Telefónica lanza, comercialmente, su oferta Movistar Fusión, su primera oferta verdaderamente convergente –es decir que combina servicios de telefonía fija, banda ancha fija, telefonía móvil y televisión- y que además, se ha diseñado con unos precios muy agresivos que han puesto muy nerviosos a los competidores.
La oferta está estructurada en dos modelos diferentes, uno sobre ADSL y otro sobre fibra. El ADSL es el estándar de Telefónica, con 10 megas de velocidad de bajada, tarifa plana de llamadas a fijos nacionales y 550 minutos mensuales de llamadas a móviles. A este servicio se le une una línea móvil con 500 minutos mensuales para llamadas de voz, un gigabyte de datos para navegar por Internet y el ya tradicional suministro ilimitado de SMS por parte de Movistar para todos los clientes que tienen algún tipo de tarifa plana de datos móviles. La oferta que se soporta sobre la red de fibra óptica hasta el hogar, permite una velocidad de descarga de 100 megas, tambiíén incluye las llamadas a móviles y la tarifa plana de llamadas a fijos, mientras que el servicio móvil es igual al anterior. A cada uno de estos dos servicios, que cuestan 50 euros mensuales en el caso del ADSL y 60 euros en el de la fibra (sin IVA), se les puede sumar Imagenio Familiar, el servicio de televisión de pago de Telefónica –que incluye el futbol televisado y 70 canales temáticos- por 30 euros adicionales, de forma que costaría 80 euros con ADSL y 90 con fibra.
Lo agresivo de la oferta significa que para empezar, tras cuatro años de marear la perdiz, Telefónica se ha puesto a competir, en serio.
Desde el inicio de la crisis económica, Telefónica había optado por una estrategia de minimizar los daños, con tarifas timoratas, siempre menos competitivas que las de sus rivales, para protegerse de un fuerte deterioro de sus ingresos o de su ebitda (o de ambos) si aplicaba una fuerte bajada de precios que afectase a su abultada cartera de clientes.
Esa estrategia está directamente detrás del íéxito de Jazztel y Yoigo, dos milagros españoles que no hubieran podido subsistir ni prosperar sin la crisis económica y la estrategia prudente de Telefónica.
La estrategia de Telefónica era retener a los clientes que querían pasarse a otro operador con ofertas in extremis de terminales o de rebajas de precios. Pero conforme la crisis se ha ido agravando y la sensibilidad al precio se ha hecho más evidente entre los consumidores españoles, esa estrategia era crecientemente ineficaz.
Lo demuestra el fuerte crecimiento de los virtuales, que han venido duplicando su ganancia neta de clientes en portabilidad durante los últimos años, pasando de 80.000 en 2010 a 160.000 en 2011 y a casi 350.000 en los siete primeros meses de 2012. Mientras, Telefónica perdió hasta julio medio millón de usuarios.
Pero con Movistar Fusión no se trata de defenderse en busca de minimizar los daños. Se trata de atacar y recuperar cuota a los rivales. La caída de ingresos vía perdida de clientes tenía la apariencia de no tener fin. De esta forma, al menos, aunque se produzca una fuerte caída inicial en los ingresos, en el caso -probable- de que una buena parte de los clientes que tienen fijo y móvil con Movistar adopten las nuevas propuestas, si las cosas salen bien, la sangría será abundante pero corta en el tiempo y a partir de algún momento de los próximos trimestres el grupo podría empezar a recuperar la senda del crecimiento.
Sin embargo, los rivales, y especialmente Vodafone, van a hacer todo lo posible por impedir la comercialización de este producto, que promete endurecer sustancialmente la competencia y obligar a todos los operadores a rebajar sensiblemente los precios. Ya intentaron –especialmente Vodafone y Orange- que la CMT revocase la autorización para vender los productos.
El primer ejecutivo de Vodafone a nivel mundial, Vittorio Colao, de visita en España la pasada semana, prometió recurrir a todas las instancias posibles, incluida la Audiencia Nacional y la Comisión Europea, para paralizarla.