Gas Natural se ha quedado fuera de la subasta organizada por Repsol para vender su negocio de gas natural licuado (GNL), unos activos considerados como su joya de la corona. La petrolera ha descartado la oferta presentada por la empresa barcelonesa, de la que Repsol controla el 30%, al considerar que no se aproxima a los 3.000 millones que estima ingresar para arreglar su cuenta de resultados.
Fuentes próximas a la operación han confirmado que Goldman Sachs, coordinador de la puja, ha comunicado a Gas Natural que su propuesta no vinculante (se presentaron el pasado 10 de septiembre) ha sido rechazada. En el grupo dirigido por Rafael Villaseca como consejero delegado han declinado hacer ningún comentario sobre esta información al estimar que se encuentra bajo un acuerdo de confidencialidad.
El rechazo tiene un doble efecto para Gas Natural. El negativo es que la compañía se queda sin unos activos que “encajaban perfectamente en su estrategia†y que ahora pasarán a manos de un operador ajeno al círculo que forman Repsol y la propia Gas Natural, bajo el paraguas de La Caixa. Además, hay que tener en cuenta que la petrolera y la gasista tienen firmado un acuerdo estratíégico para ir de la mano en asuntos comerciales e inversiones, que puede tambalearse si finalmente Repsol vende sus negocios de GNL a otro competidor.
La parte positiva es que para Gas Natural la compra de estos activos le suponía un esfuerzo económico que no se puede permitir en solitario. Su presidente, Salvador Gabarró, había mantenido contactos con inversores financieros e industriales para formar un consorcio que le ayudara a afrontar una operación tasada en entre 2.000 y 3.000 millone. Pero en cualquier caso le hubiera obligado a realizar una ampliación de capital para evitar una rebaja inmediata del rating.
Gas Natural sopesó mucho ese impacto en su calificación financiera porque la compra de las tres plantas de GNL de Repsol (Trinidad y Tobago, Perú y Canadá) tiene asociada una deuda de entre 3.500 y 4.000 millones. Por tanto, el montante final de la operación asciende a cerca de 7.000 millones, una cifra inalcanzable para una Gas Natural que tiene un pasivo neto de más de 16.000 millones a sus espaldas. Por ese motivo, Villaseca presentó a Repsol una oferta de apenas 1.500 millones (más la deuda), muy alejada de las pretensiones de Repsol.
Para La Caixa, dueña del 12% de la petrolera y del 35% de la gasista, la decisión de Repsol tiene tambiíén un doble efecto. El primero es de alivio porque, si Gas Natural hubiera pagado ese precio, hubiera tenido que aportar dinero para no verse diluida. Un desembolso que en estos momentos no quiere acometer por las fuertes provisiones a las que está obligada por su cartera de críéditos. El segundo es decepción al observar que se rompe la relación entre sus dos participadas.
Mejores ofertas
En Repsol, que tambiíén ha declinado hacer ningún comentario sobre el proceso, están tranquilos pese a la “baja†oferta de Gas Natural. El equipo de Antonio Brufau asegura tener propuestas mucho mejores de inversores industriales que han mostrado un gran interíés por quedarse con el GNL. Entre los que han pujado están la rusa Gazprom, la china Sinopec, British Gas y la francesa GDF Suez.
Así lo ha trasmitido Repsol en la reciente ronda de presentaciones con inversores que ha mantenido para vender la emisión de bonos a siete años de 750 millones de euros. La compañía prevíé tener acordada la venta en menos de un mes, si bien el cierre de la transacción se puede alargar al menos un semestre por la presencia de accionistas minoritarios en las plantas de Trinidad y Tobago, Perú y Canadá.
Aunque el ingreso en firme se haga a mediados de 2013, el anuncio de la desinversión es vital para Repsol. Su venta le permitiría afrontar el futuro operativo y el accionarial con más tranquilidad.