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Autor Tema: La segunda edad de Alonso  (Leído 385 veces)

Potto

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La segunda edad de Alonso
« en: Marzo 12, 2013, 11:40:51 am »
Fernando Alonso atraviesa su segunda edad en la Fórmula 1. Instalado cómodamente entre los 10 mejores pilotos de la historia, cumplirá 32 años en julio, una edad pletórica en automovilismo, al contrario que en otras disciplinas deportivas. De hecho, hasta la furiosa llegada de Sebastian Vettel, ningún piloto habí­a sumando tres tí­tulos mundiales antes de superar la treintena.

La madurez deportiva y personal del piloto español es completa, feliz en su nueva vida personal y volcado intensamente en la profesional. No sólo por pilotar para Ferrari, sino porque desde 2003 Fernando siempre ha estado en la íélite, en equipos con suficiente pedigrí­ para ganar carreras o tí­tulos, algo que contados pilotos pueden decir.

Cuarto año en Ferrari
Fernando arranca este domingo en Australia su cuarta temporada en Ferrari, donde es más que un piloto, se ha convertido en una pieza clave de la remodelación y modernización de una escuderí­a tan poderosa como obsoleta en algunos departamentos, como el de simulación y el del túnel del viento. Tira del carro dentro y fuera de Maranello, participa en la toma de decisiones, tiene lí­nea directa con el presidente, aconseja sobre fichajes de talentos rivales y su voz pesa mucho en Ferrari. Como el que más.

Está al frente del proyecto de futuro del mejor equipo de la historia, al que llegó en un momento de impasse en 2010, y sin embargo ese es el punto de inflexión del asturiano, el tiempo del que dispone.

Fernando lleva seis años sin ganar el tercer tí­tulo. Sólo Niki Lauda tardó más entre dos entorchados, siete. Lo mereció en 2007, 2010 y 2012, donde perdió la corona por uno, cuatro y tres puntos, siempre en la última carrera. Quinto piloto con más victorias en la historia (30), en el top ten de todas las clasificaciones importantes, a nadie sorprenderí­a verle con tres o cuatro coronas.

Pero no ha llegado ese triplete que le iguale con los Senna, Prost, Piquet, Lauda, Stewart o Brabham, y aunque su palmaríés es uno de los más brillantes de la F1, parece corto para su talento. Deberí­a tener más, merece más y, aunque suene curioso, una generación, los más jóvenes que no le vieron derrotar a Michael Schumacher en directo, cuando parecí­a imposible destronar al más grande, ya han crecido sin verle campeonar.

Odiosas comparaciones
La comparación con Carlos Sainz, «que se quedó sólo en bicampeón» —como si fuera poco—, se oye cada vez más con la habitual mala baba ibíérica, cuando Fernando la hubiera firmado antes de empezar su carrera y Carlos sigue siendo uno de los grandes deportistas históricos españoles, respetado hasta la adoración fuera del paí­s. Rozando los 50 años ganó el Dakar y ha hecho del VW Polo de rallies una máquina ganadora capaz de derrotar a Citroí«n.

«Hemos pasado de pobres a ricos muy rápido», valoró Vicente del Bosque durante la última Eurocopa. Y eso lo sabe bien Fernando, que desde Brasil 2006 ha visto ganar a la selección de fútbol, de baloncesto y de balonmano, a Gasol ponerse dos anillos, a Nadal morder nueve trofeos de Grand Slam y a Contador enfundarse tres jerseys amarillos y dos rosas. Parece que no ser campeón del mundo cada año fuera un fracaso.

Fernando sabe que la cuerda de la edad no es infinita, pero puede ganar otro puñado de mundiales en cualquier momento, o no ganar ninguno más. Está en un punto en que ya sólo le juzga la historia y, de momento, la mayorí­a de sus rivales y los jefes de equipo, que ya es complicado en el ecosistema egoí­sta de la F1, reconocen públicamente que es el mejor. ¿Le vale? No.

Un enemigo temible
Su milimíétrica preparación fí­sica y su obsesiva dedicación al automovilismo le pueden sostener más allá de 2016, año en que termina su contrato. Mucho más allá, como ha dejado entrever el asturiano. Lo demostró Schumacher: su primera y su última victoria están separadas 14 años.

Fernando tiene esa misma geníética, es inconformista y es indomable, se siente mejor que Vettel y lo quiere demostrar. «Mi principal defecto es que si se me mete algo en la cabeza, sigo hasta conseguirlo», decí­a antes de volar hacia Melbourne soñando con su nuevo bólido, el F138.

No es un coche para tirar cohetes, pero puede ser suficiente. Fernando ha aparcado la filigrana y ha hecho de la regularidad su punta de lanza en Maranello: desde 2010, Ferrari sólo ha sido capaz de liderar, seguidas, seis carreras, mientras que lleva 48 en los puntos, la tercera mejor racha de la historia de la F1.

Alonso no ha gozado de un coche ganador. Si el F138 le da esa punta de velocidad para pelear por salir primero en las carreras —sólo lleva cuatro poles en Ferrari—, es el enemigo que nadie querrí­a tener enfrente. Con 32 o con 40 años.