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Foro de Metafísica y Esoterismo => Mentes Abiertas => Mensaje iniciado por: Scientia en Febrero 21, 2009, 09:04:26 pm
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Se dice que los Esenios eran poseedores de un modo de vida excelente y virtuoso, llevaban una vida en total ostracismo, dedicada al trabajo agrícola y la oración, apegada al estricto cumplimiento de la Ley de Moisíés. Esta fraternidad de hombres y mujeres santos vivían juntos en una comunidad, y fueron las semillas de lo que más tarde sería la Cristiandad y la civilización occidental. Habitaban con máxima modestia en cuevas, cabañas o en celdas, como los antiguos hebreos, y sólo se reunían en el monasterio para realizar sus actos sagrados comunes, para orar y para las comidas. Practicaban la humildad, y por ello las tumbas de su cementerio eran de gran sencillez, sin adornos, inscripciones ni ofrendas.
De hecho, al investigar en las ruinas de Qumran se descubrieron bodegas, acueductos, baños rituales y un salón de asambleas. Uno de los cuartos más interesantes fue el escritorium, identificado por dos tinteros y algunas bancas para los escribas.
Como secta, los Esenios se habían separado del Templo de Jerusalíén, una especie de monjes que se regían por un consejo de 12 personas a cuyo mando estaba un enigmático personaje llamado Maestro de Justicia, un sacerdote de la estirpe de Zadok. Tras la muerte de su líder, pocos discípulos sobrevivieron y, al llegar Herodes el Grande, algunos quisieron reintegrarse en la sociedad judía puesto que la profecía de Jacob en el Gíénesis hacía referencia expresa de que el Mesías llegaría cuando el cetro de Israel ya no se hallara en manos de un judío (curiosamente, Herodes no era judío, sino idumeo). Lo cierto es que Herodes defraudó a los Esenios, y cuando le sucedió su hijo Arquelao en el año 152 a.C., descontentos con la frivolidad y decadencia del sacerdocio hebreo dominado por los fariseos y saduceos, se retiraron de la ciudad de Jerusalíén hacia el desierto, a Qumrán, donde se mantuvieron como uno de los principales grupos religiosos en que se dividía el judaísmo anterior a la destrucción del Templo de Jerusalíén, en el año 70 d.C.-Allí se mantuvieron hasta que en el año 68 a.C., las tropas romanas destruyeron el monasterio de Qumran y parte de su comunidad posiblemente como parte de las guerra entre romanos y rebeldes judíos.
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Se dice que la evolución tanto espiritual como material de los Esenios causó envidias de otras comunidades y generó una feroz persecución por parte de los romanos. Al acercarse la díécima legión romana a Judea para acabar con la revuelta judía de los años 66 a 70 d.C. y reducir a los rebeldes judíos, los Esenios huyeron, no sin haber ocultado antes su riquísima biblioteca en las cuevas de los alrededores con el fin de preservar sus conocimientos y tradiciones. Las fechas coinciden, ya que los escritos más antiguos datan del siglo II a.C.,y los últimos de la primera mitad del I d.C. Los sobrevivientes de esta comunidad se vieron obligados a emigrar a otros países.
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Lo anterior se encuentra avalado por las excavaciones realizadas en las ruinas entre 1953 y 1955, y que condujeron a descubrimientos que asombraron a la ciencia. Tras descubrir una tinaja muy parecida a la encontrada en la primera cueva, los arqueólogos encontraron monedas de la íépoca de los procuradores romanos, de lo que se puede deducir que el monasterio había sido ocupado por los romanos en el año 68 d. de C. Para ciertos estudiosos, los textos del Qumrán no habrían sido conocidos por Jesús y sus apóstoles, aunque muchos de la comunidad tras la destrucción del monasterio podrían haber huido con copias de sus manuscritos, de modo que los autores de los Evangelios habrían tenido acceso a su contenido, o bien a personas que conociesen los textos.
