España y Estados Unidos firmaron ayer un nuevo convenio para evitar la doble imposición entre ambos países. Un hito perseguido durante años por las empresas estadounidenses radicadas en territorio nacional, ya que el anterior acuerdo –fechado en 1990- se había convertido en todo un lastre para sus proyectos por la elevada fiscalidad que les obligaba a afrontar. De hecho, EEUU realiza la mayor parte de su desembolso en España de forma indirecta, a travíés de sociedades base ubicadas en otros países europeos. Según datos de la Cámara de Comercio Americana en España (AmChamSpain), hasta dos tercios de la inversión norteamericana recurre a esa vía para pagar menos tributos.
“En general, buena parte de la inversión estadounidense y extranjera no europea triangula por Bíélgica, Holanda o Luxemburgo. Sin embargo, en el caso de España, hay un incremento muy importante de ese modelo respecto a nuestros socios comunitariosâ€, explica Jaime Malet, presidente de la AmChamSpain. “El Convenio de 1990 no era un buen acuerdo. El nuevo pacto –que deja prácticamente a cero la tributación por las ganancias de capital, dividendos y royalties- tendrá un efecto incentivador de la inversión. Es el mejor convenio que va a tener España con terceros paísesâ€, zanja Malet. La Cámara ya publicó en 2009 un estudio, elaborado por diferentes bufetes, en el que argumentaba el impacto en sus firmas del Convenio de 1990.
“El stock de inversión neta acumulada en 2007 procedente de EEUU ascendía a 44.500 millones de euros por país último de la inversión, pero tan solo a 15.700 millones por país inmediato. La diferencia, de 28.800 millones (el 64% del total), muy superior a la diferencia que arroja cualquier comparación de las cifras entre inversión directa e indirecta recibidas de cualquier otro país, pone de manifiesto la triangulación que tienen que llevar a cabo las empresas estadounidenses para evitar los efectos perniciosos de un Convenio (…) muy poco atractivo para el fomento de la inversión“, reza el documento, elaborado por firmas como Garrigues, Ernst &Young o Baker & Mckenzie. Pese a que los datos son antiguos, Malet explica que los guarismos no han variado de manera sustancial.
El nuevo Convenio fue suscrito ayer por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y el embajador de Estados Unidos en España, Alan D. Solomont. El Gobierno español no escondió que uno de los objetivos del acuerdo es evitar operaciones triangulares, además de eliminar obstáculos a la inversión y generar entre España y EEUU unas relaciones homologables a las que existen entre los países de la UE. El documento entrará en vigor tres meses despuíés de que sea ratificado por los respectivos Parlamentos y, además de las citadas mejoras fiscales, introduce una cláusula de arbitraje para resolver posibles conflictos sin necesidad de acudir a los tribunales.
Más empleo directo
Según Malet, el nuevo acuerdo será pieza clave para lograr uno de los objetivos que se ha marcado la Cámara este año: aproximar el volumen de empleo que generan las empresas estadounidenses en España al que asumen en otros países europeos. Y es que los 200.000 puestos de trabajo directos que las firmas norteamericanas aglutinan en territorio nacional quedan muy lejos de los 280.000 que registran en Italia, 500.000 en Francia, 700.000 en Alemania, y el millón del Reino Unido. “Se puede atraer mucha inversión con la nueva fiscalidad, y eso provocará un revulsivo brutalâ€, explica el presidente de la AmChamSpain.
El documento publicado en su día por la Cámara tambiíén recordaba la posibilidad de que las empresas estadounidenses acometieran un proceso de fuga por los altos gravámenes que afrontaban en España. “La situación actual, de crisis y relocalización de procesos productivos, puede suponer el cierre y deslocalización de numerosas industrias fabriles en España, muchas de ellas de origen estadounidense. Para compensar esta inevitable tendencia, un nuevo y mejorado convenio puede ser un instrumento de promoción muy adecuado para hacer que España sea más atractiva para nuevas inversiones estadounidenses que sustituyan a las que terminen deslocalizándose o cierrenâ€, exponía el documento.
La firma de este acuerdo se produce apenas unas semanas despuíés que Solomont se dirigiera vía conference call a unas 40 multinacionales norteamericanas para explicar la situación real de España y detallar las oportunidades de inversión que ofrece el país. Una intervención que aprovechó para avalar la reforma del sector financiero y las medidas de austeridad puestas en marcha a raíz de la crisis. La conferencia contó con representación de gigantes como General Electric, McKinsey, Abbot, Lilly, Citibank, IBM, Pfizer, United y American Airlines, Xerox, Pepsico, Warner o Nike, entre otras. Un panel de excepción que no dejó de expresar su inquietud por la situación de la fiscalidad en España con la subida de impuestos acometida por el PP tras su llegada al poder.