El críédito no hipotecario que reciben las familias acumula una caída del 21% desde los máximos que tocó a mediados de 2008.
Mucha agua ha pasado bajo los puentes desde que la banca se peleaba para financiar cualquier gasto que se le ocurriera hacer al español medio. Tras cuatro años de crisis, el críédito al consumo, que tradicionalmente acarrea una morosidad elevada y es de difícil recuperación por no estar respaldado por garantías reales, está seriamente tocado.
Desde los máximos alcanzados a mediados de 2008, el saldo del críédito bancario no hipotecario a familias ha caído un 20,9%, es decir, en más de 36.000 millones. Según los últimos datos publicados por el Banco de España, el ritmo de caída interanual de este tipo de financiación se situó en junio en el 7,1%, un punto por encima del promedio general. Y eso a pesar de que en el segundo trimestre haya registrado un leve repunte frente a marzo, de unos 3.000 millones, hasta alcanzar los 135.714 millones.
En esta cifra se incluyen los príéstamos concedidos por las entidades para financiar bienes de consumo duradero, como coches o electrodomíésticos, y el resto de críéditos no hipotecarios a familias. El primer grupo es el que sufre el desplome más importante, debido principalmente al hundimiento de la venta de coches en España.
En concreto, la financiación para la adquisición de bienes duraderos cerró el pasado junio en 34.726 millones, tras haber bajado un 39,8% desde los picos de 2008. El saldo ha retrocedido ya a niveles de 2001, sin que los expertos vislumbren una inversión de tendencia en el corto plazo.
La caída es menos acentuada para el resto de críéditos no hipotecarios, que lleva dos trimestres de ligeras subidas. El saldo ha vuelto a colocarse en 100.988 millones, tras perder la cota de los 100.000 en diciembre del pasado año.
¿Es moroso el críédito al consumo?
Antes de que empezara la crisis, la morosidad de la financiación al consumo solía estar por encima de la general del críédito. Tras cuatro años de crisis, la situación ha cambiado: el porcentaje de impagos de estos príéstamos está en el 7,6%, frente al 10% que ha alcanzado ya la ratio general de morosidad, impulsada por los impagos del ladrillo, que han escalado hasta el 27%.
Los bancos suelen aplicar a la financiación al consumo diferenciales más elevados que, por ejemplo, las hipotecas, debido al riesgo de estos príéstamos, que no cuentan con una garantía real que les respalde. No obstante, los expertos destacan que la mora del consumo no está relacionada exclusivamente con la situación macroeconómica, aunque claramente se vea afectada.
Las cuotas de este tipo de príéstamos suelen ser relativamente bajas y asumibles por las familias. Sin embargo, influyen otros factores cuales, por ejemplo, la rotura de un vínculo familiar, que hacen subir la probabilidad de impago.