Sin embargo, no existe ninguna prueba que indique que los Esenios influyeron directamente sobre los primeros cristianos. A pesar de las teorías de algunos investigadores que difieren con la comunidad científica, como Carsten Peter Thiede (en relación con el famoso papiro "7Q5"), aun no se ha demostrado vinculación alguna entre Jesús de Nazareth y los Esenios, y muchos expertos afirman que estos escritos han tenido poca o ninguna significación en lo que respecta al origen y la creación del Nuevo Testamento. De hecho, salvo porque tanto la comunidad esenia como el movimiento original de Jesús eran grupos mesiánicos contemporáneos, que creían que "El Reino de Dios" (o sea un mundo perfecto en donde reinaría un rey justo y divino) estaba cerca, nada más los relacionaría.
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No obstante, todo esto no ha impedido que muchos pretendan retrotraer la íépoca de redacción de los Evangelios Canónicos a los tiempos en que la comunidad esenia todavía existía, haciendo de los descubrimientos de Qumran un valuarte para la verificación histórica de los orígenes del Cristianismo. De hecho, los escritos Esenios señalan que antes de Cristo existió un «maestro de la virtud», un ser quizás elegido por Dios y redentor del mundo, como un predecesor de Cristo, que predicó, como el Hijo de Dios, la humildad, la caridad y el amor al prójimo. Despuíés, al igual que íél, fue condenado y ajusticiado a causa de la hostilidad de los sacerdotes y de la casta judía dominante, como tambiíén le ocurrió a Cristo. Por tanto, los científicos opinan que el esenismo fue un precursor del Cristianismo, y se dice que de los manuscritos se sacan numerosos y decisivos paralelos con los sermones de Cristo. Es especialmente importante la similitud de los textos con el Evangelio del apóstol Juan.
En el documento llamado el Manual de la Disciplina o Ley de la Comunidad, encontrados entre los papiros del Mar Muerto, se establece que el creyente debe continuar viviendo bajo la ley "hasta la llegada del profeta y los ungidos de Aaron e Israel". En otro documento, encontrado en la cueva cuatro y conocido como el Testimonio, se mencionan un número de pasajes del Antiguo Testamento, concretamente una cita de Deuteronomio 18:18-19, donde Dios le dice a Moisíés: "profeta levantaríé de en medio de sus hermanos, como tú". Despuíés, se incluye una cita de Números 24:15-17, donde Balaam prevíé el levantamiento de un príncipe conquistador. "Y se levantará cetro de Israel, y herirá las sienes de Moab". El tercer pasaje es la bendición pronunciada por Moisíés sobre la tribu de Leví en Deuteronomio 33:8-11. Por la forma como estos pasajes están agrupado, se cree que el escritor esperaba el advenimiento de un gran profeta, un gran príncipe o un gran sacerdote.
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Algunos teólogos sostienen que Juan el Bautista, el profeta que anunció la venida de Cristo, tambiíén habría pasado algún tiempo con la comunidad Qumran, ya que los Evangelios Canónicos dicen que estuvo un tiempo considerable en el desierto cerca del área donde íésta se localizaba. (Mateo 3:1-3, Marcos 1:4, Lucas 1:80; 3:2-3). Otros de los principales fundadores de lo que luego se denominó la Cristiandad, y considerados faros de la civilización actual, se dice que fueron Esenios, como Santa Ana, y Josíé y María, los padres terrenales de Jesús.
El mismo Jesús habría vivido algún tiempo con los Esenios practicando la meditación; si así fue, Jesús habría leído probablemente estos y otros rollos de los escribas Esenios y, si al final no tuvo una relación directa con ellos, es seguro que si estuvo cerca de ellos cuando oraba en el desierto. Por otra parte, ciertas ideas como " la justificación por la fe" y " la paternidad de Dios", que parecían originales del Cristianismo, ahora se sabe que provienen de la cultura religiosa de la íépoca de los Esenios. Asimismo, determinadas prácticas litúrgicas como las inmersiones en el agua para purificarse eran corrientes durante el siglo I, y ello demuestra que el cristianismo no traía un mensaje completamente nuevo e innovador, sino que podría haberse inspirado en otro anterior.
