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Uno de los artífices de la política económica de la India aseguró que el país no necesita del Fondo Monetario Internacional para estabilizar la rupia, cuyo valor ha caído abruptamente en los últimos tres meses.
No creo que nuestra actual situación económica nos obligue a ir al FMI, no anticipo que esa pueda ser la situación en un futuro cercano, dijo en conferencia de prensa el vicepresidente de la Comisión de Planificación, Montek Singh Ahluwalia.
A principios de semana la rupia india cayó a un mínimo histórico de 68,85 contra el dólar estadounidense, una depreciación de casi el 20 por ciento de mayo a la fecha, lo que agudizó las dudas sobre la capacidad del país de alcanzar el milagro económico que se le auguraba hasta muy reciíén.
Ahluwalia, una figura clave en la política económica de esta nación surasiática desde mediados de 1980, aseguró que la moneda nacional se ha "sobre-depreciado" y que en lo adelante debe ir recuperando valor hasta encontrar un nivel apropiado.
Analistas ha comparado la reciente volatilidad del mercado de divisas con la crisis en la balanza de pagos de 1991, cuando la India se vio obligada a poner en garantía sus reservas de oro ante el FMI para pagar las facturas de importación.
Aunque a menor nivel, el país vuelve a mostrar un elevado díéficit en su balanza de pagos y no ha sido capaz de atraerse un mayor volumen de capitales extranjeros pese a que inicios de este mes flexibilizó como nunca las normas que rigen ese proceso.
Tampoco ha rendido los resultados apetecidos la decisión del Gobierno y del Banco de la Reserva de imponer mayores aranceles a la importación de oro y restringir las inversiones de ciudadanos indios en el exterior, entre otras medidas enfiladas a detener el desplome de la rupia.
Ahluwalia, el hombre de confianza del primer ministro Manmohan Singh en materia económica -en 1991 conjugaron esfuerzos para reflotar la economía nacional- comentó que el fenómeno tiene un impacto mixto, pues mientras favorece a algunos sectores, perjudica a otros.
En ese contexto, apuntó que la caída de la rupia "está poniendo a nuestros exportadores en una posición muy fuerte".
La opinión más generalizada entre los expertos es que la India he entrado en un terreno financiero muy movedizo donde están quedando entrampadas sus otrora dinámicas posibilidades de crecimiento económico.
Una desconfianza que se acrecienta por la vecindad de las elecciones generales (primavera del 2014) y su incierto desenlace, incluida la durabilidad de las medidas neoliberales activadas bajo la administración de Singh.
En el 2008 el jefe de gobierno pronosticó un crecimiento sostenido de la economía nacional del ocho al nueve por ciento y el inicio de un período en que se pondría fin a la pobreza crónica, el hambre, el analfabetismo y las enfermedades que por siglos han marcado el destino de millones de indios.
La realidad ha sido distinta: en el reciíén finalizado año fiscal (marzo), el Producto Interno Bruto experimentó una expansión -magra para los patrones de la India y de otras naciones asiáticas- del cinco por ciento, la más baja en una díécada, y para el actual ejercicio no se avizora un crecimiento mucho mayor.