La interminable saga de la crisis del euro traslada hoy su escenario hasta el extremo geográfico más oriental de la Unión Europea. Pero la agenda sigue girando en torno al mismo tema: si España debe solicitar o no un segundo recate para aliviar definitivamente su prima de riesgo. La cita tiene lugar en Chipre, a solo unos 200 kilómetros de la guerra fratricida de Siria. En la capital chipriota, Nicosia (o Lefkosia, para los locales), se reúnen durante dos días los ministros de Economía de la zona Euro (Eurogrupo), los de la UE (Ecofin) y los presidentes del BCE y de los bancos centrales nacionales.
El titular español de Economía, Luis de Guindos, intentará arrancar durante el encuentro un compromiso de sus homólogos de la zona euro para que los rescates de la deuda pública prometidos por el Banco Central Europeo (BCE) se puedan poner en marcha sin necesidad de imponer nuevas condiciones a los países que ya están en proceso de saneamiento.
Fuentes del Ministerio aseguran que la discusión "no versará sobre el caso concreto de España sino de cualquier país que desee solicitar ese tipo de asistencia para rebajar la prima de riesgo". Pero en círculos comunitarios se da por descontado que la deuda española es la principal candidata a beneficiarse del apoyo conjunto del BCE y el fondo de rescate de la zona euro.
El Eurogrupo, sin embargo, se encuentra dividido no solo sobre las condiciones para la compra de deuda sino tambiíén sobre la conveniencia de activarlas en un momento en que los mercados parecen haberse calmado.
El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schí¤uble, se mostró ayer contrario a que España solicite la ayuda "No comparto la idea de quienes dicen que España está en el punto de mira de la especulación y tenemos que decirle al Gobierno de Rajoy que haga algo diferente de lo que está haciendo", señaló Schí¤uble en declaraciones recogidas por Bloomberg. A diferencia de Berlín, otros socios de la zona euro quieren establecer cuanto antes un cortafuegos efectivo entre España e Italia para evitar un efecto dominó que podría llegar hasta Francia.
El Gobierno español tambiíén parece dividido sobre la decisión. Pero, por si acaso, Guindos respaldará en Nicosia el planteamiento de la Comisión europea partidaria de activar los rescates para los países que cumplan las condiciones previstas en sus respectivos planes de estabilidad (objetivo del 3% de díéficit en 2014 para España) y en el procedimiento por desequilibrios macroeconómicos excesivos (España está obligada a corregir el excesivo endeudamiento tanto público como privado; los orígenes impositivos de la burbuja inmobiliaria; el díéficit generado por una tarifa de electricidad no ajustada a costes...).
Bruselas cree que el rescate de la deuda solo debería supeditarse a un calendario estricto para corregir esos desequilibrios. Pero fuentes comunitarias reconocen que el debate no está cerrado. Y que algunos ministros podrían exigir que se impongan nuevas condiciones, lo que no parece aceptable para el Gobierno español.
Como medida preventiva ante esos halcones ( Holanda, Finlandia), fuentes españolas advierten que "España se encuentra "desde agosto en una posición mucho más cómoda que en los meses previos". Y recordaron que "la prima de riesgo se ha relajado y, lo que es más importante, la liquidez del mercado ha aumentado muchísimo y entran inversores, de dentro y fuera de la zona euro, en todos los tramos de la deuda española". Además, rematan, "ya hemos cubierto el 77% de la financiación necesaria de este año".
El cálculo español, sin embargo, parece obviar que los inversores habían dado por descontado la intervención del BCE. Y que la tendencia de la prima podría revertirse tan pronto como se perciba la renuencia de Madrid a pedir la ayuda o se publique algún dato negativo sobre España. Ayer mismo, el boletín mensual del BCE advirtió que la deuda pública española podría elevarse hasta el 104% del PIB en 2016 (desde el 68,5% en 2011) si se incumplen los ajustes. Y la prima se tensó ligeramente hasta los 407 puntos.
Van Rompuy lanza el debate para crear un Tesoro
La zona euro aspira a dotarse de una suerte de Tesoro propio, respaldado con un presupuesto común al margen del de la UE y con capacidad para realizar emisiones de deuda, según el documento hecho público ayer por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. El texto, de solo siete páginas, incluye varias propuestas revolucionarias y previsiblemente políémicas para "completar la unión económica y monetaria".
Las propuestas serán debatidas ya en la cumbre europea del próximo mes de octubre. Y plantean cambios tan profundos como la posibilidad de impedir a un país que emita deuda por encima de los límites que se le han fijado o la simbiosis entre el Parlamento europeo y los parlamentos nacionales en ciertas tareas legislativas.
El embrión del Tesoro de la zona euro sería, según Van Rompuy, "un instrumento para afrontar choques asimíétricos y ayudar a evitar el contagio mediante un presupuesto central de la zona euro".
La creación de esa figura permitiría, según el documento de "emisiones conjuntas de deuda", a las que el taimado Van Rompuy acota con el adjetivo de "limitadas" para no encrespar los ánimos de entrada en Alemania, Holanda o Finlandia.
Pero el riesgo compartido por los socios de la zona euro tambiíén acarrearía, según el documento del presidente del Consejo, nuevas cesiones de soberanía en el control de los presupuestos nacionales, para no fomentar la irresponsabilidad en un gasto financiado en parte por el conjunto de los europeos.
Las propuestas revelan el intenso proceso de integración política y económica que ha desencadenado la crisis en la zona euro. Pero pueden inquietar aún más a los 10 socios restantes de la UE, que ven emerger un club cada vez más unido y ajeno.