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Algunos autores, incluso sostienen que Jesús de Nazareth, como esenio, fue el fundador de la comunidad del Qumrán. Se sabe que el Maestro de Justicia, si bien fue de suma importancia para el desarrollo de la misma, no fue su fundador. Nunca se atribuyó a si mismo la identidad del Mesías, y lo que realmente hizo fue crear un sistema de ritos, reglas y conductas dirigidas al cumplimiento estricto de la Torah. Jesús, en cambio, habría aprendido de los Esenios el dominio de los sentidos y el desapego a lo externo, desarrollando su elevado nivel de Conciencia suprahumana en la materia. De este modo, habría vencido todas las limitaciones del plano temporal y recibido la Cuarta Iniciación, la más grande jamás dada ni recibida en la Tierra. Muchos historiadores sostienen que cuando el Mesías inició su misión, los Iniciados Esenios se dan cuenta que su tarea ha dado el fruto deseado, y Jesús queda liberado de todo lo que lo unía a ellos. Los Esenios se marginan y í‰l continúa solo como el Mesías que es, descubriendo en Sí mismo lo que el Padre le encomendó y llegando a ser Jesucristo o la energía del Padre. Se dice que, cumplida su misión de preparar el terreno para la venida de Jesús, los Esenios, a los 50 años de haber Este desencarnado, se dispersaron.
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Mentalidad esenia
En la antigí¼edad, todos conocían a "Los Hermanos y Hermanas Vestidos de Blanco". Los hebreos los llamaban "La Escuela de los Profetas", y para los egipcios, ellos eran "los Sanadores, los Míédicos". Tenían propiedades en casi todas las grandes ciudades, y en Jerusalíén había incluso una puerta que llevaba su nombre: Puerta de los Esenios.
Vivían repartidos en numerosas ciudades, y cada vez que un miembro de la secta llegaba de otro lugar se le ofrecen los bienes comunitarios para que hiciera uso de ellos y se le daba alojamiento. Por ello, los Esenios viajaban sin llevar encima absolutamente nada, sólo armas para defenderse de los bandidos. En cada .ciudad se nombra por elección a una persona para que se ocupe de la ropa y de los alimentos de los huíéspedes de la secta.
Las personas sentían en general respeto y estimación por los Esenios, por su honestidad, su pacifismo, su bondad, su discreción, y su talento como sanadores mediante la entonación de sonidos, dedicados tanto a los pobres como a los ricos. Las gentes sabían que muchos grandes profetas hebreos provenían del linaje de la Escuela esenia.
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La forma de vida esenia era sencilla, austera, casi monacal, y la mentalidad y costumbres tambiíén eran de estricta santidad. Los Esenios rechazaban los placeres como si fueran males, y consideraban como virtud el dominio de sí mismo y la no sumisión a las pasiones. Entre sus costumbres se destaca la necesidad de purificarse constantemente, física y espiritualmente, lavándose los pies, las manos y el cuerpo. Lo hacían antes de entrar a la casa de alguien, al comenzar el día, y antes de cenar, o de orar. Tambiíén lavaban a otros los pies en señal de amistad, y cultivaban la idea de que tenían que cuidarse los unos a los otros, como mismo el Padre de todos cuidaba de ellos. Tambiíén se bendecían unos a otros imponiendo las manos sobre la cabeza, para poder siempre estar unidos en la luz y reforzar el amor que fluía entre ellos.
Desde la infancia aprendían a hablar en tono suave y a controlar sus palabras. Ser esenio significaba ser un ejemplo de moralidad; moderaban muy bien su ira y sus impulsos, guardaban fidelidad y en forma natural aprendían a controlar toda pasión y deseo. Jamás apetecían las cosas temporales, y sin egoísmo, servían a los demás desarrollando sus valores espirituales. Mediante tíécnicas y disciplinas lograban transformar el conocimiento recibido en sabiduría, que desde lo interno brota con su luz hacia afuera.
