Existe una tensa calma entre el corporate estadounidense. Con el pistoletazo de salida a la presentación de resultados correspondientes al tercer trimestre del año ya en marcha, buena parte de los balances empresariales de EEUU dejarán ver un hecho común, el elevado efectivo que amontonan las principales compañías del país.
De hecho, según la consultora Casey Research, los niveles de efectivo rondan ya los 1,4 billones de dólares, la mayor marca desde la Segunda Guerra Mundial. Una cifra que no incluye a la industria bancaria del país y que pone de manifiesto que los empresarios del país no sólo temen la incertidumbre del contexto económico al que se enfrenta el país sino un panorama mucho más apocalíptico.
Dan Steinhart, analista de Casey Research, asegura que "el efectivo, por supuesto, es un amortiguador contra la incertidumbre" sin embargo aclara que la cifra de 1,4 billones de dólares indica que "las empresas no sólo están un poco nerviosas sobre el futuro, se están preparando para un apocalipsis".
Este experto pone de manifiesto que si estas empresas decidieran usar este efectivo en un proyecto marginal con un interíés mínimo de un 1%, el beneficio total sería de 14.000 millones de dólares. "Sin embargo prefieren estar sentadas sobre montañas de efectivo y no ganar nada", asegura.
Los cálculos demuestran la prudencia que se respira entre las cúpulas directivas del corporate americano, donde es evidente que las actividad que fomentaría el crecimiento económico brilla por su ausencia. Aún así, en algún momento tendrán que comenzar a invertir de nuevo, según indica Steinhart.
De hecho, la inflación podría servir como catalizador. Al fin y al cabo, las empresas pueden tolerar unos niveles de inflación del 1,7% anual pero si dicha tasa asciende, por ejemplo, hasta el 4%, las empresas harían lo imposible por usar el dinero inactivo en cualquier proyecto, por mediocre que sea.
El lado positivo de esta situación es que la empresas "tienen el depósito lleno". "No hay necesidad de emitir acciones para recaudar fondos tienen todo el combustible que necesitan", recalca el analista de Casey Research.
Por lo tanto, todo depende ahora de los políticos y su capacidad para garantizar un entorno económico propicio para que las empresas esten dispuestas a invertir y crecer. De lo contrario, está demostrado, que el corporate estadounidense está preparado para lo peor.