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Autor Tema: Ausencia de halagos...  (Leído 738 veces)

OCIN

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Ausencia de halagos...
« en: Enero 20, 2013, 08:46:43 pm »

 
ví­a Tema Ciencia (c) | EL PAíS de Ferran Ramon-Cortes el 19/01/13

 
Despuíés de diecinueve años de trabajo en una multinacional de publicidad, Fíélix decidió cambiar de aires y fichó por una pequeña agencia local. En sus primeros dí­as de trabajo en la nueva oficina, uno de los directores lo llamó y le pidió si podí­a preparar una presentación para un cliente. Tení­a solo dos dí­as.
 
Fíélix trabajó con intensidad y a las cuarenta y ocho horas le dejó al director el dosier de la presentación en la mesa. Al poco rato, el director fue a verlo y con la presentación en la mano le dijo:
 
–¡Brillante!
 
Jorge no sabí­a cómo interpretar aquellas palabras y se apresuró a decirle:
 
–Lo siento, he tenido solo dos dí­as, he trabajado muy rápido, quizá demasiado, y no todo está como me gustarí­a, pero no he podido hacer más…
 
El director lo miró con extrañeza y le cortó el discurso para decirle:
 
–Fíélix, parece que no me estás entendiendo, te estoy diciendo que me parece brillante, te estoy dando las gracias.
 
Jorge se disculpó:
 
–Perdona, es que pensaba que lo decí­as con ironí­a porque esperabas un trabajo mejor.
 
El director, con expresión contrariada, le dijo:
 
–Amigo, estás fatal. No síé cómo te trataban en tu antiguo trabajo…
 
Somos implacables transmitiendo a los demás nuestras crí­ticas y sin darnos cuenta omitimos los halagos. Cuando algo no nos gusta de otro, cuando ha hecho algo mal, sentimos la necesidad de decí­rselo. Y si ocupamos una posición de poder, esta necesidad se convierte en una responsabilidad más de nuestro trabajo. Sin embargo, cuando las cosas salen bien, cuando estamos contentos del trabajo de alguien o nos gusta especialmente algo de su manera de hacer las cosas, nos cuesta muchí­simo decí­rselo. Nos parece innecesario y hasta contraproducente. Como le oí­ decir a un alto ejecutivo a propósito del excelente trabajo de un subordinado, “mejor no decí­rselo, que se lo cree y se relaja”.
 
Lo cierto es que con mayor o menor consciencia de ello, nos sobrecargamos los unos a los otros de crí­ticas y reproches, y prescindimos de los halagos y los reconocimientos. Recibimos propor­­cionalmente muchos menos halagos que crí­ticas, a pesar de que, como ha demostrado la investigación cientí­fica, necesitarí­amos para un correcto equilibrio emocional al menos cinco halagos por cada crí­tica, ya que para la mente humana lo malo es más fuerte que lo bueno.
 
Nadie es inmune a la sobrecarga de juicios negativos. Al mismo tiempo, todos necesitamos una dosis razonable de reconocimiento. La ausencia de halagos deja huella en nuestro estado emocional: la persona que solo recibe crí­tica en lo que hace acaba creyendo que hace las cosas mal, y que no es bueno en su trabajo. Acaba perdiendo la autoestima.
 
En el caso que he descrito, Fíélix dudaba de la intención de las palabras de su nuevo director, porque tras años y años de ausencia de reconocimientos y de crí­ticas innecesarias habí­a dejado de creer en sí­ mismo y no concebí­a que aquel comentario pudiera ser un halago.
 
La falta de reconocimiento mina la autoestima. No a todos por igual y de la misma manera, pero lo hace. Y si se combina con una sobredosis de crí­tica, el efecto se multiplica.
 
Serí­a bueno revisar nuestro comportamiento comunicativo con los demás: ¿cuándo fue la última vez que le reconocí­ a determinada persona algo bueno?, ¿me cuesta decirle lo que me gusta de íél?, ¿me ahorro sistemáticamente los halagos? Y corregir el balance entre crí­ticas y halagos.
 
Es bueno halagar generosamente a los demás cuando lo merecen, como es bueno saber recibir y disfrutar de un halago merecido. Ambos comportamientos son signo de seguridad interna. Lo que no es bueno en absoluto es llegar a depender de los halagos de los demás, ya que ello nos hace terriblemente vulnerables. Cuando dependemos del reconocimiento ajeno para sentirnos bien, acabamos haciendo lo que sea necesario para obtenerlo, prescindiendo, en el lí­mite, de nuestros propios valores.
 
Contaba el desaparecido maestro Oriol Pujol Borotau que nuestra autoestima es como un gran saco que llenamos cada dí­a con todo lo bueno que nos ocurre. Pero este saco tiene un agujero, de manera que por la noche va perdiendo su contenido, y cada mañana necesitamos llenarlo de nuevo. Podemos llenarlo desde fuera –con el reconocimiento y la estima de los demás– o podemos llenarlo desde dentro –con nuestra propia estima y reconocimiento–. Si lo hacemos desde fuera, cada mañana viviremos la angustia de tener que lograr el reconocimiento de los otros, de tener que hacer cosas para que estíén contentos y nos lo den. De tener que ganarnos su estima. Y si el reconocimiento no llega, el saco no se llena y nos sentiremos mal. Si, en cambio, nos acostumbramos a llenarlo desde dentro, desde nuestra propia estima, seremos seres independientes y podremos vivir el reconocimiento de los otros –si llega– como un gran regalo, pero no como una necesidad para nuestra subsistencia.
 
Quizá nos toque vivir en un entorno parco en halagos y lleguemos a dudar de nuestras capacidades y aptitudes. No será una situación agradable, sin duda, pero incluso en estos casos hay un trabajo que siempre podemos hacer para no perder la autoestima: tomar consciencia de nuestras virtudes.
 
Para ello ayuda mucho un sencillo ejercicio: escribirlas. Hacer una lista de veinticinco virtudes que consideramos nuestras y, una vez completada, pegarla en el espejo del baño para leerla cada mañana. Si la lista es demasiado corta, pidamos ayuda a los amigos. Que nos ayuden a confeccionarla con todo aquello que ellos experimentan de nosotros en positivo y que quizá nosotros no somos capaces de ver. Si es demasiado larga (ocurre pocas veces), una pequeña dosis de humildad nos ayudará a recortarla saludablemente.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...

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Re: Ausencia de halagos...
« Respuesta #1 en: Enero 22, 2013, 08:15:17 pm »
Muy interesante. Gracias Ocin