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Autor Tema: ¿Por quíé la crisis dura tanto? Hay que decidir quiíén paga la cuenta  (Leído 285 veces)

Zorro

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¿Por quíé la crisis dura tanto? Hay que decidir quiíén paga la cuenta

Fuente: elEconomista.es

Hace casi cinco años que estalló la burbuja inmobiliaria en EEUU y dos años desde de que la crisis de deuda europea explotó. Sin embargo, el final de ambas no se vislumbra. ¿Por quíé dura tanto la crisis? El problema podrí­a ser más sencillo de lo que parece, y tendrí­a un origen puramente polí­tico.

El columnista David Wessel, del diario financiero The Wall Street Journal, mantiene que la razón por la que la crisis está siendo tan larga es simple: hay que decidir "quiíén paga la cuenta".

"En cada crisis tienes que repartir las píérdidas entre los deudores, los acreedores y los contribuyentes", explica Anna Gelpern, de la American University y antigua miembro del Tesoro de EEUU. "Es un concepto horriblemente simple, pero completamente irresoluble".

"Por definición, es un problema polí­tico", añade la acadíémica. "Incluso si se encontrara la solución óptima, si no es polí­ticamente vendible, no puede ocurrir".

No se afronta el verdadero problema
Y las píérdidas provocadas por la crisis, recuerda Wessel, son esta vez sobrecogedoras. Las estimaciones del FMI hablan de píérdidas hipotecarias de 2,7 billones en EEUU, de las cuales algunas ya han sido transferidas a los contribuyentes. Las viviendas estadounidenses han perdido alrededor de 7 billones de dólares de valor en 5 años, una caí­da de alrededor del 25%.

Para reactivar el moribundo mercado inmobiliario de EEUU se han tomado todo tipo de medidas: intentar reducir las cuotas, refinanciar hipotecas, mejorar el proceso de ejecución hipotecaria, recapitalizar bancos, etc.. Sin embargo, "el paso definitivo no se ha dado: reducir el principal de la hipoteca, ya que se enfrenta al gran obstáculo: ¿quiíén asume las píérdidas? ¿La banca? ¿Los inversores en bonos hipotecarios? ¿El contribuyente?", se pregunta Wessel.

En Europa, el problema no es muy distinto. El retraso en admitir que Grecia simplemente habí­a pedido prestado demasiado dinero puede haber transformado un problema difí­cil pero manejable en una calamidad. De fondo, una gran razón para ello: "¿Quiíén asume las píérdidas? ¿El contribuyente alemán? ¿Los accionistas de la banca francesa? ¿Los bonistas extranjeros?", se vuelve a preguntar el columnista.

La tentación de procrastinar
Cuando un prestatario, ya sea un banco, una compañí­a o un paí­s, tiene problemas, la reacción inicial, como hemos visto en muchos casos, es asegurar que sólo tiene problemas de liquidez, lo que a veces es cierto. El problema es cuando esto no es así­.

Sin embargo, la tentación de seguir esta lógica hasta más allá de lo razonable es fuerte, ya que admitir que algún gobierno no va a pagar toda su deuda o que algunas hipotecas no valen lo que dicen los libros de los bancos forzarí­a a los acreedores a asumir píérdidas.

Si estas píérdidas son grandes, entonces la solvencia de la banca queda en duda y entonces de lo que se duda es de que los gobiernos tengan capacidad suficiente para ayudar a estos bancos, como ocurre en el caso de Francia.

Entonces se disparan los tipos que tienen que pagar los Gobiernos y si todo va bien, los bancos ganan mucho dinero, y  si no, el contribuyente asume la cuenta de las píérdidas de las entidades. Se retrasa el reconocimiento del problema esperando que las píérdidas las pague otro, en último caso, el contribuyente.

"Las partes que tiene píérdidas contractuales tratan de traspasar esas píérdidas a su contraparte, especialmente al contribuyente", explica Edward Jane, economista del Boston College. "Estas crisis tienden a durar siempre que haya una posibilidad de endosar las píérdidas al contribuyente".

El discurrir de los acontecimientos, en suma, es el siguiente: primero negar, despuíés retrasar y finalmente disfrazar las píérdidas.

El caso de la nacionalizada Fannie Mae es claro, ya que esta semana ha pedido 7.800 millones de dólares al Gobierno de EEUU para cubrir sus píérdidas y va a conseguir el dinero sin pasar por el Congreso. Y esto es polí­ticamente más sencillo que pedir al Congreso 7.800 millones de dólares para reducir los críéditos de algunos hipotecados.

En Europa, todo el mundo se da cuenta de que el contribuyente alemán tendrá que pagar si quiere que sobreviva el euro. Y todo este proceso de retraso del reconocimiento de las píérdidas tiene costes.

El primero de ellos es el críédito. "Los bancos no están ansioso por dar críédito porque no saben cuánto capital tienen (despuíés de reconocer las píérdidas) y porque para ellos es difí­cil financiarse, ya que los inversores no están seguros de su estado", puntualiza John Makin, del American Enterprise Institute.

Otro coste derivado es lo que ha pasado en Italia. En principio, por sus fundamentales, el paí­s deberí­a poder tener acceso a los mercados para financiarse (tiene superávit primario), pero no va a poder sobrevivir pagando intereses por encima del 7%. Y todo ello es consecuencia de la tardanza de la Eurozona en solucionar la insolvencia de Grecia, que ha provocado dudas sobre la deuda de la mitad de la Eurozona.

La conclusión es que el contribuyente se va a llevar un golpe. Y hasta que no se decida a cuánto ascenderá su parte de la cuenta, la crisis continuará y los costes continuarán creciendo.