Los últimos días de marzo pueden ser muy reveladores. Una serie de factores se están sumando para convertirlos en decisivos de cara a la evolución futura de los mercados.
Mis previsiones bajistas para el periodo 2.007-2.012 se vieron parcialmente desvirtuadas por la irrupción de una política expansiva excepcionalmente agresiva. La gran mayoría de índices, entre ellos casi todos los europeos y otros de gran peso como el japoníés o el chino, se comportaron según lo esperado, a pesar de que la última onda bajista fue acortada el verano pasado a la limón entre la decisión de Draghi de sostener los bonos perifíéricos y la de Bernanke de implementar el QE perpetuo. Sin embargo los mercados USA, que se habían anticipado alcanzando las zonas previstas en el 2.009, han estado ascendiendo lenta y constantemente durante estos años para coquetear en la actualidad con los máximos históricos.
Casos especiales son el Dax, que favorecido por la crisis europea se ha comportado como un índice USA, y el Footsie que habitualmente sigue la estela americana y está vez se ha quedado en tierra de nadie debido a la severidad de la situación económica inglesa.
En el momento actual se materializan dos escenarios contrapuestos que pueden revelarnos en los próximos días la clave de cual va a ser el desarrollo futuro general. De una parte están los mercados más castigados que iniciaron el año pasado una fase alcista que debería alargarse hasta el 2.017, y de la otra, los mercados directores que están a punto de culminar una pauta terminal. S&P alrededor del 1.575, Dax sobre el 8.100.
En esta encrucijada se están produciendo diversos desacoplamientos que invitan a pensar que el mercado quiere mostrar sus cartas: se ha roto la correlación entre la renta variable y el eurodólar, tambiíén con el cobre, a su vez se han desinflado un buen número de materias primas y los mercados de bonos presentan síntomas de debilidad despuíés de haber abierto una brecha histórica con los de renta variable que no puede ir más allá. Señales de que la tensión alcanza un punto extremo y que terminará rompiendo en alguna dirección.
Las últimas declaraciones de Bernanke y otros miembros del Comitíé de la Reserva Federal evidencian que sus opiniones han dejado de ser uniformes y que albergan dudas sobre los próximos pasos a dar. La razón es simple, ya no pueden continuar jugando a dos bandas. La manipulación de los mercados de renta variable al alza para estimular la economía ha llegado al punto donde fricciona con la política de mantener el rendimiento de los bonos a un nivel muy bajo. Hasta ahora ha sido posible y útil para ganar tiempo mientras se recomponían desajustes económicos, pero si las dudas se disipasen y volviera el optimismo, los tenedores de bonos saldrían de su posición refugio buscando mayor rentabilidad y podrían inducir el hundimiento de este mercado provocando una convulsión general, y aquí es donde reside el riesgo pues la FED ha sido el principal comprador de bonos USA durante los últimos años y su balance es 50 veces superior a los recursos propios, o lo que es lo mismo, está tan apalancado como lo estaba Lehman antes de quebrar ¿quíé pasaría si los bonos aumentarán su rendimiento tan sólo en un 1%? Aunque un banco central no es un banco comercial y tiene conejos en la chistera impensables para una entidad financiera tradicional, la situación sería problemática. Intereses al alza tampoco resultan convenientes para una economía convaleciente y sobre todo para unas deudas tan abultadas.
Si las Bolsas entrasen en fase alcista podría suceder que el cazador cayera en su propia trampa. No síé cuales son los pensamientos de Bernanke pero sí cabe suponer que, antes de que se dispare este escenario, podría preferir como más conveniente que la renta variable detuviera su escalada sin sufrir tanto como para que se pierda el efecto conseguido.
Si unimos esto a la situación tíécnica de los mercados antes descrita lo más sensato es esperar una corrección intensa a partir de que se complete la pauta indicada en los próximos días, lo que serviría a su vez para que los dos escenarios contrapuestos descritos fueran ajustándose. Los mercados más castigados corregirían su primer impulso alcista iniciado este verano y los directores recortarían desde el techo para volver a ascender despuíés con mayor velocidad los primeros y más moderadamente los segundos, desarrollando paulatinamente una fase de reequilibrio que podría ser muy prolongada hasta la confección definitiva de un genuino ciclo alcista en el futuro.
Lo descrito encaja con una onda cuatro de superciclo donde se suceden los vaivenes en un movimiento lateral muy duradero que ofrece el tiempo suficiente para que la deteriorada situación económica se vaya recomponiendo hasta quedar definitivamente preparada.
Esta perspectiva de corto plazo no puede hacernos obviar que el verdadero problema de fondo es la deuda, una deuda imposible de zanjar que tiene a muchas economías atadas de pies y manos, obligándolas a resolver la cuadratura del círculo: austeridad y crecimiento al mismo tiempo.
Corregir los excesos pasados no va a ser fácil ni rápido. Los tratamientos de choque aplicados conllevan efectos secundarios y daños colaterales, cuántos y de quíé intensidad es la cuestión. El señor Bernanke ha hecho una apuesta muy arriesgada imprimiendo tanto dinero y con ello obliga a los inversores a jugar a la ruleta rusa quieran o no. A finales de marzo el mercado vuelve a ponerse el revolver en la sien ¿habrá bala esta vez? Tiempos de incertidumbre en los que es necesario andarse con pies de plomo y desarrollar nervios templados.
Josíé Agustín López Selfa