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La población francesa recibe hoy el nuevo año con un incremento en determinados impuestos y nuevas tarifas para varios servicios públicos, entre ellos el gas, la electricidad, el transporte y el correo.
Desde este 1 de enero comienza a cobrarse en la nación gala un tributo adicional del 45 por ciento para todas las personas con ganancias superiores a los 150 mil euros anuales.
La nueva tasa fue una promesa de campaña del presidente Franí§ois Hollande y abarcará a unos 50 mil contribuyentes en todo el país, que aportarán un ingreso suplementario al presupuesto del Estado de cerca de 320 millones de euros anuales.
Un impuesto extraordinario y provisional del 75 por ciento para las utilidades superiores al millón de euros cada año no entrará en vigor porque fue derogado a última hora por el Consejo Constitucional francíés.
Por otra parte, todos los hogares donde exista al menos un receptor de televisión pagarán en 2013 una contribución de 131 euros, lo cual significa un incremento de seis euros respecto al año reciíén finalizado.
Las tarifas del gas, la energía elíéctrica y el precio del pasaje en el transporte público se incrementan entre dos y 2,5 puntos y tambiíén subirá el servicio del correo, lo que impactará en el costo de la vida, sobre todo para las familias con menos recursos.
Todas estas medidas están contempladas en un riguroso plan de ajuste presupuestario puesto en práctica por el gobierno para equilibrar las finanzas públicas y adecuarlas a las exigencias de los tratados de austeridad europeos.
Con el primer día del año comienza tambiíén a correr una modesta alza en el valor del salario mínimo de 0,3 por ciento, considerada como insuficiente por las organizaciones sindicales para enfrentar las nuevas tarifas en los servicios.
El gobierno acordó, además, un aumento de entre ocho y 12 euros en el subsidio conocido como "ingreso de solidaridad activa", destinado a ofrecer una ayuda mínima a las familias más pobres y que beneficia a 1,8 millones de habitantes en Francia.
La llegada del 2013 pone fin a la venta en todo el país de los denominados bombillos incandescentes o de filamento, nacidos a finales del siglo XIX y que serán sustituidos por lámparas de otras tecnologías con menos consumo de energía, aunque de precio más elevado.