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Autor Tema: EL íRBOL Y EL SANADOR  (Leído 781 veces)

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EL íRBOL Y EL SANADOR
« en: Mayo 16, 2014, 07:27:05 pm »
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EL íRBOL Y EL SANADOR

1. Los poderes curativos de los árboles
Los Maestros taoí­stas advirtieron que los árboles son plantas sumamente poderosas. No solo absorben dióxido de carbono para transformarlo en oxí­geno, sino que tambiíén absorbe en fuerzas negativas y las transforman en energí­a sana. Los árboles están muy bien arraigados en la tierra y, cuanto más enraizado el árbol, más arriba se extiende. Los árboles permanecen de pie muy quietos y absorben la Energí­a de la Tierra y la Fuerza Universal de los Cielos.
Los árboles y todas las plantas tienen la capacidad de absorber la luz de las energí­as y transformarlas en alimento; de hecho, dependen de la luz para casi toda su alimentación en tanto que el agua y los minerales del suelo constituyen alrededor del 30 por 100 de su ingesta nutritiva. Tienen una vida muy larga.

El árbol, sanador y amigo
Los árboles son las plantas de la Tierra más grandes y evolucionadas en el plano espiritual. Meditan en todo momento y la energí­a sutil es su lenguaje natural. A medida que su dominio de este lenguaje aumente, podrá comenzar a entablar una relación con ellos. Le ayudarán a abrir los canales de energí­a y a cultivar la calma, la presencia y la vitalidad. Usted, a su vez, puede ayudarles con sus bloqueos y zonas debilitadas. Es una  relación mutuamente beneficiosa que precisa ser cultivada.

Elección de un árbol con el que trabajar
A lo largo de la historia, los seres humanos usaron todas las partes del árbol como remedio para curar. Los mejores árboles para sanar son los grandes, en especial los pinos. Los pinos irradian energí­a Chi, nutren la sangre, fortalecen los sistemas nerviosos y contribuyen a prolongar la vida. Tambiíén alimentan el alma y el espí­ritu. Los pinos son los “írboles Inmortales”. La poesí­a y la pintura china antiguas están llenas de admiración por los pinos.
Si bien los pinos son a menudo la mejor elección, se pueden usar muchos otros árboles o plantas. Los aids grandes son los que contienen más energí­a. Entre los más poderosos se encuentran los árboles que crecen junto al agua corriente. Algunos son más cálidos o frí­os que otros. Practique distinguir las diversas propiedades de los diferentes árboles.

Los cipreses y los cedros reducen el calor y nutren la energí­a Yin.
Los sauces ayudan a eliminar los vientos malsanos, a liberar la humedad excesiva del cuerpo, a reducir la alta tensión sanguí­nea y a fortalecer el aparato urinario y la vejiga.
Los olmos tranquilizan la mente y fortalecen el estómago.
Los arces persiguen a los vientos malsanos y ayudan a mitigar el dolor.
Las acacias blancas ayudan a eliminar el calor interno y a equilibrar la temperatura del corazón.
Las higueras de Bengala limpian el corazón y ayudan a eliminar la humedad del cuerpo.
Los canelos eliminan el frí­o del corazón y del abdomen.
Los abetos ayudan a eliminar cardenales, a reducir la hinchazón y a curar los huesos rotos mas rápido.
Los espinos ayudan en la digestión, fortalecen los intestinos y reducen la tensión sanguí­nea.
Los abedules ayudan a eliminar el calor y la humedad del cuerpo y a desintoxicarlo.
Los ciruelos nutren el bazo, el estórnago, el páncreas y tranquilizan la mente.
Las higueras eliminan el exceso de calor del cuerpo, aumentan la saliva, nutren el bazo y ayudan a detener la diarrea.
Los ginkgos ayudan a fortalecer la vejiga y alivian los problemas urinarios de las mujeres.
No es necesario internarse demasiado en el bosque para buscar un árbol apropiado con el que trabajar. Los árboles que están acostumbrados a tener personas alrededor comprenden nuestra energí­a y en realidad son más accesibles y amigables que los que están lejos en el bosque. Los parques de las ciudades y los patios suburbanos están llenos de árboles poderosos y accesibles, a quienes les encantarí­a tener relaciones más cercanas con los humanos que dominan su medio.
Existe un determinado lí­mite de tamaño de los árboles más accesibles a los seres humanos. Si el árbol es demasiado pequeño, no tiene la suficiente energí­a para impresionarle. Si es demasiado grande, el problema es el contrario, es decir quo precisara más tiempo para que le interesen los árboles grandes. Como fuente de energí­a sanadora, lo mejor es elegir un árbol grande y robusto dentro de la escala de tamaños accesibles. Para la interacción con humor, lo conveniente es escoger un árbol entre pequeño y mediano. Si bien no es necesario trepar al árbol para establecer una relación, así­ se abre de veras un mundo completamente nuevo. Trepe con suavidad y cuidado para no dañarlo.
c. Establecer comunión con un árbol
Existen determinados míétodos para acercarse, interactuar y alejarse de un árbol. Siguiendo unos pasos especí­ficos puede crear un rito de comunión en silencio que tanto usted como el árbol puedan comprender y asi aumentar el potencial de la interacción armoniosa. Los pasos provienen de la observación del curso natural de los acontecimientos en la comunión de la energí­a sutil y valen para la comunión con casi cualquier cosa: árbol, roca, ser humano o animal, si vieras los siguientes pasos corresponden especí­ficamente a los árboles.

