El concurso de acreedores de Reyal Urbis ha puesto de manifiesto el enorme peligro de los críéditos refinanciados de la banca española, lo que los analistas denominan la "morosidad oculta". La refinanciación ha sido una práctica generalizada para contener la mora y las provisiones, hasta el punto de que alcanza el 16% de la cartera crediticia en España del banco presidido por Emilio Botín y el 10% de la de la que regenta Francisco González. Y lo más llamativo es que estos riesgos tienen una cobertura muy reducida, en torno al 15% en ambos casos.
La práctica de las refinanciaciones es conocida en el sector como la "patada a seguir", y recientemente JP Morgan la denominaba "delay and pray" (retrasar y rezar). Es decir, cuando un cliente no puede pagar un príéstamo, se le da más tiempo con la esperanza de que en el futuro las cosas le vayan mejor y logre saldar la deuda. Ahora bien, en muchos casos esas esperanzas no tienen ningún fundamento, como evidencia el caso de la inmobiliaria de Rafael Santamaría, con lo que lo único que hacen es retrasar lo inevitable: el reconocimiento de que esos críéditos son morosos y la consiguiente obligación de provisionarlos.
Esto se aplica especialmente a los grandes sindicados empresariales a los que se ha dado oxígeno sistemáticamente, pese a las escasas expectativas de recuperación: además de Reyal Urbis, se encuentran en esta situación Uralita, Gas Natural, ACS, Ferrovial, FCC, Acciona, Sacyr, Isolux, GAM, Quabit y un largo etcíétera, hasta sumar casi 30.000 millones. Las dudas sobre su recobro se ponen de manifiesto cuando hasta el propio FROB incluyó los críéditos refinanciados de CatalunyaCaixa dentro del perímetro que podía cubrirse con un EPA en la primera subasta de la entidad (suspendida en junio y retomada a principios de este año ya sin EPA por el traspaso de sus activos tóxicos al banco malo).
A estas refinanciaciones se han sumado en los últimos años las hipotecarias, es decir, las concedidas para evitar que los que compraron una vivienda la pierdan y tengan que ser desahuciados por sus dificultades para hacer frente a las letras, normalmente por culpa del paro. En todo caso, se trata de críéditos con un enorme riesgo de impago, y que tienen unos niveles de cobertura muy bajos en general. Por ello, algunos analistas consideran que se trata de la próxima bomba de relojería del sector, una vez superada la de la exposición inmobiliaria gracias a los decretos 'De Guindos' y al rescate de las entidades más díébiles.
El Banco de España obliga a desnudarse a las entidades
Ante esta situación, el Banco de España ha obligado a las entidades a revelar este tipo de príéstamos en sus memorias anuales; es el único banco central en Europa que lo ha hecho. En el caso del Santander, tiene 55.714 millones en críéditos refinanciados en todo el mundo, el 7,47% de su cartera crediticia total, de los que sólo tiene cubierto el 17% con provisiones. Es decir, en caso de que uno de estos príéstamos sea incobrable, tendría que dotar el 83% restante, con la consiguiente píérdida. No obstante, 44.588 millones en príéstamos tienen garantía hipotecaria inmobiliaria. Del total, 22.239 millones están clasificados como 'normales' (están al corriente de pago), 15.258 como 'subestándar' y 18.217 como 'dudoso'.
España representa el 59% de las refinanciaciones, 32.867 millones, el 16% del críédito total concedido en nuestro país. La entidad no facilitó los datos sobre el nivel de cobertura en nuestro país, pero sí que el 34% del total (11.175 millones) es dudoso, con una cobertura del 42%. 11.256 millones corresponden a príéstamo promotor, donde el 72% es dudoso o subestándar y tiene una elevada cobertura del 46%.
En cuanto a BBVA, este tiene refinanciados príéstamos por 28.981 millones en todos los países en que opera, y para hacerles frente cuenta con provisiones por 4.157 millones, lo que supone una cobertura del 14,3%. De esta cantidad, 11.952 millones están considerados normales, 8.422 subestándar y 8.608 dudosos. El grueso de las refinanciaciones está en España, 19.634 millones, con una cobertura del 15,4%. De ellos, 12.560 corresponden a príéstamos a empresas (5.989 a inmobiliarias) y 7.069 a personas físicas. Al igual que en el caso del Santander, la mayoría de los príéstamos refinanciados cuentan con garantía hipotecaria inmobiliaria.
El problema de las refinanciaciones afecta especialmente a Sareb, el banco malo, puesto que ha heredado este tipo de príéstamos de las entidades rescatadas con dinero público. Por ejemplo, tiene una exposición a Reyal Urbis de 780 millones, que puede provocarle píérdidas de más de 400 una vez aplicados los descuentos del traspaso de estos activos. Nombres como Bankia, CatalunyaCaixa o NovaGalicia eran habituales en los grandes sindicados empresariales que están refinanciados a la espera del milagro.