Holanda ha abrazado a Europa en sus elecciones legislativas con su amplio apoyo a los laboristas y una ajustada victoria los liberales de derecha, cuyo pro europeísmo se ha impuesto sobre el odio a Bruselas del xenófobo Geert Wilders, que tuvo que encajar una importante derrota.
Los resultados de los comicios adelantados del 12 de septiembre dieron un vuelco a las expectativas perfiladas por los sondeos, que aunque preveían una ajustada contienda entre liberales (VVD) y laboristas (PvdA), no vislumbraban ni su espectacular ascenso ni la caída en picado del xenófobo Wilders, que perdió nueve escaños (se queda con 15) respecto a los 24 logrados en 2010.
Wilders reconoció su derrota nada más empezar el recuento de los votos y con lágrimas en los ojos asumió que su discurso de ataque a Europa y al euro "no ha calado en esta ocasión".
Los liberales, con 41 escaños, diez más que en 2010, se han confirmado como la primera fuerza del Parlamento holandíés, formado por 150 diputados, mientras que los laboristas, con 39 asientos, aumentaron nueve escaños respecto a los comicios anteriores.
La victoria liberal no fue clara hasta cerca de las tres de la madrugada (1.00 horas GMT) del jueves, con el escrutinio del 92,5 % de los votos, que se retrasó por la lentitud del recuento, que ha sido manual en todos los colegios electorales.
Los laboristas esperaron a ese momento, cuando se confirmó que el porcentaje restante ya no permitía cambios, para felicitar a sus contrincantes.
Con un corto discurso y tras estar seguro de su victoria, Rutte celebró el íéxito de su formación y resaltó su intención de "formar un Gobierno estable".
Los socialistas radicales del SP, que con su programa crítico hacia la política de austeridad europea dominaron el inicio de la campaña, mantienen los 15 escaños y empatan con Wilders como tercera fuerza política.
Si bien se ha proclamado vencedor de las legislativas, el liberal Rutte no puede dar por descontada la continuidad de la política de austeridad financiera de la que ha sido bandera en Holanda y en Europa, porque tendrá que compartir el poder, previsiblemente con los laboristas, para gobernar en mayoría.
Esa coalición, que sería la que más se ajusta al resultado electoral, se avecina complicada porque a pesar de la predisposición de ambas fuerzas a formar un Gobierno estable y pro europeo, ninguna quiere perder el curso de sus visiones de la sociedad y de la economía.
Un eufórico Rutte, que recordó que su partido ha conseguido su mayor victoria, dijo como primera reacción que los resultados suponen un "impulso para seguir con nuestra política en materia de seguridad, de inmigración, y de seguir con el curso político de los últimos dos años".
El líder laborista, Diederik Samsom, tambiíén defendió su propio frente en sus primeras declaraciones, resaltando que está dispuesto a formar un gobierno estable "siempre y cuando los resultados electorales tenga su traducción en un programa de gobierno" y puntualizando que "la política de derecha de los últimos años no seguirá".
Ambos líderes coinciden en puntos como la solidaridad con Europa del Sur -más que por principios, por propio interíés de la economía de exportación holandesa-, pero difieren en sus enfoques de ataque a la crisis del euro.