Despuíés del bombardeo de información al que nos vemos sometidos, todos tenemos en mente que en estos momentos vivimos un periodo de crisis que quizás deberíamos de racionalizar, en realidad lo que estamos viviendo, es más una transformación de magnitudes colosales de la economía mundial. En muy poco tiempo el número de personas que se ha incorporado al universo industrial mundial se ha multiplicado por cuatro, y lo preocupante es que no tenemos ningún referente anterior con el que poder comparar la situación actual. El impacto de China e India en la economía mundial ha sido enorme.
Los últimos 50 años han sido de clara dominación americana, EE.UU. ha sido el modelo que todas las economías parecían seguir pero el ranking de los países más ricos ha cambiado, China es ya la tercera economía mundial y su auge parece imparable.
El problema radica en que mientras unos países crecen y crecen, otros ven peligrar su tradicional modo de vida, ya que es evidente que una economía de crecimiento cero nos lleva a la represión del consumo en casa y a la rapiña fuera. A día de hoy existe un gran riesgo de que no podamos mantener los niveles actuales de prosperidad.
El Fondo Monetario Internacional (muy optimista) asegura que lo peor de la crisis ya ha pasado, lo más probable es que el pánico financiero haya remitido pero los ajustes reales, los que tendremos que hacer usted y yo para ajustar nuestra economía, esos que notaremos todos los ciudadanos, apenas han comenzado. Las propiedades inmobiliarias han reducido sus precios de manera considerable. Asistimos a una incesante presentación de quiebras de sociedades otrora modíélicas, perdidas de empleo por doquier, hipotecas impagables… Consumimos, pero bastante menos.
Además, la crisis ha disminuido la credibilidad que teníamos en los bancos, aunque es sobradamente conocido que estos, presentan una gran capacidad para correr grandes riesgos en busca de beneficios. Sería deseable que “alguien†les exigiera muchísima más transparencia, creo que no es aconsejable mantener un sector financiero generador de enormes beneficios a sus accionistas e incontables problemas al resto de personas.
Cuando se reduce de manera drástica el consumo interno, esta píérdida puede ser equilibrada con la demanda externa pero nuestra situación no es muy halagí¼eña, hemos perdido competitividad, tenemos un bajo desarrollo tecnológico y nuestra industria es muy vulnerable a la competencia. Podríamos pensar que la integración de los inmigrantes en nuestro tejido industrial tendría un impacto positivo en la situación general pero todos sabemos que este “empujón†se va diluyendo, es cierto que la inmigración aumenta el tamaño de la economía pero no así el bienestar de la sociedad.
Durante años nos han hecho creer que todo iba bien si la economía crecía y además pensábamos que este crecimiento no podía tener fin, hoy despuíés de ver como pagamos un 50% más por nuestra hipoteca, o comprobar que llenar el carro de la compra nos cuesta bastante más que hace un año, estemos en puertas de exigir que el modelo económico debería ser sostenible y puede que haya llegado el momento de afilar el “cuchillo†y repartir el “pastel†de otro modo.
Salud y suerte en las inversiones, la vamos a necesitar.