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Autor Tema: El aura humana (Completo)  (Leído 527 veces)

Scientia

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El aura humana (Completo)
« en: Marzo 17, 2014, 09:29:37 pm »
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Un misterio cientí­fico y espiritual

Desde siglos remotos y en diversas culturas, han surgido representaciones de personas y de seres mitológicos iluminados que tienen como patrón común la presencia de una cierta luminiscencia corpórea y, sobre todo, de una aureola brillante en la parte superior de la cabeza. Ejemplos son Moisíés, cuyo rostro no dejó de brillar despuíés de ver a Dios; Krishna y otras divinidades del Hinduismo; Mahoma, Buda, Jesús y los santos de la Cristiandad. Claro que, como afirman los escíépticos, en esas representaciones hay algo simbólico; pero además, paralelamente siempre ha habido videntes capaces de percibir la energí­a de la gente, siendo el aura la manifestación por excelencia de la misma, y la aureola brillante (generalmente dorada) el sello del aura de los iluminados.

Vision


Pero... ¿quíé es el aura? Parafraseando una definición bastante extendida, esta serí­a: «el campo electromagníético que rodea especialmente a un cuerpo animal, y que contiene colores que están en función de la frecuencia vibratoria de la energí­a que íéste contiene; en el caso del ser humano, la naturaleza de semejante energí­a estarí­a vinculada a factores fí­sicos, mentales y espirituales, pudiendo cambiar y expresar distintos colores según el flujo de cambios esporádicos (emocionales, por ejemplo) o perdurables (de personalidad, mentalidad, etc).».
Ahora bien, la definición anterior se centra en los animales porque las plantas y los objetos inanimados tambiíén tienen aura en tanto que presentan campos electromagníéticos que, según los defensores de la Fotografí­a Kirlian (a la que de ahora en adelante nos referiremos como "FK", pueden incluso fotografiarse. Lógicamente, en el caso de una roca, el aura serí­a un puro fenómeno fí­sico, y no estarí­a vinculado ni siquiera a variaciones fisiológicas, mientras que en un animal ya serí­a algo más complejo e incluirí­a vinculación con lo fisiológico y, aunque esto sea algo políémico, con lo psicológico (a nivel primario), al menos en unas pocas especies. Queda claro así­ que, cuando hablamos de animales y seres inanimados, el concepto de aura pierde la riqueza que recibe en su uso común; y es que lo complejo del tema viene cuando hablamos del aura en el ser humano, porque entonces íésta pasa a estar asociada a lo espiritual, y lo espiritual, a menos que nos remitamos a sus correlatos en la realidad de materia-energí­a, no puede ser objeto de conocimiento cientí­fico.

Capas del aura

Concepción pretendidamente cientí­fica

A partir de los hallazgos posibilitados por la FK (de esto se hablará más adelante), fue aparentemente posible fotografiar el aura y, de las imágenes que se fueron obteniendo, ha surgido la siguiente división del aura en tres capas:
Primera capa o doble etíéreo: en íésta se puede ver una pequeña franja oscura de un color gris claro, extendida por todo el cuerpo y ajustándose con exactitud a la forma de íéste.
Segunda capa o aura interior: en ella se observa una anchura de aproximadamente 6 cm. Al igual que la primera, tambiíén se ajusta al contorno del cuerpo, variando su coloración según el estado de salud (fí­sico, psí­quico y emocional) del sujeto.
Tercera capa o aura exterior: comienza donde termina la segunda capa y su anchura es de 8 a 15 cm.
En el marco de esta concepción de las capas, se ha llegado a saber que en las mujeres la tercera capa es bastante mayor que en los hombres, además de que en ellas va adquiriendo un tono más suave y "sutil" según avanzan en edad. Por otra parte, el Dr. Kilner descubrió que, cuando se juntaban personas de auras fuertes y sanas con personas de auras díébiles y de poca salud, el aura díébil y poco sana absorbí­a (en independencia de la voluntad de su dueño) energí­a del aura fuerte y sana. Este último hallazgo fue de enorme importancia, porque confirmó la creencia que desde siglos atrás tení­an los clarividentes, shamanes, brujos y todo ese tipo de personas curtidas en lo oculto, según la cual, cuando juntas a alguien de energí­a superior con alguien de energí­a inferior, la persona de energí­a inferior drenará energí­a de la otra.

