Si el consejo nos lo da el gobernador del Banco de Malta, probablemente esbocemos una mueca de benevolente superioridad y pasemos de largo. Pero si se trata de un miembro del consejo de administración del Banco Central Europeo, la cosa se pone seria y estamos obligados a recapacitar sobre ello. En este caso, el consejo recibido “España debe solicitar el rescate europeo antes de que los mercados le obliguen a ello†procede del gobernador del Banco de Malta, Josef Bonnici, pero, antes de que ensayen la mueca de desprecio, piensen que es miembro del consejo de administración del BCE, así que, ojito…
No síé dónde he leído que el Gobierno quiere obtener el compromiso previo y cierto, de que la prima de riesgo bajará hasta los 200 puntos básicos tras la intervención del BCE, antes de atravesar las horcas caudinas de la solicitud de rescate. No síé si es cierto, pero me sorprende. Claro que el BCE puede hacer muchas cosas que afectan a la prima de riesgo, e incluso puede llegar a doblegarla.
Por ejemplo si concede su aval completo a las emisiones españolas. Pero una vez que tal cosa está desechada por la rigidez alemana, el programa de compra ilimitada de deuda, sólo será verdaderamente útil si es verdaderamente ilimitada. Y, eso, está por ver, pues seguro que habrá condiciones previas, que serán, siempre interpretables y que serán juzgadas por ellos mismos, en función de intereses que pueden no coincidir con los nuestros. Así que permaneceremos sumidos en esta incertidumbre estíéril, hasta que las negociaciones eternas o las elecciones constantes, nos concedan su permiso.
Pero si nuestras penas no encuentran consuelo, el ministro De Guindos si lo ha hecho. El pasado lunes dijo que el PIB del tercer trimestre no mostrará un “deterioro adicional importanteâ€. Es decir, que seguirá siendo igual de malo que el anterior, pero no peor. ¿Tiramos cohetes?. Pues lo siento pero no. La satisfacción que nos provocan nuestros logros están en función de las metas que nos fijamos y en este caso creo que De Guindos muestra un conformar excesivamente benevolente. Hay que exigirse más. Porque así, con deterioros permanentes, aunque no sean adicionales, vamos directos al colapso.