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Autor Tema: Bañuelos & Cí­a: el regreso del hombre que embaucó a Amancio Ortega  (Leído 216 veces)

Eguzki

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La Caixa se negó hace unos años a financiar a Enrique Bañuelos, por entonces estrella rutilante de la cosa inmobiliaria y sobre todo bursátil. Fue tras una cena con dos directores de la caja catalana. El empresario valenciano no sólo abonó la cuenta sino que dejó doscientos euros en propinas. Los financieros se miraron ojipláticos. “Si este tí­o va por ahí­ regalando el dinero, ni de locos vamos a prestarle el nuestro”, vinieron a decirse el uno al otro. Así­ hicieron… hasta hace unos dí­as.

El pasado viernes, Isidre Fainíé, número uno de La Caixa, se fotografiaba junto a Enrique Bañuelos, el president Artur Mas y el consejero de Economí­a, Andreu Mas-Colell. Desde entonces, en los cí­rculos de Madrid y Barcelona no se habla más que de esa fotografí­a por tan extraño maridaje: el seny más sofisticado combinado con los agresivos tiburones del mundo del dinero.

En la galerí­a gótica de la primera planta del Palau de la Generalitat, que une el Pati dels Tarongers con el Saló de Sant Jordi, lugar de los actos solemnes, se habí­an reunido para anunciar el proyecto Barcelona World, un complejo de ocio que servirá de ríéplica al Eurovegas de Madrid y que contará con una inversión de 4.500 millones de euros. Bañuelos se encargará de buscar a los socios financieros mientras que La Caixa pondrá los terrenos, unas seiscientas hectáreas junto a Port Aventura. ¿Y el dinero? ¿Quiíén pone el dinero? Ese asunto todaví­a no está del todo claro.

La noticia del proyecto fue recibida con algarabí­a ignorando las sombras que acompañan al siempre políémico Enrique Bañuelos, actualmente presidente de la sociedad inversora Veremonte y en su dí­a fundador de aquel invento inmobiliario llamado Astroc. Quizá porque la memoria en España es más frágil que la de un pez en un acuario, se haya olvidado ya que el broker valenciano tuvo que huir del paí­s y refugiarse en Londres tras dejar en la quiebra a unos cuantos socios que todaví­a andan por ahí­ purgando sus penas y a unos cuantos miles de accionistas que han visto esfumarse parte de su patrimonio.

Enrique Bañuelos (Sagunto, 14 de febrero de 1966) es un broker más que empresario, alguien que te quiere comprar la empresa antes de que hayan servido el primer plato y a los postres ya ha puesto precio a la operación. “Es listo. Listí­simo. Un vendedor nato. Te convence, te apabulla. Lo suyo no era el mercado inmobiliario. No sabí­a hacer casas, pero vendiíéndolas era único. Tení­a todo el negocio en la cabeza” (Los señores del ladrillo, 2011). En esta ocasión se ha metido en el bolsillo a Mas y Fainíé.

En los inicios de su carrera fue coronado como ‘rey de la miel’ en Sagunto, donde montó un negocio para la compraventa de este producto; luego pasó a ser el ‘rey del ladrillo’ con la malograda Astroc; en Brasil le llamaban el ‘rey de la soja’ por su negocio de materias primas para la elaboración de biocombustible; y ahora en Barcelona se alza de nuevo como el ‘rey del juego’. A pesar de sus orí­genes humildes, a Bañuelos siempre le gustado mostrarse a los demás con cierto aire regio

El inversor de Sagunto marchó a Brasil para replicar el modelo de Astroc que tan buenos ríéditos le dio a íél, pero tan malos a sus accionistas. Tras meterse en negocios inmobiliarios y agrí­colas, el resultado final fue parecido. Así­ las cosas, tuvo que salir a la carrera de Brasil. ¿El motivo? La mayorí­a de los bancos se negaba a cerrar deals con íél por su pasado en España, tal y como íél mismo reconocí­a en su primera entrevista a un medio brasileño, dos años despuíés de desembarcar al otro lado del charco.

Si su vuelta a España ha generado suspicacias, la composición de su equipo no le anda a la zaga. Su consejero delegado es Javier Adserá, un financiero de buena formación, cuyo principal currí­culo es la presidencia de Natraceutical, una empresa de apenas 40 millones de euros, y cuyo mayor pelotazo no fue otro que la salida a bolsa de Astroc en abril de 2006, operación que íél mismo instrumentó.

Lo llamativo de que aquella asesorí­a fue que Adserá ejercí­a a la vez miembro del consejo de administración y vicepresidente y primer accionista de Riva y Garcí­a, el broker que, junto a Sabadell y Caja Madrid, vendió las acciones de la inmobiliaria valenciana. Para más inri, la responsable de los servicios jurí­dicos de la sociedad de valores, Cristina de Uriarte, tambiíén tení­a un asiento en el consejo de Astroc, sin que la CNMV advirtiera posible conflicto de interíés.

Riva y Garcí­a, Sabadell y Caja Madrid valoraron la compañí­a en más de 1.000 millones de euros. Para que el valor de los tí­tulos pasara de 6,5 euros –precio de la OPV- a más de 70, se dedicaron a limitar la venta de acciones y a convencer a determinados inversores para que se hicieran con importantes paquetes y así­ hacer subir el precio en un corto periodo de tiempo.

Bañuelos consiguió embaucar a apellidos del calibre de la familia Godia, una de las grandes fortunas catalanas, al propio Sabadell y a Caixa Galicia. Todos tomaron paquetes de cerca del 5%. El puente con la caja gallega lo tendió con Yago Míéndez, hijo del eterno director general de la entidad, Josíé Luis Míéndez, ahora defenestrado. Yago nunca progresó en la caja tal y como íél esperaba, y se marchó hace un año tras quedar relegado a un puesto de segunda fila tras la fusión con Caixanova.

El hecho de que entrara Caixa Galicia llamó la atención de Amancio Ortega, al que le ofrecieron comprar un 10%. El inversor gallego no se fiaba mucho de Bañuelos, por lo que llevó a cabo una pequeña investigación. Finalmente tomó un 5% por más de 150 millones de euros, cuyo valor final serí­a cero o prácticamente cero.

Todos perdieron buena parte de la inversión, que tuvieron que provisionar con urgencia tras el desplome de la cotización a principios de 2007. Todos menos el propio Bañuelos, que vendió en cuanto el castillo de arena empezó a desmoronarse. Ahora, tras su periplo brasileño, tras anunciar proyectos hoteleros que nunca llegó a desarrollar, reaparece en España pagando servicios prestados. De la noche a la mañana se ha convertido en accionista de referencia de Amper y ha firmado con Alejandro Agag un acuerdo para poner en marcha la Fórmula 1 de los coches elíéctricos.

A Yago Míéndez  le ha contratado como uno de sus hombres de confianza y lo ha puesto como consejero delegado de Amper. Por otro lado, a Adserá lo ha nombrado el primer ejecutivo de su holding Veremonte, con el que pretende desarrollar el citado Barcelona World. No se sabe todaví­a si Riva y Garcí­a tendrá algún papel en la operación.

Lo que sí­ es conocido es que este broker fue multado recientemente por la CNMV por una infracción muy grave, castigo que tambiíén comparte con Bañuelos, que hace dos años fue sancionado por el organismo supervisor por falta de información sobre Astroc. Al inversor valenciano le buscó las cosquillas Baltasar Garzón por una demanda de accionistas minoritarios, pero el juez no encontró delito alguno. Quizás su principal condena fue reconocer que “el valor de Astroc era irreal”.