En primer lugar, cada árbol, al igual que cada persona, tiene una personalidad, anhelos y vida propia. Los árboles difieren ampliamente en su gusto por el contacto humano. Algunos son muy generosos y quieren dar toda la energí­a que absorben. Otros son díébiles o están enfermos y precisan su energí­a reparadora. Algunos son simplemente almas amigables que disfrutan de la compañí­a del hombre. Otros son bastante indiferentes a los hombres. Puede aprender y crecer trabajando con todos ellos. Intente ser abierto y respetuoso en lugar de presionarlos para que sirvan a sus propósitos. De esta manera, los árboles le proporcionaran algo más que otra fuente de energí­a Chi: amistad, expresión humorí­stica y amor.
Los árboles aculan en una escala temporal más extensa que los seres humanos. Puede contribuir a cerrar esta brecha regresando una y otra vez al mismo árbol para que se establezca una relación. Visí­telo en forma periódica para que el árbol sepa cuando ira y pueda esperarlo. Es probable que perciba con toda claridad que el árbol realmente lo extraña cuando desaparece durante un tiempo más prolongado que el habitual.
La comunión espiritual con los árboles, de todas las actividades humanas, es la que mas se asemeja a la unión sexual. Como tal, deberí­a haber un toque de sensualidad y de ternura. No siempre tiene que manejar la situación. Permí­tase relajarse y fundirse en la comunión. Deje que el árbol lo conduzca hacia las maravillas de su vida interior. Trabajar con árboles de este modo puede ayudar a descargar la frustración sexual. Es probable que descubra que algunas de las practicas presentadas aquí­ se pueden adaptar fácilmente para usar en el acto sexual.

a. Absorba energí­a Chi Yin con las palmas para compensar la energí­a Yang (Figura 2.29)



El mejor momento del dí­a para practicar con un árbol es durante la mañana hasta el mediodí­a.

Asuma una postura. Póngase de pie o siíéntese dos o tres metros delante del árbol.
Abrase a un árbol. Relájese y cíéntrese. Sienta como sus lí­mites se desdibujan. Permí­tase ser mas perceptivo y de alguna manera vulnerable, preparado para comunicarse con el árbol. Sienta cómo su campo energíético se abre como una flor sin emitir ni absorber energí­a, solo se abre y está disponible (Figura 2.30)




De la bienvenida. Extienda los brazos y exponga la palma de las manos al árbol. Extienda su energí­a hacia el árbol en actitud amistosa de “ofrenda”. Cuando el árbol responda extendiendo su energí­a hacia usted, acíéptela, inspire para llevarla dentro del cuerpo con una actitud de “bienvenida”. Use la mente y los ojos de la siguiente manera: Con la parte inferior de los ojos, concíéntrese en la punta de la nariz. Con la parte superior de los ojos, mire las palmas y el árbol.
Deje que su intuición lo guí­e mientras responde otra vez al árbol con otro gesto de “ofrenda”. Realice varios de estos intercambios. Tómese el tiempo y sienta lo que sucede.
Absorba la energí­a Chi con la palma izquierda, la mente y la parte superior de los ojos.

