Por... BEATRIZ DE MAJO C.
Por primera vez en tres siglos la cantidad de consumidores de clase media en Asia será equivalente a la de Europa y la de Amíérica del Norte sumadas. Las cifras quitan el aliento. Al mismo tiempo las oportunidades que se abren para los países latinoamericanos son enormes, si los gobiernos saben aprovecharlas en su beneficio.
El que las autoridades chinas hayan internalizado el hecho de que no es a travíés de mayores exportaciones a terceros países que se va a generar estabilidad económica y crecimiento en Asia juega a favor de una buena coyuntura para Latinoamíérica. La recuperación del dinamismo chino se va a asentar, más bien, en la aceleración del consumo interno de sus 1.400 millones de habitantes.
Además, el acento que el gobierno de Xi Jing Pin ha puesto en la urbanización acelerada del país, y particularmente de los centros rurales, dentro del contexto de su plan estratíégico, viene a sumarse al conjunto de circunstancias que afianzarán la posición china como pivote de la economía planetaria. Es China quien va a dotar a la economía mundial de dinamismo para la salida de la actual crisis y, quien así lo entienda, se coloca de primero en la fila de los beneficiarios de su potencial salidor.
El comienzo de la recuperación china es buena para Latinoamíérica. Del lado asiático han estado progresivamente comprendiendo, tambiíén, que esta región, dotada de mayor pujanza y estabilidad que otras y con una marcada vocación a la globalización, resulta ser el más promisorio socio internacional que puedan encontrar en este crucial momento para colaborar a su resurgimiento. El promedio de crecimiento de la región en los dos últimos años, en medio del descalabro de las grandes potencias ha sido cercano al 4,5 %, contando en su seno con un universo de 575 millones de personas
En la díécada que sigue, el mundo va a asistir a picos de consumo en China que representan retos significativos para las actividades extractivas latinoamericanas, para las industrias vinculadas con cobre, aluminio, níquel, gas, energía no convencional y fósil, y para la producción de bienes de la tierra por los que China tiene evidente avidez. La disponibilidad de recursos de financiamiento en el gigante asiático ha estado sirviendo para vincular sus necesidades de productos latinoamericanos con su inversión en el desarrollo de las obras locales que facilitan su extracción, su transporte o su producción eficiente: aeropuertos, puertos, vías terrestres, medios y conocimiento tecnológico. Algunos países más que otros han sido capaces de beneficiarse de esta circunstancia: Ecuador, Bolivia, Jamaica, Perú y Venezuela, al lado de Chile, Brasil y Argentina.
Hasta el presente la relación transpacífica se ha estado impulsando por el superciclo de los "comodities". Pero China ha usado su pragmatismo para apuntalar las relaciones comerciales con nuestros países emprendiendo inversiones conjuntas o en solitario en áreas claves para el desarrollo de los países de la región. Los astros se están alineando para que surja una nueva alianza más equilibrada para ambos lados de la ecuación. Este 2013 puede ser un buen año de partida.