Se abstenían de jurar ya que creían que sería condenada toda persona que no pudiera ser creída sin invocar a Dios con un juramento. Estudiaban con gran interíés los escritos de los autores antiguos, sobre todo aquellos que convienen al alma y al cuerpo, y estudiaban, entre otras disciplinas, los secretos de las plantas y minerales con sus aplicaciones para beneficio humano, descubriendo sus maravillosos poderes curativos contra las enfermedades.
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Los Esenios vivían solos y se servían entre sí. Elegían hombres buenos como administradores de sus ingresos y de los productos de la tierra, y sacerdotes para la elaboración del pan y de (otros) alimentos. Reticentes al matrimonio, se casaban sólo con fines de procreación y no por placer, y sí la adopción de hijos de otros. Es tal la importancia de la procreación, que antes del matrimonio las mujeres eran sometidas a una prueba de purificación durante tres años para asegurarse que fueran fíértiles. Mientras están embarazadas, se abstenían del sexo, y siempre se bañaban vestidas y los hombres con sus partes cubiertas.
Despreciaban la riqueza y compartían absolutamente todo los bienes. Entre ellos nadie era más rico que otro, pues una ley los obligaba a entregar sus posesiones a la orden, de modo que el patrimonio de cada uno formaba parte de una comunidad de bienes, como si todos fueran hermanos. No se cambian de ropa ni de calzado hasta que no estaban totalmente rotos o desgastados por haberlos usado mucho tiempo.
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Los Esenios hacían una vida comunitaria que estaba perfectamente organizada como jerarquía. Por encima estaba el Maestro de la Corrección, seguido por los sacerdotes y Levitas, y más abajo por la comunidad en general. A pesar de esta estructura la comunidad fue una democracia completa; en las materias teologales la autoridad de los sacerdotes parece haber sido absoluta, pero el consejo gobernante constaba de doce laicos y de tres sacerdotes, enmarcados en el gobierno de Israel en las tierras Salvajes, y las decisiones de este consejo estaban sujetas a la reunión (o asamblea) de toda la comunidad en la que cada hombre tenía un voto. La teología de la comunidad era una clase de interpretación apocalíptica, milenarista y rigurosamente escatológica de la vida y la historia.
Algunos Esenios llevaban una vida simple, austera y piadosa al ritmo de las estaciones en villas rodeadas por una pared baja, completamente separados de las ciudades, en medio de la naturaleza.
Otros vivían en las ciudades, en grandes edificios que pertenecían a la Comunidad y que les servían al mismo tiempo como vivienda, albergue y hospital. dedicados principalmente a sanar enfermos y a dar hospitalidad a los extranjeros, recorrían los caminos, circulando las noticias y llevando las informaciones a todos los centros en cada país. Se dice que fue así como el Maestro Jesús pudo llevar su mensaje a todo el mundo, gracias a la detallada y perfecta organización esenia.
Tambiíén estaban los que residían en la escuela-monasterio, situada en lugares escogidos según el conocimiento de la tierra de la luz, y de las puertas que existen entre íésta y la tierra Los Esenios que vivían en estos templos eran casi siempre cíélibes.
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Tanto los activistas como los más contemplativos, se destacaban como albañiles, carpinteros, tejedores y orfebres. Despuíés de Dios honraban con una gran veneración el nombre de su legislador, y si alguien blasfema contra íél, es condenado a muerte. En los asuntos judiciales son muy rigurosos e imparciales. Si algún miembro de la comunidad era sorprendido en un delito grave, se lo expulsaba y ni siquiera se le daba comida. Sin embargo, muchos se compadecían de los moribundos cuando estaban a puntos de expirar de hambre ya que creían que la tortura de haber estado a punto de morir era suficiente castigo por sus pecados.