Lectura Paralela. Permanezca centrado en sí­ mismo, sin aproximarse ni retroceder, y observe la relación sutil que hay entre el árbol y usted. Use la concentración contemplativa para abstraerse en su conexión con el árbol sin intentar de manera activa cambiar o analizar lo que ocurre. No intente profundi­zar ni disminuir la comunión. Controle la propia energí­a y observe el árbol mientras este controla su energí­a y lo observa. Esto se conoce como Lectura Paralela. Este estado neutral puede producirse varias veces durante una sesión en niveles de intimidad profundos y no tantos.
Atraerse y mantenerse unidos. Deje que el campo energíético entre el árbol y usted se intensifique, se espese y contraiga para acercarlos y mantenerlos unidos. Puede que haya movimiento fí­sico o no. La sensación es que los dos se envuelven en un capullo de energí­a a la vez que exponen sus corazones cada vez más al otro. Por íšltimo, se estrechan en un abrazo.
Este acercamiento a menudo sucede de manera espontánea a medida que la ofrenda y la bienvenida se intensifican hasta convertirse en circular y compartir o a medida que este circular y compartir se profundizan cada vez mas.
Como con todas las prácticas del Tao Sanador, es necesario que entrene la vista y la mente para mover y guiar la energí­a Chi. Esto le ayudará tambiíén a ejercitarse para reconocer y ser consciente de la calidad de la energí­a del árbol. Sienta la energí­a del árbol cuando entra en el cuerpo. Cuando la enví­a al árbol, combí­nela con la Energí­a del Plano Humano (Partí­cula Cósmica). Sienta como ha mejorado la energí­a que regresa a usted desde el árbol: es fresca y sanadora. Observe asimismo como la calidad de la energí­a cambia despuíés de nueve, 18, 24 y 36 ciclos.
Mueva la parte superior de los ojos para guiar la energí­a Chi lentamente por el interior (lado Yin) del brazo izquierdo para hacerla subir por hombro izquierdo, el lado izquierdo del cuello, la oreja izquierda hasta la coronilla. Desde aquí­, haga descender la energí­a Chi por el lado derecho a la parte posterior de la oreja derecha, el lado derecho del cuello, el hombro derecho, el interior del brazo derecho hasta la palma de la mano derecha. Proyecte la energí­a Chi hacia afuera, hágala entrar en el tronco del árbol. Absórbala una vez más en un circulo (el Circulo Energíético Yin): 36 ciclos para los hombres y 24 ciclos para las mujeres.

