Por... Marta Miera
Salieron de su país a la rica Europa en busca de prosperidad y hoy vuelven a Marruecos a vender vacas, comercializar softwares o a construir hoteles, ya que para muchos la tierra promisoria ha cambiado de orilla.
"Me llamaban de forma cariñosa 'la morita' porque era la única marroquí de Malpica de Tajo", una localidad en la provincia de Toledo, explica Aziza Sehli, que en 16 años ha pasado de buscarse la vida en España a vender en Marruecos ganado español tras montar una empresa.
En 1997, con 23 años de edad y licenciada en derecho, Sehli decidió hacer las maletas y marcharse de Kenitra, su ciudad natal, en busca de oportunidades en España.
Sin papeles y sin hablar español, comenzó trabajando en los campos de Toledo recogiendo aceitunas y terminó montando una asociación de ayuda a los inmigrantes marroquíes.
Trabajando con los inmigrantes le empezó a rondar la idea de hacer algo en su país, y la crisis que asfixia a España fue determinante para que decidiera asociarse con dos españoles, y juntos creasen la empresa de ganadería en Marruecos.
Sehli asegura que "las cosas en Marruecos pueden ser muy fáciles, y tambiíén convertirse en una pesadilla", mientras que uno de sus socios recuerda con semblante serio el calvario que vivió cuando intentó varias veces introducir por su cuenta ganado en este país: "Me engañó todo el mundo. Fue imposible".
En los últimos años, el gobierno marroquí ha intentado implicar a inversores internacionales, entre ellos a la diáspora marroquí, en el desarrollo del sector privado; sin embargo, los empresarios se encuentran sistemáticamente frente a complicaciones administrativas, jurídicas o fiscales, entre otras.
Según el listado de "Doing Business" sobre la facilidad para montar un negocio, Marruecos está en el puesto 97 de un total de 185 países.
La comunidad marroquí residente en el extranjero alcanza los tres millones de personas -casi un 10% de la población en Marruecos-, de los cuales el 85% están instaladas en Europa, y las remesas que envían representan alrededor del 9% del PIB del país.
Para motivar la inversión de la diáspora marroquí y fomentar el empleo, asociaciones de Alemania, Holanda, Francia y Marruecos ayudan a los inmigrantes a crear pymes y microempresas en su país de origen.
"La idea es movilizarles para que con los conocimientos adquiridos contribuyan al desarrollo económico del país, y se cree así una red de comercio entre Marruecos y Europa", apunta Esalam Arfan, coordinador de la asociación IntEnt Maroc, encargada de realizar el estudio de mercado, el desarrollo del plan de negocio y el asesoramiento a los inversores.
Según Arfan, "Face Maroc (un proyecto financiado en su mayor parte por la UE que se inició en 2009 para facilitar la creación de negocios a los inmigrantes marroquíes en Europa) ya ha permitido la formación de 236 empresas con una inversión total de 11 millones de euros que han generado 850 empleos".
Entre estas empresas figura "Tolken (Toledo-Kenitra)", la sociedad de Aziza Sehli y sus colegas, así como otras tan diversas que van desde las nuevas tecnologías, al turismo, la venta automovilística, la energía fotovoltaica o los salones de belleza.
"La crisis en Europa ha aumentado la demanda", comenta Arfan, quien señala que los marroquíes asentados en Italia y España forman parte de las inmigrantes que muestran más interíés en hacer negocios, ya que son los más afectados por la crisis económica y financiera.
La gran mayoría de estos empresarios supervisan su negocio desde el extranjero, y para muchos los proyectos representan la posibilidad de volver en un futuro a Marruecos, ya que además del factor económico "está la cultura, el clima, la educación, la religión y sus raíces", concluye Arfan.