Concepción esotíérica

Cientí­ficos


La teorí­a que ahora presentaremos es ampliamente aceptada en los cí­rculos esotíéricos, y en el contexto de disciplinas que mezclan lo mí­stico con lo pseudocientí­fico y lo cientí­fico, tales como el Reiki o la Magnetoterapia. Según esta teorí­a, el aura se divide en siete capas (cada capa equivale a un cuerpo sutil), y cada capa guarda correspondencia con uno de los siete chakras, entendiendo a estos como vórtices-centros energíéticos dentro del aura, producidos básicamente por la convergencia de lí­neas-canales de energí­a:
Primera capa o Cuerpo Etíérico: se corresponde con el primer chakra; se compone de diminutas lí­neas energíéticas que conforman una especie de doble exacto al cuerpo fí­sico; está relacionada con los procesos orgánicos; se extiende entre 1,25 y 5cm del cuerpo fí­sico.
Segunda capa o Cuerpo Astral (tambiíén llamado "Cuerpo Emocional": se corresponde con el segundo chakra, tiene una estructura más fluida que el Cuerpo Etíérico, y sigue el contorno del cuerpo fí­sico pero sin duplicarlo exactamente; está asociada a los sentimientos, emociones, deseos y miedos, variando mucho su color según la naturaleza de estos; posee cierta autonomí­a, pues supuestamente se desprende y va a "otros planos" cuando estamos dormidos; se extiende entre 2,5 y 7,5 cm del cuerpo.
Tercera capa o Cuerpo Mental: Tiene una estructura más fina y sutil que las capas anteriores; se corresponde con el tercer chakra; está vinculada a los pensamientos y procesos mentales, por lo que su tono y fulgor depende en gran parte del poder y la claridad de la mente de la persona; se extiende aproximadamente entre los 7,5 y los 60cm del cuerpo fí­sico.
Cuarta capa o Cuerpo Causal: Es de estructura informe, más sutil que las capas anteriores; se corresponde con el cuarto chakra; sirve de puente entre lo fí­sico y lo espiritual; se relaciona con el amor, desde el amor de pareja hasta el amor fraternal y el amor a Dios; supuestamente, esta capa contiene los Archivos Akáshicos, que son una especie de registro cósmico de todo lo ocurrido; se extiende entre los 15 y los 30 cm del cuerpo.
Quinta capa o Cuerpo Patrón Etíérico: Tiene una vibración más elevada que las anteriores; se corresponde con el quinto chakra; está relacionada con el crecimiento espiritual y la conexión con Dios; se extiende entre los 40 y los 60 cm del cuerpo.
Sexta Capa o Cuerpo Celestial: Es más sutil que las anteriores; se corresponde con el sexto chakra (el famoso "tercer ojo"; está asociada a la percepción de energí­as sutiles, a la intuición; podemos experimentar la conciencia en el nivel de esta capa cuando sentimos que somos uno con Dios y La Creación; se extiende entre los 60 y los 83cm del cuerpo.
Síéptima capa o Cuerpo Patrón Cetíérico: Es la más sutil de todas; se corresponde con el sexto chakra (el "chakra coronario", que aparece como aureola en los santos e iluminados); está asociada al despertar espiritual y a la unión con Dios; cuando llegamos a situar nuestra conciencia al nivel de esta capa, nos convertimos en canales del amor divino; se extiende normalmente entre los 75 y 105cm, pero en un iluminado puede extenderse mucho más.
En la misma lí­nea de la división presentada, la terapeuta Barbara Ann Brennan habla de siete niveles de "manifestación aural": en el primero se registran sensaciones fí­sicas (dolor, placer, etc) y estados de salud; en el segundo se manifiesta el grado y la forma de autoaceptación del sujeto; en el tercero se ubica la razón, el intelecto; en el cuarto se expresa la dimensión afectiva del sujeto y sus ví­nculos; en el quinto se manifiesta la verdad personal de cada uno; en el sexto se plasma la espiritualidad; y, finalmente, en el último se expresan las creencias religiosas y el objetivo particular del alma en la vida presente.