En una íépoca en que se imponía el despotismo de los gobernantes de Judea y los celos de los sacerdotes corruptos, los Esenios se refugiaban en sus quehaceres agrícolas y artesanales, ya que no practicaban el comercio, y entre ellos nada se vendía o se compraba, sino que cada uno daba y recibía lo que necesitaba. Su objetivo primordial era curar enfermedades físicas y morales, sirviendo al Dios único con piedad y humildad. A pesar de vivir enclaustrados eran libres, trabajando los unos con los otros, sin admitir ninguna clase de servidumbre o esclavitud por considerarla ilícita.
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Para los Esenios, el Hado dominaba todas las cosas, y todo cuanto sucede a los hombres es por decisión suya. Toda su doctrina está referida a Dios y postulaban la inmortalidad del alma. Se trataban entre ellos de hermanos –como haría luego Jesús con los demás en sus príédicas- y oraban tanto de rodillas al estilo de Salomón; con el rostro en tierra, como de pie a la usanza de David; en los casos de súplica, extendían las manos como el Patriarca y volvían el rostro hacia el Santuario de Jerusalíén. Antes de salir el sol, no decían ninguna palabra profana, y rezaban algunas oraciones aprendidas de sus antepasados. A continuación, cada uno era enviado por los encargados a trabajar en lo que sabe. Aunque no hacían nada si no era por orden del encargado, dos aspectos dependían sólo de ellos mismos: la ayuda a los demás y la compasión. Se les permitía prestar auxilio a las personas que ellos consideren oportunas, cuando íéstas se lo pidan, y entregar alimentos a los necesitados, pero no podían dar nada a sus familiares sin la autorización de sus superiores.
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Despuíés de haber hecho su tarea diligentemente hasta la quinta hora, se reunían de nuevo en un mismo lugar y con un paño de lino atado a la cintura se lavaban el cuerpo con agua fría. Tras esta purificación, entraban al comedor como a un recinto sagrado, ya que la comida comunal tenía un carácter sacramental como señal física exterior de una realidad espiritual interior, como una anticipación del banquete mesiánico celebrando la victoria en la guerra santa y la inauguración del nuevo reino. La comida comienza con la bendición del pan y el vino por un sacerdote y por el administrador laico, quiíén son referidos en los textos litúrgicos como el Padre Mesías, el descendiente de Aarón, y el Rey Mesías, el descendiente de David. Los Hijos de la Luz, el ejíército victorioso del Señor, está sentado en la mesa, cada uno en su lugar establecido. En silencio, cada uno comía un pan y un plato con un único alimento. Antes de comer, el sacerdote rezaba una oración y no estaba permitido probar bocado hasta que no concluya la plegaria. Al acabar la comida, se pronunciaba otra oración y luego se quitaban la faja blanca y regresaban a sus trabajos hasta la tarde. Al regreso de sus faenas, cenaban de la misma forma, sin gritos ni agitaciones, y cediíéndose la palabra por turno entre ellos.
El sábado, el día sagrado para los judíos, no encendían fuego, ni movían objetos. Ni siquiera iban al baño.
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Los Esenios se consideraban separados del resto del mundo porque la iluminación de su vida interna y su conocimiento de los ocultos misterios de la naturaleza eran desconocidos para otros hombres. Eran un grupo rigurosamente iniciático y esotíérico, con tres niveles para la Enseñanza regidos por rigurosas leyes de silencio. Su sabiduría mística les había enseñado a diferenciar entre las almas dormidas, las medio despiertas y las despiertas. Su tarea era ayudar, consolar y aliviar a las almas dormidas, tratar de despertar a las que estaban a medias, y dar la bienvenida y guiar a las almas despiertas dentro de su comunidad.
Pese a que la Fraternidad era muy estricta sobre las leyes secretas en relación con su doctrina interna, cultivaban muchos puntos de contacto con las personas, principalmente a travíés de los sitios donde daban alojamiento a peregrinos, proporcionando ayuda en los períodos difíciles, y especialmente a travíés de la sanación de los enfermos. Estos sitios donde se impartían las enseñanzas básicas y se practicaba la sanación estaban localizados en lugares que tuvieran acceso público para que todas las personas pudieran acudir.
