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Autor Tema: Dinero: Occidente versus Oriente...  (Leído 193 veces)

OCIN

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Dinero: Occidente versus Oriente...
« en: Septiembre 12, 2012, 06:25:18 pm »

Por...   Steve H. Hanke
 

 
La oferta monetaria de un paí­s está compuesta por dos componentes diferentes. El dinero del Estado —los pasivos monetarios de un banco central (normalmente se le conoce como dinero base o de alta potencia)— es un componente, y es por mucho el componente más pequeño la oferta monetaria. El segundo y más importante componente la oferta monetaria es el dinero bancario. Este es el dinero (pasivos por depósito) que es creado por el sistema bancario, en sentido amplio.
 
Los cambios en la oferta de dinero son una fuerza dominante en la economí­a —una fuerza que determina los cambios en los precios y en la actividad económica, medida por el PIB nominal. En consecuencia, debemos prestar la máxima atención a los movimientos en la oferta monetaria total de un paí­s, como tambiíén los movimientos de sus componentes (dinero del Estado y bancario).
 
Cuando se trata de predecir la actividad económica, la mayorí­a de la gente falla en sus diagnósticos porque ignoran el dinero. Dicho esto, aquellos que si prestan atención al dinero a menudo se quedan cortos, porque se enfocan exclusivamente en los bancos centrales y el desarrollo del dinero del Estado, a costa del tan importante componente de dinero bancario.
 
Una observación al gráfico adjunto de la oferta monetaria en EE.UU. cuenta la historia económica. La oferta monetaria ha crecido a una tasa inferior a la tasa de la tendencia, lo que ha resultado en una “deficiencia” de oferta monetaria. En consecuencia, EE.UU. ha estado en una recesión del crecimiento —actividad económica positiva, pero díébil, acompañada de presiones inflacionarias contenidas.
 
Sin embargo, la mayorí­a de las personas cree que la polí­tica monetaria ha sido ultra flexible desde el colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008. No obstante, de acuerdo a los criterios estándar, si ha sido flexible —la cantidad de dinero del Estado se ha triplicado desde septiembre de 2008. Cuando se analiza esto desde una perspectiva adecuada, el panorama es muy diferente.
 
Las polí­ticas que afectan al dinero bancario —como los requisitos de capital de Basilea III y la Ley Dodd-Frank de regulación financiera, por ejemplo— han obligado a los bancos a reducir y contraer sus príéstamos. De hecho, la polí­tica monetaria, que afecta el dinero bancario, ha sido restrictiva y la cantidad de dinero bancario en EE.UU. se ha reducido en 9,54 por ciento desde el colapso de Lehman Brothers.
 
Al ser el dinero bancario el 94 por ciento de la oferta total de dinero al comienzo de la crisis, es fácil ver por quíé su descenso ha sido difí­cil de compensar para los productores de dinero del Estado (la Reserva Federal). No es sorpresa que la explosión de dinero del Estado no haya logrado superar la disminución de dinero bancario.
 
En consecuencia, y contrario a la opinión convencional, la posición monetaria general en EE.UU. —gracias en gran medida a regulaciones bancarias draconianas— ha sido poco flexible desde el comienzo de la crisis financiera. Este no es el remedio que ningún míédico en sus cinco sentidos recetarí­a en medio de una recesión económica. ¿Quíé se puede hacer? El primer y más evidente paso serí­a liberar al sistema bancario de EE.UU. de las viciadas regulaciones contenidas en Dodd-Frank y Basilea III. Sin embargo, esto tomará tiempo. De manera más inmediata, el gobierno podrí­a participar en las operaciones del mercado de deuda.
 
Estas operaciones en el mercado de deuda pueden tomar muchas formas. La más prudente serí­a aquella que aumenta directamente la oferta monetaria, sin aumentar el nivel de deuda de EE.UU. El gobierno primero tomarí­a príéstamos de los bancos comerciales. A cambio de tí­tulos públicos a corto plazo, los bancos acreditarí­an la cuenta del gobierno. El gobierno entonces usarí­a sus depósitos bancarios para comprar bonos a largo plazo del público.
 
Estas transacciones se sumarí­an a los depósitos bancarios de los ciudadanos y directamente a la oferta de dinero, porque los depósitos bancarios a nombre de personas y entidades privadas son dinero. De esta manera, la cantidad de dinero aumentarí­a directamente por esta operación en el mercado de la deuda, y una cantidad equivalente de deuda pública a largo plazo se reducirí­a —literalmente, se eliminarí­a. Dado que no tiene mucho sentido que el gobierno mantenga obligaciones para sí­ mismo, simplemente las cancelarí­a.
 
