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Autor Tema: Los cárteles dejan la droga para traficar con órganos de niños, petróleo y  (Leído 288 veces)

Eguzki

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Suerte tuvo un grupo de niños hacinados en la caja refrigeradora de un camión de que el conductor se confundiese de camino. Debí­a hacer la entrega al sur de Michoacán, en el puerto de Lázaro Cárdenas, pero se equivocó de carretera y terminó en Tepalcatepec en plena noche. Allí­ unos agentes revisaron su mercancí­a, y cuál fue su sorpresa cuando en el congelador aparecieron los niños en plena hipotermia. Habí­an sido secuestrados horas antes en la playa, en una excursión con la escuela.

Ellos se salvaron, pero otros cientos de niños, quiíén sabe si miles, no tuvieron la fortuna de que un conductor errara el camino. Fueron secuestrados, despojados de sus órganos vitales y desaparecieron para la eternidad. Así­ funciona una de las ramas de negocio de Los Caballeros Templarios, el primer cártel que ha convertido el tráfico de droga en un objetivo secundario para centrarse en otras áreas más lucrativas. Y no son los únicos.

El comisionado de Seguridad en Michoacán, Alfredo Castillo, desveló dí­as atrás que el mineral de hierro se ha convertido en “la principal fuente de ingreso” de Los Caballeros Templarios. “Están cobrando 15 dólares por tonelada por la extracción, el transporte, el almacenamiento, los permisos y la exportación”, dijo el funcionario. Según la Cámara mexicana del Hierro y el Acero, el cártel ganó unos 1.000 millones de dólares en 2013 por la exportación de 10 millones de toneladas de mineral de hierro, compradas en su mayorí­a por empresas de China, paí­s del que procede, a su vez, la mayorí­a de los precursores quí­micos que usan los Templarios para elaborar metanfetaminas.

Hierro, extorsión, tala ilegal de árboles y, sólo despuíés, tráfico de drogas. Ese es hoy el orden de prioridades para los Templarios. “La gente piensa que en Tierra Caliente (epicentro del conflicto con los grupos de autodefensa) sólo se pelean por una ‘plaza’ de narcotráfico, pero lo que hay en juego es en realidad un negocio de miles de millones de dólares que cuenta con la complicidad de las autoridades, porque es obvio que ninguna organización de delincuencia organizada puede funcionar sin la complicidad y protección oficial”, asegura a este diario Leticia Quiroz, investigadora de Universidad Goethe de Fráncfort y especialista en el tema.
El secuestro de niños en los estados más pobres

Es un misterio todaví­a quíé rol juega el tráfico de órganos en el entramado criminal. “Es conocido por todos los investigadores cientí­ficos y los policí­as que hay un alto í­ndice de niños desaparecidos en Míéxico, especialmente en las rancherí­as, donde la gente indí­gena a veces ni siquiera habla español y se hace muy difí­cil levantar una investigación. Son niños que por la pobreza, la marginación o el idioma nadie reclama, a veces niños con ciertas caracterí­sticas fí­sicas en función de lo que interese”, denuncia Quiroz. En los estados más pobres de Míéxico, donde hay amplias poblaciones indí­genas, el secuestro de niños es una lacra desde hace años. En Quintana Roo, pení­nsula de Yucatán, es considerado el problema más grave por encima de cualquier otro crimen.

Sin embargo, el comisionado Castillo alberga dudas acerca del destino final de los órganos, ya que, según algunos testigos, Los Caballeros Templarios tambiíén usan los corazones humanos para comíérselos en ritos de iniciación o pruebas de fidelidad. Según el funcionario, el reciíén fallecido lí­der templario Nazario Moreno ‘el Chayo’ obligaba a algunos de sus secuaces a comerse un corazón humano para ponerlos a prueba, una práctica espeluznante cuya veracidad sostiene más de un testigo. Manuel Plancarte, sobrino del dirigente templario ‘Kike’ Plancarte, fue arrestado esta semana y reconoció estar al frente del negocio de la extracción de órganos humanos, si bien no dijo nada de que robaran corazones para comíérselos.