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La mayoría de los Esenios superaba los 100 años de edad debido a su disciplina y simplicidad de su forma de vida. Despreciaban el peligro, acababan con el dolor por medio de la mente y creían que el cuerpo es corruptible y de que su materia perece, mientras que el alma permanece siempre inmortal. í‰sta procede del más sutil íéter y atraída por un encantamiento natural se une con el cuerpo y queda encerrada en íél igual que si de una cárcel se tratara. Cuando las almas se liberan de las cadenas de la carne, como si salieran de una larga esclavitud, ascienden contentas a las alturas. Así, al igual que los griegos, sostenían que las almas buenas irán a un lugar más allá del Ocíéano, donde no hay lluvia, ni nieve ni calor, sino que siempre le refresca un suave cíéfiro que sopla desde el Ocíéano. En cambio, para las almas malas, hay un antro oscuro y frío, lleno de eternos tormentos, por lo que exhortaban siempre a buscar la virtud y a alejarse del mal.
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Los Esenios se consideraban herederos de la antigua y gran civilización de los hijos e hijas de Dios, ya que poseían avanzados conocimientos y trabajaban arduamente en secreto por el triunfo de la luz sobre las tinieblas en la mente humana como guardianes de las Divinas Enseñanzas. Poseían un gran número de manuscritos muy antiguos, algunos de los cuales databan del inicio de los tiempos. Una gran parte de los miembros de la Escuela pasaban el tiempo dedicados a la sagrada tarea de descifrar sus códigos, traduciíéndolos a varias lenguas y reproduciíéndolos para perpetuar y preservar este avanzado conocimiento.
Gracias a los libros sagrados de los profetas y ritos como purificaciones, algunos Esenios podían predecir el futuro. Pero su misión era la fundación del Cristianismo y la civilización occidental, apoyados en este esfuerzo por seres altamente evolucionados que dirigían la fraternidad. Hoy, se los considera verdaderos santos, maestros de sabiduría y de las antiguas artes maestras. Se dice que poseían infinidad de revelaciones y que, de este modo, sabían cómo comunicarse con los seres angíélicos y conocían la causa del origen del mal en la tierra.
Por lo mismo, una de sus grandes preocupaciones era protegerse de cualquier contacto con espíritus del mal para preservar la pureza de sus almas. Sabían que estarían en la tierra durante un corto período de tiempo, y no querían prostituir sus almas eternas. Fue esta actitud de estricta disciplina, esta absoluta negativa a mentir o a comprometerse, lo que les hizo objeto de muchísimas persecuciones a travíés del tiempo.
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Los Esenios no se limitaban a una sola religión, sino que estudiaban todas para poder extraer de ellas los grandes principios científicos. Consideraban que cada religión era un estado diferente de una misma manifestación. Así, le daban gran importancia a las enseñanzas de los antiguos caldeos, de Zoroastro, de Hermes Trismegisto, a las secretas instrucciones de Moisíés -uno de los fundadores de su Orden, que había trasmitido tíécnicas similares a las del Budismo- así como a las revelaciones del profeta Enoch.
Mucho de lo que se ha especulado en torno a los Esenios fue confirmado o rechazado a partir de los descubrimientos del Mar Muerto, que incluían grandes partes o fragmentos de casi todos los libros del Antiguo Testamento y de las escrituras apócrifas pseudoepigráficas, así como comentarios, himnos, escrituras apocalípticas y profíéticas peculiares de la secta, y un extensivo y detallado Manual de Disciplina o de regla monástica. Por este motivo fueron reivindicados los relatos de los tres autores clásicos. El hecho de que se encontraran muchos esqueletos de mujeres en el cementerio de Qumran indica que, o la secta no fue cíélibe, o estaba dividida en una orden cíélibe y una asociación de laicos casados como todavía se encuentra entre los franciscanos.