Por supuesto, el monto de la deuda pública a corto plazo aumentarí­a cuando el gobierno inicialmente tome prestado de los bancos comerciales. En consecuencia, la operación en el mercado de la deuda dejarí­a la deuda neta total del gobierno sin cambios, pero cambiarí­a la composición de la deuda del gobierno, dejándola con una duración promedio más corta.
 
Con el tipo de operación de mercado de deuda descrita anteriormente, el gobierno, los bancos comerciales y el público serí­an todos participantes en el aumento de la oferta monetaria, por medio de un aumento en el dinero bancario. En consecuencia, la oferta monetaria aumentarí­a, pero sin la acción del banco central o un cambio en la cantidad de dinero del Estado.
 
El gobierno tambiíén podrí­a llevar a cabo sus operaciones de mercado de deuda por medio de príéstamos del banco central, en lugar de príéstamos de los bancos comerciales. Pero, en este caso, aumentarí­a tanto la cantidad de dinero del Estado como la cantidad de dinero bancario —una diferencia fundamental en comparación con el ejemplo inicial.
 
Por otra parte, el banco central podrí­a participar directamente en las operaciones de mercado de deuda, y varios bancos centrales lo han hecho en las recientes operaciones denominadas operaciones de flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglíés). Pero, en este caso, los bonos a largo plazo adquiridos por el banco central terminarí­an en el balance del banco central. La deuda no serí­a cancelada, como lo serí­a si el gobierno hubiese llevado a cabo operaciones de mercado de deuda.
 
Este hecho es el que define una de las diferencias fundamentales entre las operaciones de mercado de deuda realizadas por un banco central y aquellas llevadas a cabo por un gobierno. Un banco central involucrado en las operaciones de mercado de deuda se quedarí­a con las tenencias de deuda pública a largo plazo y estarí­a expuesto al riesgo de las tasas de interíés sobre dichos valores —podrí­a incurrir en grandes píérdidas contables si las tasas de interíés subiesen. Este no serí­a el caso si el gobierno estuviera a cargo de las operaciones de mercado de deuda.
 
Si pasamos de EE.UU. a Europa, el panorama de la oferta monetaria generalmente se ve aún más sombrí­o, con la mayorí­a de paí­ses experimentando deficiencias en la oferta monetaria. Basta con echar un vistazo al gráfico adjunto sobre Grecia. Como la noche sigue al dí­a, el ángel de la muerte sigue al colapso de la oferta monetaria. El PIB griego continúa su implosión, disminuyendo un 6,2 por ciento en el segundo trimestre de 2012, con relación al mismo perí­odo de 2011.
 
Al movernos al este y llegar a Asia, las cosas comienzan a verse mejor. A pesar de que muchos fatalistas han predicado el destino de la economí­a más grande de Asia, el gráfico sobre la oferta monetaria china podrí­a demostrar que están equivocados. En efecto, parece que el Reino Medio seguirá siendo el motor de la región por algún tiempo más del pronosticado por los fatalistas.
 
Incluso la segunda mayor economí­a asiática, Japón, está funcionando bastante bien, desde el punto de vista de la oferta monetaria. Los bancos zombis, que se negaron a otorgar príéstamos en la díécada de 1990, parecen estar escondidos. Al igual que China, Japón tiene un "superávit" de oferta monetaria, no una deficiencia.

Y a pesar de todas las noticias negativas que salen del subcontinente, la oferta monetaria de la India tambiíén presenta un superávit. Al enfocarnos en Australia y Corea del Sur, vemos que la oferta monetaria total, para cada uno, está creciendo a tasas dentro de la tendencia.
 
Terminamos con Indonesia. El crecimiento tanto en dinero bancario y del Estado en este paí­s ha impulsado la oferta monetaria total a un superávit del 13,6 por ciento. Esto explica por quíé Indonesia continúa desafiando las probabilidades.
 
Mientras la regulación bancaria viciada ha causado estragos con el dinero bancario en EE.UU. y en la mayor parte de Europa, Asia ha rechazado este tipo de mandatos gubernamentales para restringir el dinero. En consecuencia, el dinero bancario y el crecimiento de la oferta monetaria total, se han mantenido con buena salud. Aquellos que anticiparon un final rápido a las buenas noticias de Asia podrí­an tener que esperar más tiempo de lo anticipado para que esa cortina caiga.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...