El dinero circula un 19,2% más 'lento' en las bolsas españolas que en 2007
Por Pedro Calvo para el Economista
Andríé Kostolany, uno de los grandes inversores de la historia bursátil, escribió en su día que "el dinero es el oxígeno de los parquíés". Dando por válida esta máxima, los mercados españoles están teniendo problemas para respirar en 2008. El pasado martes se celebró la sesión número 147 del presente ejercicio, una cifra que en 2007 resultó mágica. En dicha jornada del pasado año, la negociación bursátil batió su ríécord de precocidad y superó el billón de euros.
Descenso de las cotizaciones
Doce meses despuíés, el saldo acumulado en las mismas sesiones ha sido menos espectacular: se situó en los 808.214,5 millones de euros, un 19,2% inferior. O lo que es lo mismo, la circulación del dinero se ha frenado de 220.372 a 177.930 euros por segundo en 2008.
Más allá de ser una fría estadística, estos datos constituyen una mala noticia para los inversores. En primer lugar, porque representan un mal presagio. El volumen de negocio no registra un recorte anual desde 2002, que es precisamente el último año en el que el Ibex 35 ha padecido números rojos.
En concreto, la contratación descendió entonces un 0,22%, mientras que el índice de referencia de los mercados españoles cedió un 28,1%. Hasta la fecha, esa conexión entre una caída del dinero y de las cotizaciones se está reeditando, ya que el retroceso del Ibex en 2008 alcanza el 23%.
La seguridad de los inversores disminuye
En segundo lugar, la menor negociación actúa al mismo tiempo como síntoma y como agravante de las turbulencias. Así, la incertidumbre financiera y económica provoca que los inversores se alejen con su dinero de los parquíés, una reacción que incrementa la inestabilidad.
Cuando la contratación baja, los saltos de precios de los títulos son más bruscos, lo que acelera el nerviosismo e impide el retorno de los inversores. A su vez, al bajar la negociación y agudizarse las variaciones de las cotizaciones, es más complicado vender cuando se quiere. Además, mientras el dinero no regrese, los posibles rebotes alcistas no serán del todo consistentes.
Como consuelo, el hecho de que haya menos dinero en los descensos del que hubo en los ascensos registrados en 2007 atenúa la virulencia de las caídas. De hecho, en enero, cuando el Ibex firmó el peor arranque de su historia con un descenso del 12,9%, el volumen rompió todos los registros al crecer hasta los 182.768 millones de euros, una cifra que sirvió de combustible para los recortes.