El aura y los cientí­ficos

karma


Empíédocles, Hipócrates, Galeno, Avicena, entre otros, hablaron de una misteriosa sustancia luminosa que impregnaba el universo y, cuyo desequilibrio en el hombre, estaba presente en el origen de las enfermedades. Más tarde, con los avances del conocimiento cientí­fico, desde el siglo XVII (aproximadamente) empezó a imperar una visión mecanicista del hombre, en la que prácticamente todo era el producto de una dinámica de "humores psí­quicos y quí­micos"; a partir de allí­, habrí­a una fuerte tendencia a ridiculizar a aquellos que buscasen cualquier "sustancia luminosa y sutil", como fueron los casos de Mesmer (s. XVIII) y su "fluido magníético", o del barón Karl von Reichenbach (s. XIX), quien habló de la "fuerza ódica" como una luminosidad que la proyectaban no solo las personas sino los animales y objetos. Posteriormente, el estadounidense John Keely y el austrí­aco Wilhelm Reich, descubrieron que la energí­a electromagníética (llamada por ellos "dinasfíérica" y "orgónica" podí­a guardarse en unos acumuladores especiales, pero los persiguieron porque no quisieron desvelar el secreto para construir tales dispositivos... Caso parecido al de los dos anteriores pero mucho más sospechoso, fue el de la quiropráctica estadounidense Ruth Drown, que en los años 30 aseguró que existí­a un "fluido universal" que entraba en el ser humano a travíés de la pineal, irrigando el plasma sanguí­neo y el sistema nervioso; para ver tal fluido, ella creó el Radio-Visión, con el que supuestamente se podí­an fotografiar órganos a partir de una gota de sangre: su premio fue ser encarcelada y presenciar la destrucción de su máquina... ¿serí­a por quíé en verdad habí­a descubierto algo grande?... Quizá nunca lo sepamos, pero al menos, tiempo despuíés en 1869, el Dr. Walter Kilner intentó crear un míétodo para visibilizar el aura. Dicho míétodo funcionaba con unas lentes impregnadas en dicianina, con las cuales se podí­a ver un espectro violáceo alrededor de los cuerpos, que variaba su tono e intensidad en función de aspectos vinculados a la salud del sujeto.
Despuíés del descubrimiento de Kilner apareció la Fotografí­a Schlieren, originalmente ideada para detectar imperfecciones en los vidrios, pero convertida en instrumento revelador luego de que se descubriera su potencial para detectar lo que parecí­a ser un halo tíérmico alrededor del cuerpo humano, manifestado siempre en concordancia con las visiones que durante tanto tiempo habí­an expresado los videntes.

cuerpo


Tras la Schlieren, en 1939 apareció el gran hallazgo: la Fotografí­a Kirlian, descubierta por Semyon Davidovich Kirlian y Valentina Kirlian. í‰sta tíécnica se basaba en el siguiente principio: al poner un objeto sobre una placa fotográfica y someterlo a un fuerte campo elíéctrico, una imagen aparece sobre la placa, y esta imagen es la del objeto rodeado de un halo coloreado. ¿Quíé es ese halo? Para muchos cientí­ficos, y esta concepción tomó íénfasis en los años 60, ese halo es el aura, entendida, en el caso de las personas, como un campo electromagníético originado en el organismo, variable en sus condiciones según el metabolismo, la temperatura, las emociones, el ritmo respiratorio, la humedad, las condiciones atmosfíéricas y otros factores ...
Entre los defensores de la FK está Híéctor Avilíés, que lleva años realizando fotografí­as Kirlian y ha llegado a convencerse de que es indudable que lo captado en esas fotografí­as es "un campo energíético que tiene que ver con la vida y la conciencia", afirmando además que: "Es difí­cil aplicar la FK como míétodo de diagnóstico, debido a los múltiples factores que interfieren en la tíécnica y a que nuestro campo energíético oscila continuamente. Pero la FK ha revelado que la conciencia y el pensamiento —incluso los ajenos— influyen en los colores e intensidad del campo energíético, lo mismo que la enfermedad. Y no deja de ser revelador que refleje en las manos los mismos puntos energíéticos que señala la acupuntura". No obstante, otros cientí­ficos han dicho que no hay nada de psí­quico en el asunto, y que todo se debe al "efecto corona", consistente en que, cuando la electricidad penetra un objeto, íéste produce una zona de gas ionizado a su alrededor, y esa zona, que comporta una especie de humedad, se pasa a la superficie de la pelí­cula fotográfica, alterando la disposición de su carga elíéctrica.
Nuestro lector probablemente se incline hacia la posición escíéptica (con respecto al tema en general), pero antes deberí­a considerar cosas como el testimonio del investigador Xavier Rosique, quien ha estudiado el aura de unas siete mil personas con la tíécnica informática denominada Visión-Aura, y cuenta que un dí­a un sujeto con experiencia en meditación le dijo que tomase la foto justo cuando íél le indicase pues en ese momento se visualizarí­a su tercer ojo (un chakra, por ende un vórtice energíético dentro del aura); según dijo Xavier Rosique: «El resultado fue asombroso. En efecto, la imagen desveló un punto luminoso en la frente del sujeto».