El narcotráfico no es para todos

“Es un error identificar a todas las organizaciones criminales como narcotraficantes. Hay que distinguir entre los cárteles de la droga y las organizaciones criminales territoriales. Estos últimos son especialistas en el control del territorio a travíés de la violencia. Toda actividad económica representa una fuente potencial de ingreso para ellos. No les interesa controlar un mercado (como a los cárteles tradicionales de la droga), sino todos los mercados”, apunta Antonio Mazzitelli, representante para Míéxico y Centroamíérica de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito.

Ese es el peligroso modelo que marcará el futuro de los cárteles en Míéxico y que lleva años manifestándose en el poder de las pandillas en Honduras y El Salvador o en el control que ejercen los Comandos en Brasil: ya no es la distribución de la droga lo que todos buscan, sino el control total de la economí­a de una región. Los Caballeros Templarios han visto una excelente oportunidad explotando minas de hierro en Michoacán, mientras otros cárteles, como Los Zetas, llevan varios años robando combustible a lo grande de las cañerí­as que la petrolera Pemex tiene tendidas a lo largo de la costa del Golfo de Míéxico.
La empresa detectó el año pasado 2.190 puntos de extracción ilegal u ordeñas, un aumento del 40% que en conjunto le hizo perder 416 millones de euros. Una suma enorme que pasó a manos de Los Zetas y, en menor medida, del cártel del Golfo. De hecho, Los Zetas son los pioneros de este cambio de modelo en Míéxico. Este cártel de antiguos militares de íélite era experto en violencia y control del territorio, no en narcotráfico, y adiestró en el uso del terror a sus protegidos de La Familia Michoacana, que tras su escisión derivó en Los Caballeros Templarios.

Hoy, casi todos los grupos criminales mexicanos y latinoamericanos contemplan el narcotráfico como otro negocio más. Y no porque no les interese, sino por el cuasi monopolio que ejerce el cártel del Pací­fico (Federación de Sinaloa) sobre este sector y por el preocupante aumento de la producción local en Estados Unidos, que está reduciendo el volumen del mercado. Aun así­, el 90% de la cocaí­na que se consume en Estados Unidos procede de Míéxico, un negocio que según los cálculos de la ONU más conservadores reporta a los cárteles entre 15.000 y 60.000 millones de dólares al año, descontando ya la partida del menudeo que, en teorí­a, no regresa. Microsoft, por ejemplo, ingresa 60.000 millones anuales.
Los grandes cárteles con capacidad operativa continúan en el negocio del narcotráfico, pero los más pequeños y reciíén llegados no tienen ese know-how. Por eso, los nuevos grupos encuentran un espacio mucho más fíértil en el modelo del control del territorio y de los mercados criminales y lí­citos. Es el mecanismo mafioso de la extorsión y el ofrecimiento de protección”, explica Mazzitelli. Según datos oficiales, el año 2014 arrancó en Míéxico con 12 grandes cárteles y otros 88 grupos delictivos que aspiran a crecer y competir en las grandes ligas del crimen. Y su modelo de negocio no es Sinaloa y el narcotráfico, sino la extorsión, el secuestro, la prostitución, el tráfico de personas y, más adelante, la infiltración en todos los ámbitos de la economí­a.

El cártel del Pací­fico comienza pues a quedarse sólo en el antiguo código de conducta del narcotráfico, a pesar de que la organización liderada por el reciíén detenido Joaquí­n ‘el Chapo’ Guzmán tambiíén cuenta con una red de al menos 288 empresas, si bien están más centradas en el lavado de dinero y la reinversión de activos del narcotráfico. Un emporio criminal que cuenta con extravagancias como granjas de avestruces, circuitos de carreras y hasta una guarderí­a infantil. Más allá de la desviación de ganancias, Sinaloa tambiíén ha encontrado un mercado muy lucrativo en áreas de negocio paralelas a la droga, como son el contrabando de animales en peligro de extinción y el control del mercado de la piraterí­a audiovisual, prácticas que hoy copian y amplí­an sus cárteles rivales.