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Autor Tema: El Zorro y la plaga de gallinas  (Leído 2303 veces)

Zorro

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El Zorro y la plaga de gallinas
« en: Diciembre 04, 2007, 09:19:28 pm »
El Zorro y la plaga de gallinas

                                                                           

La Primavera habí­a llegado al Bosque, pero no era la entrada de tan hermosa estación lo que tení­a alborotados a sus habitantes. La exuberancia irracional habí­a invadido el Bosque en forma de comida. Por doquier cientos, miles de gallinas campaban a sus anchas entre la espesura, una granja las habí­a soltado por un brote de gripe aviar, para evitar costosas cuarentenas, o tener que sacrificarlas.

Las aves, lo habí­an invadido todo, y los habitantes carní­voros y omní­voros, estaban contentos, felices con tanta caza. El Zorro, el Hurón, el Lobo, el Oso... en fin, todos, disfrutaban de una abundancia iníédita hasta entonces. Cazar se habí­a convertido en una rutina, tanta facilidad aburrí­a a los habitantes, cualquiera se habí­a convertido en un experto cazador. El Zorro, no era una excepción, cazaba una gallina, o dos, al dí­a, cosa que tenia resulto a las diez de la mañana, y el resto del dí­a vagueaba, paseaba, juergueaba con sus amigos.

Uno de esos dí­as, el Zorro hizo acopio del alimento fresco necesario, y como siempre se puso a dormir. Comenzaba el anochecer, cuando su frescor, despertó al cánido. Caray!, que frí­o hace, mejor me voy a la madriguera. El Zorro emprendí­a el camino, sin notar una presencia que lo observaba. 

-Vaya Zorro, ¿ ya te vas?.
- ¿Quiíén...?. Ah!, Búho, me has asustado. Si, hace frí­o, y me retiro a la madriguera.
-Te estoy observando hace dí­as.
- ¿Para quíé, Búho?.
 -Veo que no eres capaz de analizar la situación con la debida precisión. 
- Cuíéntame, querido amigo.
- Esta abundancia no durará Zorro. Las gallinas se acabarán y despuíés quíé....
- ¡Dí­melo tú querido amigo!.
 -Pues todos tendremos que volver a cazar con dificultad y sacrificio.
- Ya, pero mientras dure, a disfrutar Búho!.
- Zorro no te das cuenta que puedes alargar la situación más tiempo que los demás.
- ¿De que manera?.
- Guardando comida para los dí­as de escasez.
- Pero Búho no voy a enterrar a todas las gallinas que cace.
- No, pero puedes conservarlas con las nuevas tíécnicas de los humanos, me refiero a la congelación.
- Es que no tengo una máquina de esas.
- Pues cómprala Zorro, un primo del Oso, venido del Polo, hace ofertas esta Primavera.
- Gracias amigo, ya lo miraríé.
El Zorro se fue meditando el consejo del Búho, y pronto decidió llevarlo a la practica. Llamó a FRIOBOSQUE, la empresa del primo del Oso, y ordenó montar un gran congelador en su madriguera. El Búho le sugirió un tamaño de dos metros cuadrados, pero el Zorro cuando decide hacer una cosa lo hace a lo grande, y triplicó las medidas.

En cuestión de diez dí­as quedó instalada tal maquinarí­a. La madriguera quedó amplí­sima, casi un palacio zorril. El cánido estaba todo orgulloso, y pronto se puso a cazar gallinas y más gallinas para llenarlo. En dos semanas, y trabajando unas 8 horas diarias, se llenó el congelador. El Zorro, todo orgulloso, fue a visitar a su viejo amigo:

- ¡Hola Búho!, -
- ¡Hola viejo amigo!.
- ¡Ya está!.
-¿El quíé?.
- Lo del congelador, ya lo tengo lleno.
- Muy bien Zorro, estupendo!.
- ¿Y ahora que hago Búho?.
- Pues disfruta de la vida como siempre Zorro.
- ¡Y para esto me he esforzado yo tanto!.
- Veo que aún no lo has entendido, ahora es cuando puedes estar tranquilo, ya que disfrutas de un idí­lico presente, y tienes asegurado un futuro sin necesidades.
- Si lo miras así­ Búho.
- Así­ es como hay que mirarlo. Puedes cazar con facilidad, y cuando la abundancia de paso a la escasez, tu seguirás comiendo gallina sin preocuparte.
- Gracias Búho, ahora lo veo claro. Tú teorí­a es que hay que saber guardar en tiempos de abundancia para no pasar necesidades en tiempos de escasez.

- Siempre ha sido así­, y siempre lo será Zorro. Ya conoces el refrán: El que guarda siempre tiene.
- Si, y esto se puede aplicar a la Bolsa.
- A todo Zorro, a todo. Muchos creen que las subidas son eternas, pero no es así­. -Las euforias dan paso al más profundo de los pesimismos. El pánico comprador da paso al pánico vendedor. Y lo que hoy, es lo prioritario, mañana, es lo accesorio. Lo seres se pelean hoy por una gallina o una acción, y mañana no la quieren ni a la mitad de  precio. El factor emocional reina en los mercados, y todo se mueve por impulsos, por emociones sin control.

- Conocer estos comportamientos, es la mejor arma para ganar en la vida y en la Bolsa.
- ¿Por eso me aconsejaste que guardara gallinas?.
- Claro Zorro!. Hay que saber prever, hay que guardar cuando sobra, en la vida hay que estar preparado para todo, de esta forma las sorpresas serán mí­nimas.

- Lo síé Búho, pero existen muchas cosas que son casi imposible de predecir. - Claro Zorro!, pero en lo material, y en concreto en Bolsa, todo es cí­clico, repetitivo, y despuíés del debido aprendizaje, puedes anticiparte a casi todo.

- Despuíés de un boom, viene un crack, despuíés un rebote, luego, una bajada  interminable hasta la claudicación final. Finalmente le sigue algo que parece un rebote, para poco a poco irse acercando al nuevo boom. Y ya tenemos el circulo completo!.
- Gracias Búho, por tu consejo de las gallinas, tambiíén lo aplicaríé a la Bolsa en los próximos meses.
- No te olvides Zorro!, vete de vacaciones en Agosto con la cartera llena de oro, los papeles díéjaselos a los demás.
- Lo haríé Búho, te prometo que lo haríé. ¡Adiós amigo!.
- Hasta luego Zorro.

El cánido se fue alejando del hogar del Búho, y fue subiendo la ladera de la montaña rumbo a su madriguera. Desde lo alto, contempló como el bello sol  rojo del ocaso dibujaba una serpiente de oro en el rí­o, entre los miles de verdes y amarillos con que la Primavera teñí­a el Bosque.

Vio al íguila dando quizá su último vuelo del dí­a, y aspiró el aroma de las primeras flores. Una energí­a especial penetraba en íél y ascendí­a cosquilleante hasta  su cerebro. El Zorro se sentí­a un ser privilegiado.

Aquello era  hermoso, realmente bello, tanto, que no necesitaba más para sentirse libre, para sentirse feliz. ¡Quíé bien voy estar este verano en mi amado Bosque, con la nevera llena de gallinas y el arcón lleno de oro!, pensaba.

Reservados todos los derechos.                               
                               


Estoy inmerso en la nueva fiebre del oro.