colores


En la misma lí­nea de Rosique, Josíé Garrido, miembro del Centro de Estudios Parapsicológicos de la Escuela de Ciencias de Vanguardia, cuenta su experiencia y la de sus compañeros en estos tíérminos positivos para la FK: «En diferentes secuencias fotográficas podemos comprobar las asombrosas modificaciones que se producen en las estructuras energíéticas mientras la persona realiza prácticas en el campo de la alteración de la conciencia. El aura de los dedos muestra un aumento sustancial de la corona tras estar meditando diez minutos y, despuíés de veinte, la imagen muestra que el individuo ha alcanzado un estado de onda cerebral alfa».
Volviendo a la historia de los avances cientí­ficos en torno al aura, tenemos que el último míétodo conocido fue el de la tíécnica GDV, inventada por el fí­sico Peter Mandel Korotkov, quien dilucidó cómo, en los diez dedos de las manos, está contenida toda la información completa del cuerpo y de los principales aspectos de la psique humana, por lo que la GDV parte de realizar fotos Kirlian a las yemas de los diez dedos, pero enví­a estas fotos a computadoras que aplican un software y emiten diagnósticos globales sobre el estado de salud (fí­sica, energíética, psicológica) del sujeto

Visión del aura: ¿ilusión subjetiva o percepción objetiva?

Sinestesia

En un artí­culo expuesto en la revista Consciousness and Cognition, los profesores del Departamento de Psicologí­a Experimental de la Universidad de Granada, í“scar Iborra, Luis Pastor y Emilio Gómez Milán, ofrecieron una explicación cientí­fica al fenómeno que supuestamente subyace tras la capacidad que tienen algunos de ver el aura.

humana


Estos investigadores plantearon que la razón de la percepción del aura era la sinestesia, una especie de "cruce de cables" que consiste en conexiones sinápticas irregulares que hacen mezclar distintos modos de percepción sensorial. Un ejemplo claro de sinestesia es el de las personas que ven colores cuando escuchan sonidos, pero aquí­ la sinestesia es distinta, y consiste en una asociación sináptica (esto es, a nivel de conexiones entre neuronas) entre la zona encargada del reconocimiento de rostros, y la zona encargada de procesar colores, dando como resultado la atribución de tal o cual color a tal o cual rostro. Además, y como para explicar casos de desarrollo de supuesta clarividencia, estos cientí­ficos dicen que podemos desarrollar el tipo de sinestesia que permite ver el aura, aunque para ellos se trata de una mera ilusión perceptiva creada por irregularidades neurológicas.

Glándula pineal

aura


La glándula pineal da mucho de quíé hablar, ya que la Ciencia parece estar dando cada vez más elementos para creer que íésta tiene los roles que el Ocultismo siempre le ha otorgado. Así­, se sabe que además de fabricar melatonina, la glándula pineal segrega DMT (una sustancia asociada a experiencias mí­sticas), y que en ella hay cíélulas fotosensibles y una particular sensibilidad electromagníética. Pero tambiíén se sabe que la glándula pineal disminuye despuíés de los siete años, y muchos creen que se tiende a obstruir por acumulación de flúor. De este modo, y teniendo en cuenta que siempre se la ha considerado como el principal correlato fí­sico del tercer ojo, resulta coherente lo que a nivel cientí­fico se sabe de ella, con el hecho de que son los niños quienes con más frecuencia ven espí­ritus y auras porque... ¿quíé son ambos sino fenómenos electromagníéticos?. Entonces, si es así­ y la glándula pineal es muy sensible al electromagnetismo, resulta razonable suponer que, al estimularla (con meditación, por ejemplo), podremos ser más sensibles al electromagnetismo, lo que equivale a ser más sensibles a las auras ajenas, y esto, en última instancia, se traduce en una mayor probabilidad de percibir auras ajenas, y fantasmas, aunque lo último no viene mucho al caso.

Los biofotones

El aura humana (Completo)


Pese a que no visible para nuestros ojos, cientí­ficos japoneses comprobron que el cuerpo humano genera biofotones como resultado de su metabolismo energíético. El descubrimiento se dio en el Departamento de Electrónica y Sistemas Inteligentes del Instituto Tohoku, donde los cientí­ficos emplearon una cámara criogíénica CCD, sensible a emisiones fotónicas superdíébiles, encontrando con eso que el cuerpo humano genera pulsos rí­tmicos de luz; y, coherentemente con tantas representaciones de santos e iluminados, vieron que es el rostro el que emite biofotones con más frecuencia y cantidad. Tambiíén descubrieron que es de tarde cuando más se producen biofotones, mientras que de noche y de mañana hay menos, al igual que se producen menos cuando se duerme poco, mientras que se producen más si se duerme bien.