Sacyr, Novagalicia, Liberbank y Kutxa tendrán que cambiar de planes si quieren hacer líquida su participación conjunta del 45% de Itinere. Fuentes próximas a los accionistas han confirmado que la venta de este paquete del grupo de autopistas, valorado en unos 500 millones de euros, está en vía muerta por falta de compradores.
JP Morgan, el banco asesor de la operación, no ha conseguido encontrar inversores interesados en esta participación minoritaria de Itinere, cuyo principal accionista es el fondo de infraestructuras del banco americano Citi. Esa ha sido la gran dificultad para ejecutar la compraventa, ya que cualquier potencial comprador debía ponerse de acuerdo de antemano con la multinacional financiera americana.
Y para alcanzar un punto de encuentro, la valoración era fundamental. Ese punto ha hecho imposible atraer inversores, ya que desde que Citi compró Itinere en 2008 los tráficos en las autopistas de peajes en España se han desplomado a ritmos de entre el 5 y el 10% al año. La subida de los peajes no ha compensado el descenso del paso de vehículos en empresas como Abertis, la principal concesionaria española, según reflejó en la reciente presentación de sus cuentas anuales.
Abertis anunció una caída del 10,4% del tráfico en sus cinco concesiones, cuyas tarifas fueron incrementadas en un 3,7%. Como resultado, los ingresos retrocedieron un 4%, mientras que el beneficio operativo antes de intereses e impuestos se desplomó un 8%. Se trata, además, del quinto año consecutivo con descenso de la intensidad media diaria de vehículos, que en entre 2007 y 2012 se ha derrumbado un 32%.
Estos números son trasladables al resto de autopistas de peaje de España, la mayoría de las cuales están incumpliendo los compromisos financieros con los bancos que les financiaron la construcción de las carreteras. Ese el caso de las famosos radiales de Madrid o de las autopistas de Cartagena-Vera, las cuales han entrado en concurso de acreedores o están en fase de hacerlo. El riesgo existente asciende a 4.000 millones de euros en estas infraestructuras.
Con este entorno y ante las previsiones de que la economía nacional no remontará hasta al menos 2014, JP Morgan lo ha tenido verdaderamente complicado. Y eso que los accionistas principales de Itinere hicieron el pasado año una operación de maquillaje con la transformación de deuda en forma de críéditos participativos en capital por unos 1.000 millones de euros. Además, los socios suscribieron en septiembre una inyección de fondos por cerca de 120 millones de euros.
Un salvavidas pinchado
Sacyr tiene una participación del 15,45% en Itinere, valorada en 173 millones de euros, lo que supone tasar la totalidad del grupo de concesiones en algo más de 1.100 millones. Por su parte, Novagalicia, banco participado íntegramente por el Estado, cuenta con un 23,8%, mientras que Liberbank es dueña del 5,8%. Kutxa participa a travíés de la sociedad compartida con Citi y según fuentes financieras habría contratado los servicios de Mediobanca para intentar buscar una alternativa en solitario a la frustrada venta del resto de socios.
Para todos los accionistas actuales, la operación suponía un salvavidas debido a sus notables problemas financieros. Para Sacyr habría sido un ingreso extraordinario con el que reducir su deuda corporativa, cuestión vital para no tener que someter a los inversores de la constructora a otra ampliación dilutiva. Para la caja gallega, la desinversión le habría ayudado a cumplir con el plan de recapitalización que le ha impuesto Bruselas, tal y como tambiíén le ocurre a la entidad asturiana presidida por Manuel Meníéndez.