Por otro lado, dentro del cerco comunal los arqueólogos descubrieron un gran número de jarras cuidadosamente enterradas llenas con huesos de ovejas, cabras, y vacas, cada animal estaba sepultado individualmente. Hay pocas dudas de que íéstos son restos de banquetes sacrificatorios de la comunidad, así que la información de Josefo debe ser reinterpretada como que los Esenios rechazaban el culto sacrificatorio del templo de Jerusalíén y seguían el suyo propio (como los Falasha de Etiopía hacen hoy). Esto es importante porque significa que la comunidad esenia no se consideraba solamente una secta judía más, sino un Nuevo Jerusalíén que reemplazaría al antiguo.
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La iniciación
Los Esenios se consideraban un grupo en el centro de todos, porque cualquiera que hubiera puesto en marcha un completo proceso del despertar del alma y estuviera listo para ascender las escaleras del sagrado templo de la humanidad podía formar parte de su Fraternidad tan pronto pasaran con íéxito las pruebas selectivas y severas penitencias junto a un estricto ascetismo, no sólo en el primer año de su iniciación, sino en los subsiguientes períodos, donde comenzaban a ser invitados a los ágapes o cenas íntimas.
Sólo las almas despiertas de 21 años como mínimo podrían recibir la iniciación en los misterios de la Fraternidad, y comenzar el sendero de evolución sin fin a travíés del ciclo de sus encarnaciones.
Antes de ingresar a la secta, el candidato recibía una pequeña hacha, un paño de lino y un vestido blanco. Despuíés de haber dado tiempo pruebas de su fortaleza durante un año, avanzaba aún más en su forma de vida y participaba de las aguas sagradas para sus purificaciones. Tras demostrar su constancia y poner a prueba su carácter durante dos años era admitido en la comunidad. Antes de empezar su primera comida colectiva, debía pronunciar juramentos ante los demás hermanos de la secta, prometiendo venerar a la divinidad, practicar la justicia con los hombres, no hacer daño a nadie ni por deseo propio ni por orden de otro, abominar siempre a las o personas injustas y colaborar con las justas, y ser fiel siempre a todos, sobre todo a las autoridades. Si llegaba a ocupar un cargo de poder, debía jurar que nunca se comportaría de forma insolente ni trataría de sobresalir ante sus subordinados por su forma de vestir o por alguna otra marca de superioridad.
Juraba, tambiíén, siempre amar la verdad y a aborrecer a los mentirosos, mantener sus manos limpias del robo y su alma libre de ganancias ilícitas; no ocultar nada a los miembros de la comunidad ni revelar nada sobre ella a las personas ajenas, transmitir las normas de la secta de la misma forma que ellos las han recibido, y abstenerse de participar en el bandidaje.
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Solamente una vez verificadas las aptitudes para la vida interna del candidato, íéste tenía que practicar una especie de meditación. En completa calma, examinaba su vida pasada con toda claridad, para poder hacer un recuento objetivo de la sabiduría adquirida. Tenía que discernir entre los impulsos que había recibido del "cielo" y los de "su ángel" durante su infancia y a travíés de su vida, y observar la forma en que había respondido. ¿Trató de alejarse de ellos o se mantuvo fiel?
Mediante ese análisis, se forjaba un nueva relación con el mundo superior del espíritu en libertad, y el candidato era llevado a conocer sus propios errores, la causa de todo su sufrimiento. De esta forma, podía efectuar cambios dentro de sí, tomar el control de su vida, hacerse responsable en el sentido iniciático de la palabra, y prepararse en forma efectiva y con plena conciencia para entrar en la Comunidad de la Luz.
Las comidas comunitarias eran la primera incorporación del aspirante. En ellas se leían e interpretaban las Sagradas Escrituras en su esencia y no en su forma, de modo que el Iniciado recibía el conocimiento de las Sagradas Leyes, comprendía la divinidad del hombre septenario con el alma que permanece en una etíérea región entre el espíritu y el cuerpo corruptible y transitorio que la ayuda a crecer.
