El 'milagro económico' alemán ha acabado
Matthew Lynn en El Economista
¿La economía que mejor rendimiento ha tenido en la última díécada? Es una pregunta fácil. No ha sido Estados Unidos, y desde luego tampoco Reino Unido. Estas dos economías turboalimentaron su rendimiento con deuda, y despuíés descubrieron que la comida gratis no existía. ¿Japón? Obviamente, no. Se quedó atascado en su segunda díécada perdida. ¿Francia, con sus altos impuestos? ¿Ha convertido un superávit comercial en un enorme díéficit? Se podría defender el caso de Australia y Canadá, pero ahora mismo ambos tienen toda la pinta de haber estado cabalgando en la ola del auge de los productos básicos, y de que les aceche un batacazo a la vuelta de la esquina.
Sin lugar a dudas ha sido Alemania. Ha crecido de manera continuada durante toda la última díécada, con la misma rapidez, por no decir más rápido, que cualquier otra economía importante. Se ha convertido en una fuerza motriz de las exportaciones, vendiendo casi tanto por todo el mundo como China, sin el beneficio de la mano de obra barata, y con todas las desventajas de unos altos costes sociales y una jornada laboral relativamente corta. Alemania exporta productos por valor de 1,547 billones de dólares cada año, suma algo superior a la de Estados Unidos, que es mucho mayor, y casi el doble de la de Japón. Su deuda total se mantiene baja, y acumula grandes superávits comerciales año tras año. Se ha convertido en tesorera de la zona euro, y en la potencia mundial importante más estable en tíérminos financieros. Es el país al que todos miran en busca de rescates, señal segura de íéxito económico.
Si la primera Wirtschaftswunder, o economía milagrosa, duró de 1950 a 1970, la Alemania posterior a la unificación de la última díécada fue la segunda. Pero ahora parece estar kaputt, como dirían en Alemania. Para los inversores eso significa que vender en corto bonos y valores alemanes bien podría ser una de las mejores opciones para 2013.
Los últimos datos económicos procedentes de Alemania sugieren que su poderosa economía está empezando a tambalearse. La producción industrial -y todavía sigue siendo en gran medida una economía industrial- se contrajo un 2,6% en noviembre. Ahora el Bundesbank prevíé un crecimiento de sólo el 0,4% en 2013, en contraste con la previsión del 1% de hace seis meses. Bien podría convertirse en toda una recesión.
Ciertamente, las economías experimentan ciclos. Hasta los más fuertes sufren alguna desaceleración ocasional, especialmente cuando todo el mundo está luchando. Pero hay tres motivos para creer que algo más serio está a punto de golpear a Alemania. En primer lugar, gran parte del auge de la última díécada llegó a lomos del explosivo crecimiento de los mercados emergentes, y de China en particular. No hay más que echarle un vistazo al destino de todas esas exportaciones alemanas. Sus vecinos de la zona euro son responsables de sólo el 40%, mientras que el resto del mundo lo es del 60%. Las exportaciones a China se han cuadruplicado en la última díécada, y ahora responden de casi el 6% del total, mientras que las exportaciones a Estados Unidos se han reducido del 10% del total de hace una díécada a aproximadamente el 6% en la actualidad.
El problema es que las exportaciones alemanas están muy concentradas, y tambiíén son vulnerables. La ingeniería mecánica, automóviles y productos farmacíéuticos responden del montante general de lo que Alemania vende por todo el mundo. Creció extraordinariamente como proveedor de bienes de capital de ingeniería de precisión y herramientas de maquinaria para los mercados emergentes. Pero esas economías se desarrollan rápidamente y se están transformando en economías de consumo. Cada vez irán necesitando menos las máquinas alemanas para construir sus fábricas, ya que harán las suyas propias. Y, según se vayan enriqueciendo, esos países necesitarán menos bienes de capital y demandarán más bienes de lujo. Un coche alemán siempre será un producto prestigioso. Pero los nuevos ricos de China o Indonesia lo que querrán serán los smartphones estadounidenses, los vinos franceses o la ropa italiana, no el tipo de cosas que las compañías alemanas fabrican. La economía alemana se ha beneficiado mucho de una fase de crecimiento de los mercados emergentes, pero esa fase ya ha terminado.
Recesión en la zona euro
En segundo lugar, la recesión de la zona euro puede alcanzarla. Economías como Italia y España se mantendrán estancadas en la recesión durante mucho tiempo. La economía italiana se está contrayendo un 2% este año. La economía española se contrajo un 1,4%. El PIB de Francia está estancado. Así que no sólo es probable que se estanque la demanda del 60% de las exportaciones alemanas que se destinan al resto del mundo, sino que tambiíén sufrirá el 40% que se destina a la zona euro. Cierto es que la demanda nacional podría recibir parte de la inactividad, pero Alemania jamás ha desarrollado ese tipo de economía de tarjeta de críédito que permite, por ejemplo, a EEUU escapar de los desplomes de la demanda global. Si las exportaciones sufren, no es muy probable que los compradores alemanes acudan al rescate. Tampoco lo hará el Gobierno. A pesar de lo que a veces se lee, la deuda del Estado alemán es alta. Con un 82% del PIB no es tan alta como la de Italia, pero es comparable a la de Reino Unido y superior a la de España. Eso no deja espacio alguno para un estímulo importante por parte del Estado.
En tercer lugar, las letras de la crisis de deuda de la zona euro están empezando a vencer. Hasta la fecha no han costado dinero de verdad, simplemente una inacabable serie de maquillajes y promesas. De hecho, Alemania ha sacado beneficio del dinero utilizado para rescatar a la periferia. Le cuesta menos al Estado alemán tomar a príéstamo de lo que les cobra a Grecia e Irlanda por los críéditos. Esto no puede durar. Antes o despuíés, gran parte de la deuda helena tendrá que cancelarse, y lo mismo ocurrirá con buena parte de la italiana y española. Las letras acabarán en Alemania, directamente en los libros del Estado, o en los balances de los bancos, que tendrán que ser rescatados. Acabará en una explosión de la deuda en un momento en que la economía se desliza hacia la recesión, e incluso podría forzar recortes en el gasto de la Administración.
Para los inversores, esto tiene un mensaje muy claro. Mientras algunas de las bolsas como Italia y España parecen relativamente baratas, siempre y cuando puedan superarse los problemas políticos, los activos alemanes parecen muy caros. El DAX se hundirá y los precios federales caerán bruscamente cuando el pasivo de Alemania resulte patente. ¿Contra quíé apostar ahora mismo especulando que su valor va a caer? Alemania.
Matthew Lynn, director ejecutivo de la consultora londinense Strategy Economics