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Foro de Metafísica y Esoterismo => Mentes Abiertas => Mensaje iniciado por: Scientia en Octubre 25, 2008, 08:41:56 pm
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pregunta de si existe o no vida despuíés de la vida, es aún uno de los más grandes dilemas de la humanidad, para el cual dos científicos han buscado una explicación.
A lo largo de los tiempos, los expertos han intentado presentar pruebas sobre la pervivencia de la vida tras la muerte, sobre la reencarnación y sobre la posibilidad de recordar vidas pasadas.
Para hablar de la reencarnación citaremos a Trutz Hardo e Ian Stevenson, quienes son dos de las personas que más han investigado sobre este tema. Para ellos, hay marcas que pueden demostrar la existencia de vidas anteriores. Argumentan que el factor más corriente que indica un renacimiento es el del niño que recuerda vidas anteriores y habla de ellas. Incluso algunos niños viven los recuerdos con tanta emoción y presencia que suelen hablar de su otra vida en el presente.
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La reencarnación
En el libro publicado por Luciíérnaga "¿Presuntas pruebas o evidencia?", Trutz Hardo, intenta presentar pruebas sobre la pervivencia de la vida tras la muerte, sobre la reencarnación y sobre la posibilidad de recordar vidas pasadas.
Hardo recoge las investigaciones de Ian Stevenson, quien publicó varios libros sobre casos de reencarnación y, muy concretamente, sobre niños que recordaban sus vidas anteriores.
Su obra incorpora además cientos de fotografías, incluyendo un estudio de marcas de nacimiento que no pueden atribuirse a factores hereditarios, y se ocupa tambiíén de malformaciones y otras anomalías que no son heredadas ni producto de causas prenatales (antes del parto) o perinatales (despuíés del parto).
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En cada cultura
Para muchas de estas marcas, según el autor, no había otra explicación que la reencarnación. En algunos casos, Stevenson aportaba la prueba de que muchas de estas marcas podían atribuirse a la causa de la muerte del niño en su vida anterior.
En su obra se recogen casos en los que un difunto se le aparece a una mujer embarazada o todavía no embarazada y le anuncia que quiere nacer como hijo suyo. Estos sueños se dan mucho en Birmania y entre los indios de Alaska.
En otras culturas, por ejemplo los indios tlingit y los igbos de Nigeria, se examina al reciíén nacido en busca de marcas que indiquen si un difunto al que hayan conocido ha vuelto a nacer entre ellos.
Y en tribus de ífrica Occidental se marca al difunto para poder identificarlo cuando renazca.
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Fobias y adicciones
El Dr. Stevenson aporta otros ejemplos para su teoría: los niños que no murieron de muerte natural muchas veces desarrollaron fobias.
Si se ahogaron tenían fobia al agua; si murieron por herida de bala tenían horror a las armas de fuego y a las detonaciones; si murieron por accidente de circulación, tenían fobia a automóviles, camiones o autobuses.
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Recuerdo de vidas anteriores
El factor común más corriente que indica un renacimiento es el del niño que recuerda vidas anteriores y habla de ellas, casi siempre entre los 2 y los 4 años.
Estos recuerdos van borrándose gradualmente entre los 5 y los 8 años, aunque hay excepciones en los que niños mayores recuerdan vidas anteriores.
Algunos niños viven los recuerdos con tanta emoción y presencia que suelen hablar de su otra vida en presente. Y casi todos pueden explicar los hechos que condujeron a su muerte.
Si en la India, un niño que había pertenecido a una casta alta nace en una casta inferior, se sentirá a disgusto en la nueva familia, querrá mandar, hacer que le sirvan, se negará a usar ropas baratas...
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Testimonios
Revelaciones de un niño
Un matrimonio tuvo un hijo que desde pequeño, pidió continuamente el rolex de su padre. Un día, el niño se señaló a sí mismo y dijo que su nombre era Sunny Ray.
Otro día el niño dijo tener una esposa que se llama Dawn y que había vivido con ella en Texas. Cuando el menor tuvo 7 años, el matrimonio fue a un seminario a Texas y conocieron a una mujer llamada Dawn Ray.
La mujer confirmó que enviudó hacía ocho años, que su esposo se llamaba Sunny Ray. El niño le preguntó a la mujer si había guardado su reloj, que era un rolex, el mismo que reclamaba el niño a su padre como suyo.
El caso de las hermanas gemelas
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El caso de las hermanas gemelas
En 1957, en Inglaterra, las hermanas Joanna y Jacqueline Pollock, de 11 y 6 años, fueron atropelladas en la acera por un coche.
Un año despuíés, la Sra. Pollock quedó embarazada y su marido le dijo que había tenido la corazonada de que nacerían dos niñas gemelas que serían las hijas que habían perdido. Y así fue.
A los 4 años, el padre abrió una caja donde guardaba los juguetes de sus hijas muertas. Las niñas reconocieron perfectamente quíé muñeca y quíé juguete era de cada una, llamando a las muñecas por su nombre y alegrándose de verlas despuíés de tanto tiempo. Las niñas mostraban además un gran miedo a los automóviles y tenían el mismo comportamiento que las hijas que habían fallecido.
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Un caso típico es el de Gnanatilleka Baddewithana, una niña nacida el 14 de febrero de 1.956 en Ceilán, y que a la edad de un año comenzó a hablar de otros padres. Doce meses despuíés empezó a dar datos sobre su anterior familia, aunque era incapaz de determinar donde vivían. La niña afirmó que se encontraban en la ciudad de Talawakele tras hablar con unas personas que venían de allí. Entonces, dando la dirección y los nombres de sus padres anteriores quiso verlos. El venerable Piyadassi Thera y el Sr. H. S. S. Nissanka, de Kandy los localizaron con los datos aportados por la niña.
