El próximo martes se reunen los hombres de la FED
Pedro Calvo para El Economista
La Reserva Federal (Fed) celebrará el próximo martes una reunión que resultará clave para el futuro más inmediato de la entidad. En juego no sólo está en quíé hará el banco central norteamericano con los tipos de interíés, sino tambiíén otras dos cuestiones de mucho mayor calado: la autoridad del presidente de la entidad, Ben Bernanke, y la cohesión del Comitíé Federal del Mercado Abierto (FOMC, en sus siglas en inglíés), el órgano encargado de establecer el precio oficial del dinero en la primera economía mundial.
Cuando la Fed redujo los intereses del 5,25% al 2% entre septiembre de 2007 y abril de 2008, asumió riesgos importantes. Ese ciclo bajista, el más intenso desde 1984, significaba que la entidad daba absoluta prioridad a la lucha contra la debilidad de la economía, mientras que relegaba a la inflación a un segundo plano. La situación requería una actuación urgente, y los hombres de Bernanke entendieron que la solución más adecuada pasaba por una rápida rebaja de los tipos.
Por ahora, esas medidas, combinadas con los cheques fiscales devueltos por la Casa Blanca, han alejado la sombra de la recesión. Los datos, de momento, así lo demuestran, ya que EEUU creció en el primer trimestre a una tasa interanual del 1%, cifra que podría haber aumentado hasta el 2,3% entre abril y junio -los primeros datos se conocerán el jueves-.
Pero, de forma paralela, los riesgos han aflorado. El encarecimiento del petróleo y otras materias primas y la debilidad del dólar como consecuencia de los recortes de los tipos de interíés han provocado una apreciable escalada de los precios. Desde diciembre, la tasa de inflación ha pasado del 4,1% al 5%, la más alta desde mayo de 1991.
Subida del precio del dinero
Esta preocupante evolución ha generado reacciones en la Fed. La primera consistió en interrumpir el proceso de recortes del precio del dinero, ya que en la reunión de los días 24 y 25 de junio lo mantuvo en el 2%. En cuanto a la segunda, pasa por el incremento de los integrantes del FOMC que apuestan por subir los intereses para atajar las presiones inflacionistas.
El socio más consistente de este grupo es Richard Fisher, presidente de la sede de la Fed en Dallas. Sin duda, se ha ganado a pulso ser el miembro más contestatario del banco central estadounidense en 2008. No en vano, hubiera preferido menores recortes de los tipos en las citas del 31 de enero y del 18 de marzo, votó en contra de la rebaja del 30 de abril y fue el único que apoyó un repunte de los intereses en junio. Es, por tanto, el mayor halcón de la Fed, denominación con la que se identifica a los banqueros centrales más proclives a endurecer las condiciones monetarias.
Más voces discrepantes
Pero ya no se encuentra solo en su vuelo. En las dos últimas semanas se han sumado a su causa el presidente de la Fed de Minneapolis, Gary Stern, y el de la Fed de Filadelfia, Charles Plosser. "No podemos esperar a que observemos claramente que los mercados se han normalizado o a que la economía crezca robustamente para subir los tipos", aseguró el primero el 19 de julio.
Apenas tres días despuíés, Plosser se pronunció en tíérminos similares: "Necesitaremos empezar (a elevar los tipos de interíés) más pronto que tarde y creo que probablemente será preciso comenzar antes incluso de que el mercado laboral y los mercados financieros se hayan dado la vuelta".
Teniendo en cuenta que el FOMC está compuesto ahora por diez miembros -hay dos vacantes-, los halcones han alcanzado un peso considerable. ¿Significa esto que la Fed elevará los tipos el 5 de agosto? No, sería demasiado prematuro. De hecho, el 89% de los analistas consultados por Bloomberg apuesta por el mantenimiento. Sin embargo, la presencia de ese tridente puede provocar que la institución endurezca su discurso o incluso que anticipe subidas de los intereses desde septiembre. O eso, o Bernanke tendrá que sacar a relucir todas sus dotes diplomáticas para no encontrarse con un cisma en el seno de la entidad.
En un momento en que la incertidumbre es muy alta, una votación de la Fed en la que tres miembros se opusieran a la decisión final sería una señal demasiado peligrosa. Así, o les convence de que templen sus ansias por un tiempo o suma a los restantes miembros a la causa antiinflacionista. De lo contrario, su autoridad como presidente quedará muy dañada.