Así, entraba al mundo sagrado del sendero real y se convertía en un Hermano (o Hermana) de la Comunidad. Junto con sus blancas ropas de lino, recibía la misión que debía desempeñar durante su vida, con un propósito y una orientación que nunca debería abandonar y que era una forma de unirse a Dios y hacerse útil para la tierra y la humanidad. Nunca debería separarse del hilo conductor de esa misión, que le daba un significado positivo a su pasaje en la tierra y lo convertía en un verdadero ser humano. Para los Esenios, ser hombre era llevar dentro de sí una hermosa luz, para ofrecerla a la tierra, a sus habitantes, y a sí mismo.
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Las ropas blancas eran la materialización del poder del bautismo y de la pureza del alma, que lo protegerían de las muchas contradicciones del mundo. El cayado o bastón simbolizaba el conocimiento de las leyes secretas de la vida y su capacidad para utilizarlas armoniosamente por el logro exitoso de su tarea. Los iniciados se dividían en cuatro clases. Los más recientes, considerados una categoría inferior, debían lavarse si tocaban a algún veterano.
Otro requerimiento de todo esenio era jurar respeto por la tierra como ser viviente, sagrado e inteligente. Para mantenerse en contacto con ella, para honrarla y participar en su sana evolución, debía tener sus pies en contacto con la tierra --y algunas veces, incluso su cuerpo entero- por lo que frecuentemente los Esenios frecuentemente andaban descalzos.
El conocimiento viviente de las leyes de la reencarnación (las leyes de la evolución y la compasión) y las leyes del destino (las leyes de causa y efecto) permitían a los hierofantes escoger la misión que correspondía exactamente al trabajo que cada alma que venía a la tierra tenía que desempeñar. Para cumplir esta misión en particular, la persona debía enfrentarse a sí mismo, interrogarse y buscar la asistencia del Espíritu Santo. Periódicamente tenía que revisar su vida , observar la forma en que íésta transcurría ante sí, como las páginas de un libro, y preguntarse si lo que veía era digno de ser incluido en el Gran Libro de la Vida. Cada pensamiento, cada sentimiento, cada acto, y tambiíén sus motivaciones, tenían que estar claramente delineados "en blanco y negro".
Los Maestros Esenios conocían por experiencia cuán pronto uno puede desviarse del sendero de la luz y perderse, por lo que la tarea del neófito era simplificar todo dentro de sí para convertirse en uno con su ideal. Si este ideal solamente brillaba en forma intermitente, como si quisiera llamarlo al orden, no era una buena señal, y de inmediato debía esclarecer su vida para poder mantener vivo y puro su vínculo con el Altísimo, la fuente de toda sanación.
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Oración Esenia pronunciada por la Virgen María
Dentro del Altísimo, mi alma florece,
se regocija ante la vista del sendero ascendente.
Lo que está arriba se une con lo que está abajo,
y el Altísimo ha impregnado mi alma con su radiante mirada.
De todas las generaciones, la mía ha sido bendecida,
porque el Todopoderoso hizo grandes cosas por mí,
impregnó mi alma con su rayo.
Sagrado es su nombre, a travíés de los siglos su bendición se extiende
a todos aquellos que, por amor, siguen siíéndole fieles.
Sublime e intocable es el Altísimo.
Todopoderosa es la fuerza de su brazo.
El dispersa a los orgullosos, destruye
a aquellos que sólo piensan en sí mismos,
derriba el trono de quienes sólo creen en su propio poder,
y eleva a su Reino a los corazones humildes, sencillos, puros y amorosos.
Regala sus dones a quienes permanecen en silencio ante su presencia.
El Altísimo nunca abandona a sus hijos que le sirven con sabiduría y amor.
Publicado en http://www.andesenios.net/espiritu/espiritu.htm