El 9 de noviembre de 1.954 había muerto un niño llamado Tillekeratne perteneciente a una familia de aquella localidad nacido el 20 de enero de 1.941. En 1.960 la niña viajó a la población, pero aunque reconoció varias edificaciones su anterior vivienda ya no existía y no se pudo encontrar a sus habitantes. Volvió de nuevo al año siguiente. Tras verificar sus recuerdos de varias personas relacionadas con su antigua vida, el venerable Piyadassi Thera, en una habitación del segundo piso de una posada, junto con sus padres, tres testigos ajenos a las dos familias implicadas, y el Sr. D. V. Sumithapala, profesor del niño fallecido, hizo pasar ante Gnanatilleka diferentes personas preguntándole simplemente: "¿Conoces a esta persona?". Los aciertos fueron espectaculares, llegando a distinguir a su salida de la posada a dos personas mezcladas entre la multitud.
No sólo se acordó de hombres y mujeres, tambiíén dio referencias de objetos y situaciones como el paso por Talawakele el 15 de abril de 1.954 del tren de la reina Isabel; la falta de cocoteros cerca de la ciudad; costumbres diferentes a las que conocía, como verse obligados a comprar la leña; narración de una leyenda enseñada por el profesor al difunto. Sin embargo, al igual que ocurre en la dramatización del trance de un míédium las demostraciones subjetivas sobre particularidades de su identidad anterior, eran las que más impactaba a sus familiares: el cariño demostrado al reconocer a sus padres, la preferencia por una hermana mayor y la hostilidad con su hermano, una clara inclinación por el color azul, el apasionamiento hacia su antiguo maestro de escuela.
Por otro lado, la niña mostraba pese a su corta edad tendencias viriles. Una vez les había dicho: "Era chico. Ahora soy chica", y al propio Stevenson le llegó a asegurar que cuando era chico deseaba ser chica, y cuando se le preguntó cómo era más feliz respondió que como chica.
Las causas de la muerte del niño habían sido oscuras, ya que padeciendo un tipo indeterminado de infección en las vísceras su enfermedad se complicó con las heridas producidas al caer de un carro. Tras ser hospitalizado murió al cabo de unos diez días. Gnanatilleka mostraba un miedo especial a los míédicos y procuraba no subirse a sitios que le hicieran correr el peligro de caer.
Siendo consciente de que cuando se plasman antiguas cicatrices y señales del difunto en el niño reciíén nacido, la verosimilitud de la reencarnación se acrecienta de modo notable, Stevenson se encontraba al corriente de la herencia geníética de lunares y señales corporales estudiando los escasos trabajos publicados en sus días, incluyendo los del español C. A. Maruri. En diferentes países y culturas dio con el fenómeno sin que, como en el estudio de los indios tlingit, las explicaciones geníéticas no parecían ser las más plausibles.
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En Alaska además de los tlingit otros pueblos creían en la reencarnación (Tsimsyans, Athapaskans, Haidas). Durante las guerras contra los invasores blancos su ferocidad en la lucha se debía a la fe en retornar a una nueva vida libres de desgracias anteriores. Según el pueblo tlingit la reencarnación sólo se produce entre individuos de una misma familia, interesándose especialmente por las señales en la piel del reciíén nacido.
Víctor Vincent, un indio tlingit, habló con su sobrina la Sra. Chotkin diciíéndole que volvería a nacer como su próximo hijo. El hombre deseaba tartamudear menos, y como verificación de sus palabras el bebe vendría al mundo con dos marcas de nacimiento en los lugares en donde el había sufrido dos operaciones (espalda y cara). Vincent falleció en la primavera de 1.946, y el 15 de diciembre de 1.947 nació el niño con las señales anunciadas. Contaba su madre que a los trece meses de edad, en presencia de algunos familiares quiso oír al niño decir su nombre (le habían puesto Corliss), pero sus palabras fueron: "¿No me conoces?, Soy Kahkody" (nombre tribal de Vincent). Como en otros casos efectuó reconocimientos de personas y lugares relacionados con su existencia anterior.
A los nueve años comenzaron a disminuir sus recuerdos, y a los quince desaparecieron por completo. Corliss había heredado formas de actuar, costumbres y el tartamudeo corregido por la logoterapia a los diez años, aunque volvía a aparecer en momentos de nerviosismo. Stevenson investigó el ingreso de Vincent, en 1.938, en el Hospital de Servicio para la Salud Pública de Seattle, en donde se le eliminó el lagrimal derecho. La cicatriz de la espalda podría responder a una pleuresía o al drenaje del pulmón cuando el hombre volvió en 1.940 al hospital aquejado de tuberculosis.
En los años sesenta los indios tlingit comenzaron a occidentalizarse y su creencia en la reencarnación estaba desapareciendo. Los ancianos seguían manteniíéndola, los maduros no se reían de ella, y los adolescentes pensaban en general que se trataban de historias de viejos. Stevenson llego a hablar con un joven enterado de que en la India se creía en la reencarnación y que desconocía las leyendas de su propio pueblo. Muchos tlingit no querían ser entrevistados por miedo a las burlas que ocasionaban sus creencias tribales. Algunos de ellos se negaban a hablar siguiendo la tradición de sus antepasados pues hacerlo podía modificar negativamente sus vidas.