El presidente francíés Franí§ois Hollande presentó ayer un severo ajuste de 33.000 millones de euros para cuadrar el balance de 2013, que recoge una subida de impuestos de entre 15.000 y 20.000 millones, según adelantó ayer el diario Journal de Dimanche.
Desde que llegó al poder hace cuatro meses, Hollande ha mantenido la teoría de que sean los más ricos los que paguen más. La semana pasada insistió ante la Corte de Cuentas que el incremento de impuestos no será "general e indiscriminado". Entre las medidas que se plantea el Gobierno está la de gravar las rentas superiores al millón de euros con una tasa del 75%.
El Gobierno socialista se ha comprometido con Bruselas a ingresar 7.200 millones más y conducir el díéficit al 3%, y baraja una previsión de crecimiento del 0,8%. El optimismo de Hollande y su equipo no coincide con el de los expertos y analistas que dudan de que se puedan conseguir tales objetivos.
Además del incremento de impuestos, el plan recoge un ahorro del gasto público de 10.000 millones de euros, a los que hay que añadir 2.500 de la Seguridad Social y 5.000 millones adicionales de las medidas adoptadas el pasado mes de julio, como el gravamen para las horas extras para empresas de más de 20 empleados, la reducción de un 30% de los salarios del equipo de Gobierno, incluido el presidente y el primer ministro; o el impuesto de sucesiones y donaciones a partir de 100.000 euros en adelante (anteriormente era de 159.000 euros).
Hollande fijó anoche, en una entrevista en la cadena TF1, el plazo de dos años "para la recuperación de la economía francesa", y reiteró la intención de establecer una agenda para la recuperación del empleo y de las cuentas públicas. Tambiíén adelantó que "será necesaria una reforma del mercado de trabajo para que sea más flexible y al mismo tiempo más protector", en alusión a los tres millones de parados del país. Según una encuesta publicada por Le Parisien este domingo, casi el 60% de los ciudadanos confiesan su descontento con el presidente Hollande frente al 34% que mostraba su recelo a finales del mes de mayo.
El rico Arnault ahora quiere ser belga
Conmoción en Francia. El hombre más rico de la nación y dueño del grupo de firmas de lujo LVMH, Bernard Arnault, ha pedido la nacionalidad belga. El empresario ha alegado que su decisión nada tiene que ver con el deseo de pagar menos impuestos y espera que no se haga una lectura política de ella. Arnault, de 63 años, es la primera fortuna de Europa y la cuarta del mundo, según la revista Forbes, con un patrimonio de 32.000 millones de euros. No renunciará, según un comunicado emitido el sábado, al pasaporte francíés y seguirá siendo residente fiscal en la República Francesa.