Por… Carlos Parodi
Amíérica Latina es la región más desigual del mundo pero se ha hecho “menos desigual†en los últimos diez años. De acuerdo con Cepal y con cifras actualizadas a 2011, en promedio, el 10% más rico de la población concentra el 32% de los ingresos totales, mientras que el 40% más pobre recibe solo el 15%.
En el caso del Perú, el 40% más pobre recibe el 16.1%, ligeramente superior al promedio regional. El 10% más rico concentra el 28.3% del ingreso, cifra menor que en Argentina (30.5%), Bolivia (30.6%), Brasil (39.5%), Chile (37.5%), Colombia (35.6%), Míéxico (29.7%) y Paraguay (38.0%).
Otra forma de medir la desigualdad es a travíés del coeficiente de Gini. En el Perú, el gini se redujo de 0.525 en 2001 a 0.452 en 2011, una mayor disminución comparada con Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y Paraguay, entre otros países de la región. Ahora bien, estos resultados nos permiten concluir que la desigualdad de ingresos se ha reducido en el Perú más que el promedio de la región; y esa es una buena noticia. Sin embargo, a pesar de la mejora, Amíérica Latina se mantiene como la región más desigual del mundo. A manera de comparación, el gini en Europa se ubica en torno de 0.35.
Ahora bien, una reducción de la desigualdad significa que aquellos con menores ingresos experimentaron, en tíérminos porcentuales, aumentos mayores, comparados con el grupo de mayores ingresos. En otros tíérminos, los ingresos aumentaron para todos, pero lo hicieron en mayor proporción en aquellos con menores ingresos. Ello coincide con un hecho objetivo: en el mismo período, la región atravesó por un período de crecimiento alto, conocido como ciclo expansivo, en gran parte impulsado por los altos precios de las materias primas debido al crecimiento de China e India, que constituyen el 40% de la población mundial.
Los buenos resultados económicos unidos a la reducción, tanto de la pobreza (ver post anterior) y de la desigualdad casi no han generado una mejora en la percepción y confianza en las instituciones. Ello genera que sea difícil lograr acuerdos respecto de medidas en favor de la reducción de la desigualdad. De acuerdo con encuestas administradas por la Cepal, el 79% de la población considera que la distribución de ingresos en su país es injusta o muy injusta. Respecto de 2002 ha habido una mejoría, pues en ese año el 87% de los encuestados opinaba lo mismo. Respecto del porcentaje de aquellos que desconfían de las instituciones políticas y del Estado fue de 62% en 1996 y de 61% en 2011, es decir, prácticamente no ha cambiado. Perú presenta la peor situación entre los países de la región, pues la proporción de la población que desconfía de las instituciones ascendió a 77% en 2011. Existe una correlación sólida entre la percepción de desigualdad y la confianza en las instituciones.
En tíérminos simples, a menor confianza en las instituciones, mayor percepción de injusticia en la distribución de ingresos. La gente no cree en el poder legislativo, ni en el judicial ni en los partidos políticos. Sin un marco institucional sólido, que promulgue leyes adecuadas, garantice los derechos de propiedad y un poder judicial honesto y libre de corrupción, no es posible esperar desarrollo. No hay modelo económico ni programas sociales que funcionen sin un marco institucional adecuado, lo que no quita que la desigualdad debe seguir disminuyendo. El fortalecimiento institucional debería estar en el tope de la agenda.
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El coeficiente de Gini es un número que fluctúa entre 0 y 1. Va desde la perfecta igualdad (cero), donde todos los habitantes reciben el mismo ingreso hasta 1 que representa la perfecta desigualdad, pues solo una persona recibe el 100% del ingreso.