España, ¿al borde de un estallido social por la crisis, el paro y la corrupción?
"Las elevadas tasas de desempleo que registran países como España pueden provocar un estallido social". Este escenario con el que especula Torsten Hinrichs, gerente de S&P en Alemania, podría estar más cerca de convertirse en realidad. Las protestas están subiendo de tono en España, como muestran los incidentes de la última semana.
Actualmente, la tasa de pobreza en España se sitúa en un 21,8%, una de las más elevadas de la Unión Europea y con proyección de aumento, al igual que los desahucios que ya han sobrepasado en 2012 la barrera de los 100.000, según los últimos datos del Consejo General del Poder Judicial.
Una situación provocada por el incremento del desempleo hasta el 26% para el conjunto de la población y hasta el 55% en el caso de los jóvenes, a lo que se le suma el fin de la prestación para más de dos millones de familias españolas.
Los últimos escándalos de corrupción política no hacen distingo por razón de ideología ni territorio. Un total de 300 políticos de todos los partidos están imputados por este motivo a lo largo y ancho de la geografía española.
Los ciudadanos leen a diario nuevos capítulos del 'caso Bárcenas', 'Pokíémon', 'ITV', 'Campeón' o los ERE andaluces, casos que ponen en cuestión la gestión y honorabilidad de los partidos políticos provocando una desafección entre los ciudadanos que alcanza cotas inimaginables años atrás.
Los recortes presupuestarios a los que se está sometiendo el Estado del Bienestar para intentar equilibrar las arcas públicas han puesto en pie de guerra a la ciudadanía, que ha visto como de la noche a la mañana percibe una reducción de su poder adquisitivo y una merma de sus derechos sociales.
Ante este cambio en la sociedad, el catedrático de Estructura Económica Santiago Niño Becerra está "convencido de que habrá revueltas sociales, sin descartar incluso imágenes como las de Atenas". "Una vez que se ponga en marcha una dinámica de este tipo, una dinámica de involución social, se puede hablar de una situación muy peligrosa para el país, ya que en peligro puede estar la propia democracia", señala Becerra.
Escrache a políticos
Hasta el momento, el Partido Popular, al frente del Gobierno central, es el blanco de las críticas en la mayor parte de las movilizaciones y ataques a su sede y a sus dirigentes. La última moda, promovida por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) es el escrache, un tíérmino argentino que califica las prácticas de los activistas que acechan las residencias o centros de trabajo de los políticos con el objetivo de amplificar su demandas.
Con "cacerolas en mano, pitos y equipos de música", según su protocolo de actuación, buscan la "incomodidad en sus actos cotidianos como comprar el pan, ir al trabajo o al cine" y así "el diputado/a no viva ajeno a las dramáticas consecuencias que su comportamiento está ocasionando".
Fuentes del grupo parlamentario popular han confirmado que el vicesecretario Esteban González Pons ha denunciado este hecho, que ha sido contestado con la misma acción por parte de la PAH, sino que otros diputados del PP, que han sido objeto de acciones similares, tambiíén han interpuesto denuncias en el Congreso, al considerar que se trata de ataques a representes de la soberanía popular. Entre ellos el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón y la parlamentaria Belíén Yuste.
Por otra parte, la secretaria de organización del partido, María Dolores de Cospedal y la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes fueron increpadas mientras paseaban por la calle, la primera por un grupo reducido de gente y la segunda por unos manifestantes en el barrio de Malasaña.
Estos recientes movimientos no son sustitutivos de las manifestaciones contra el sistema político que se erigen como vía de expresión ante el malestar social. La mayor parte de ellas convocadas por los sindicatos o por movimientos como el 15-M y Democracia Real Ya. í‰stos últimos están alcanzando cada vez mayor notoriedad desde la huelga general del 14-N y cada vez ganan más adeptos.
La desafección crece entre una ciudadanía que no ve cerca la salida de la crisis. Mientras, el paro sigue sin bajar... ¿llegará el temido estallido social?.