Una idea feliz se ha deslizado en los medios en los últimos días: ¿Y si, vista la mejora de la prima de riesgo, España no pide finalmente el rescate blando? ¿Y si el mero anuncio del BCE de reabrir la compra de deuda basta para garantizar la irreversibilidad del euro? A lo que habría que añadir otra más: ¿Y si cuadramos los círculos?
El problema de esta tesis es que olvida una premisa fundamental: si bien es cierto que el nuevo programa de compra de bonos del BCE es el principal mecanismo que ahora existe para apuntalar el futuro de la moneda común, tampoco es menos cierto que el BCE ha condicionado expresamente el uso de esa herramienta a que España pida el rescate blando (línea de críédito preventiva en jerga europea). í‰sta podrá ser usada luego para comprar deuda española en las subastas del Tesoro.
Es decir, sin rescate no hay compra de bonos. De ningún tipo. Ni de los fondos de rescate ni del BCE. Si los inversores han vuelto a adquirir deuda española en las últimas semanas ha sido bien para cerrar posiciones cortas antes de la intervención del BCE, bien para, con un poco de suerte, vender esos mismos bonos a Draghi pero más caros.
Ayer mismo se encargó de recordarlo Joerg Asmussen, miembro del Comitíé Ejecutivo de la insitución, que aseguró que "la condicionalidad [que vendría de la mano de un rescate] es un imperativo, porque la experiencia nos ha demostrado que nuestras medidas de política monetaria corren riesgo de ser inefectivas si ralentizan el programa de reformas".
Y en la misma línea se atrincheró Ewald Nowotny, miembro del Consejo de Gobierno del BCE. "Si España no entra en la red de seguridad [el fondo de rescate], nosotros no podemos ayudar", afirmó el tambiíén gobernador del Banco de Austria en una entrevista publicada este fin de semana en la revista austriaca Profil. Más claro, agua.
El paquete de reformas que el Gobierno aprobará a finales de mes podría ir encaminado a convencer al BCE de que el espíritu reformista del Gobierno mantiene el vigor inicial, pero, de nuevo, esta hipótesis de trabajo obvia un punto fundamental: ya no basta con anunciar reformas, las autoridades europeas quieren tener el poder para supervisar su implementación y certificar sus resultados. Y eso solo puede garantizarlo la troika que se crearía tras la solicitud del rescate blando.
Siempre cabe la posibilidad de que estas filtraciones sobre la posibilidad de no pedir un rescate sean parte de una estrategia de negociación por parte del Gobierno, especialmente despuíés de las trabas que está poniendo Alemania a la unión bancaria (ver texto en esta misma página). Pero no deja de ser un juego peligroso.
No hace falta ser un experto de los mercados financieros para imaginar quíé harán los inversores con todos los bonos españoles que han comprado cuando tengan la mínima sospecha de que el Gobierno no tiene intención de pedir el rescate y de que, por tanto, el BCE no comprará deuda