandera el eslogan de que siempre compra en metálico. Pues bien, su sociedad de inversión, Corporación Financiera Alba, tiene críéditos por 325 millones de euros vinculados a acciones de ACS. Tienen más de 11,2 millones de acciones pignoradas por dos príéstamos de Críédit Agricole y de Deutsche Bank. Se desconoce si Southeastern Asset adquirió tambiíén su 5% con ayuda bancaria al ser un fondo de capital riesgo, pero las compró a precios superiores a 40 euros.
Vender o refinanciar
En total, los accionistas principales de ACS tienen críéditos vinculados con su participación de 2.200 millones de euros. Estas líneas de financiación se pagaban en gran parte con los dividendos que recibían del grupo constructor, que a partir del próximo año ya no remunerará a sus accionistas como hasta el momento. La compañía pagó 786,65 millones a los tenedores de sus títulos en 2011, la mitad de los cuales fueron a parar a los bolsillos de Florentino Píérez, los March, los Albertos, Fluxá y el fondo americano.
Florentino Píérez anunció que no abonará el dividendo a cuenta de los resultados, que suele distribuir en febrero -283 millones este año-, y no aseguró el complementario de julio. Ante esta situación, el núcleo duro puede tener serios problemas para cumplir con sus obligaciones financieras. Analistas consultados por El Confidencial aseguran que “varios van a tener que vender o refinanciar, como han hecho los Albertosâ€. Los Fluxá ya tuvieron que pedir un tiempo extra a sus acreedores en 2010.
¿Y cuál sería la consecuencia para ACS y para el resto de los accionistas? Pues, según las mismas fuentes, que la cotización podría caer todavía más en bolsa si se ven obligados a desprenderse de parte de sus acciones. Una situación que no se le escapa a los hedge funds, que lo más probable es que se vuelvan a poner cortos contra la constructora cuando la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) levante la prohibición de la operativa con valores prestados.