Es un clásico sin solución. La Seda de Barcelona juega estos días su eníésima partida a vida o muerte. Acostumbrada a cotizar siempre sobre el alambre del default, la histórica compañía catalana afronta ahora un dilema que puede condicionar su futuro inmediato. La solución para salvar la refinanciación de una deuda de 230 millones existen varias posibilidades entre buenas, feas y malas: dar entrada a los acreedores (liderados por el fondo oportunista Anchorage) en el capital, entregarse a su principal accionista (BA Vidrio defiende su posición de control) o conseguir patada hacia adelante antes del 28 de febrero para evitar el concurso de acreedores.
Más allá del reparto de papeles en la película de la refinanciación, La Seda está abocada a una solución de urgencia. De momento, en este periodo de negociación, el fondo de inversión Anchorage se ha hecho con cerca del 40% de la masa acreedora despuíés de comprar a descuento en el mercado secundario las exposiciones de los bancos. Esta juzgada ha dado a la firma una posición de fuerza en el proceso de negociación respecto a la compañía portuguesa BA Vidrio, propietaria y principal accionista con un 20% del capital, que ve amenazada su hegemonía el frente de la compañía en caso de que haya una capitalización de la deuda.
Para evitar esa carambola, que permitiría a Anchorage colarse en el capital de La Seda desde su posición como acreedor principal, la compañía portuguesa BA Vidrio, al mando del fabricante de plásticos catalán desde 2010, promete suscribir una ampliación de capital de 40 millones de euros para recapitalizar la compañía siempre que antes su oferta (OPA) para hacerse con el 100% del capital haya prosperado. La alternativa resulta, a priori, poco tentadora, ya que resulta dilutiva (los actuales accionistas tendrán sólo un 20% del nuevo capital postampliación) y poco atractiva en precio en comparación con la actual cotización de 1,2 euros.
De esta manera, BA Vidirio se convertiría en socio mayoritario (65%) con un desembolso algo superior a 40 millones de euros. Una operación defensiva para abortar los planes de Anchorage, que tras desembolsar una cantidad similar para quedarse con cerca del 40% de la deuda, tiene la posibilidad de forzar una operación acordeón (reducción de capital) y luego capitalizar la deuda, lo que le convertiría en primer accionista de una compañía saneada y lista para recuperar el interíés de los inversores, no sin penalizar antes a los actuales accionistas, que verían su participación reducida a casi cero, aunque dentro de una saneada La Seda.
De momento, el consejo de administración, controlado y presidido por Carlos Moreiras (BA Vidrio), evalúa las propuestas llegadas del comitíé negociador, del que forma parte Anchorage como principal acreedor. La principal cuestión a dirimir es saber cuál de las opciones encima de la mesa es más interesante para accionistas y acreedores. Y de momento, en este sentido, aún falta por saberse el precio de la OPA y la solvencia financiera futura, donde Anchorage pretende jugar fuerte asegurando la financiación provisional necesaria para asegurar el balance de La Seda de Barcelona. Una película donde todos quieren hacer de 'buenos'