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La divisa egipcia, la libra, está hoy en caída libre tras un pronunciado descenso a su nivel más bajo de ocho años, 6,30 por dólar, presionada por la crisis política en que se debate el país.
El Gobierno del presidente Mohamed Morsi optó este sábado por detener la sangría de divisas fuertes de las arcas nacionales, estimada en 20 mil millones de dólares en dos años, para mantener el valor de su moneda.
Con ese propósito horas atrás realizó una subasta de dólares resultante en el descenso de casi cinco piastras por unidad estadounidense, una tendencia que era de esperar dadas las presiones causadas por la situación política y que puede considerarse una "devaluación de terciopelo".
La divisa nacional, la libra, que los egipcios llaman guinea, se divide en 100 piastras.
El primer ministro Hicham Qandil era reticente a tocar el valor de la moneda en medio de la polarización causada por la promulgación días atrás de la Constitución, aprobada en referendo por el 63,8 de los votos, con una asistencia a las urnas próxima al 33 por ciento de los sufragantes.
Es de esperar que la caída en picada de la moneda tenga efectos inmediatos en los precios de la canasta básica con el consiguiente descontento de los sectores de más bajos ingresos, atribulados por el desempleo y la parálisis de la economía.
Todos malos augurios para el futuro inmediato a pesar de que el presidente Morsi prometió que la proclamación de la Carta Magna culmina el proceso de transición a la democracia y, por ende, da paso al reinicio de la actividad productiva.
La gran interrogante ahora es la estrategia que adoptará la oposición, negada a dialogar con las autoridades a menos que se cumpla su demanda de elegir una nueva Asamblea Constituyente y elaborar una Carta Magna aprobada por consenso.
De su lado, el jefe de Estado cifra sus esperanzas en la conclusión del acuerdo para la concesión de un príéstamo del Fondo Monetario Internacional de cuatro mil 800 millones de dólares para equilibrar el presupuesto, un remedio temporal en las actuales circunstancias y que llegará con condiciones.
Ese cuadro está agravado por la pugna entre los sectores islamistas, atrincherados en los avances de sus tesis, y los laicos, persuadidos de que ceder terreno implica a largo plazo, su extinción como factor de influencia en la sociedad egipcia.