Extiíéndase a un nivel más profundo. Ahora comience a intercambiar energí­a con el árbol en un nivel más profundo. Compartir con el árbol en un nivel más profundo significa comunicar una parte determinada de su cuerpo con una parte determinada del cuerpo del árbol y respirar la energí­a de uno a otro. Hacer circular significa ahora guiar la energí­a por un conducto que pasa por ambos cuerpos y regresa a su punto de partida. Puede guiar la energí­a Chi como en el punto anterior. Finalmente descubrirá que hay varios esquemas diferentes posibles.
8) Inspirar y retener para no terminar en forma brusca. Inspirar y retener es muy importante pues así­ evita absorber más energí­a del árbol de la que puede usar sin llegar al desequilibrio. Tambiíén evita drenar demasiada energí­a de un árbol pequeño o díébil o dejar demasiada de su energí­a negativa sin procesar en ese árbol. Además, sella las conexiones que hizo con el árbol para que la energí­a no se escape al aire una vez que se haya ido. Todo esto contribuye a una meditación estíéticamente completa y demuestra respeto por el árbol. Cuando sienta que ya es suficiente y quiera comenzar a regresar al estado de conciencia normal o a un nivel de comunión menos profundo, intente hacerlo de manera lenta y gradual para no alterar la belleza de lo que ha compartido. Sentirá que poco a poco regresa a usted mismo, puede separar la energí­a que le pertenece de la energí­a del alto y establecer nuevamente el lí­mite entre los dos.
Cabe advertir a esta altura que si despuíés de haber sanado siente todaví­a mucha energí­a en las manos, cierre el punto de la coronilla para sellarlo a fin de que su energí­a sanadora no siga fluyendo hacia afuera.
A los árboles les gusta mucho la comunicación con el hombre y es probable que deba esperar mucho tiempo hasta que el árbol le diga que se vaya.

Debe desviar la atención poco a poco del contacto con el árbol y concentrarse mas en su persona.
Al hacerlo, mucha de la energí­a compartida entrará en su cuerpo, entonces “empuje hacia atrás” la corriente de energí­a del árbol para evitar que entre, a la vez que permite que su energí­a humana regrese.
Luego, cuando sus polaridades se inviertan, deje que la energí­a del árbol regrese a el pero mantenga su energí­a consciente dentro del cuerpo.
Despuíés de algunos intercambios, el árbol comprenderá su intención y comenzará a cooperar. En unos pocos minutos habrá regresado por completo a su cuerpo y estará preparado para el cierre.
Para librarse de un esquema de circulación poderoso, concentre la atención poco a poco en la región umbilical, el lugar donde finalizar la meditación. A medida que la energí­a se acumula allí­, deje que cualquier exceso de energí­a fluya dentro del árbol.
Si el árbol intenta proporcionarle energí­a desde otro punto, rechace este flujo de la manera descrita mas atrás.
A la larga el esquema cesara y podrá compartir la energí­a con el árbol en el punto escogido. Ahora puede separar la energí­a que le pertenece de la del árbol, para finalizar la retirada.

Cuando la comunión con el árbol es muy intensa, es probable que deba “alejarse demasiado lejos” para retirarse de una sola vez. En cambio, despuíés de inspirar y retener en forma parcial, continúe haciendo circular y compartiendo pero de modo no tan intenso. Poco a poco, despuíés de repetir varias veces estos pasos, volverá por completo a usted mismo.

Cierre. Siempre termine con un cierre. El cierre es un gesto preciso y de alguna manera abrupto que rompe la conexión, asegura cualquier curación que se haya realizado e imparte un sentimiento de buena voluntad, todo esto en uno o dos segundos. El cierre puede ser un movimiento, un sonido o simplemen­te un cambio en el campo de energí­a sutil, como aplaudir con las manos o asentir con la cabeza. Un movimiento suave del purio en arco hacia arriba que termina con un leve puñetazo hacia abajo es muy eficaz. Los sonidos “Ah” y “Amen” que se utilizan para terminar las plegarias tambiíén son ejemplos de gestos de cierre, como darse la mano con fuerza o un pequeño apretón al final de un abrazo. Además de estos gestos de cierre, despí­dase con la mano o dele un beso rápido al tronco para terminar el cierre.
Las secciones 7), 8) y 9) se usan para intensificar, aligerar y terminar los ejercicios que se explican a continuación y se pueden usar en cualquier momento para terminar la comunicación con el árbol escogido.
b. Absorba la energí­a Yang con los dedos
para compensar la energí­a Yin (Figura 2.29)





Póngase de pie a unos dos o tres metros delante del árbol. Acíérquese al árbol lenta y suavemente. Sienta como el campo energíético  que lo rodea se vuelve espeso como la miel.
Estire los brazos hacia el árbol con las Palmas mirando hacia el tronco y los dedos extendidos.
Mientras se acomoda lentamente para estar más cerca del árbol, menos “miel” lo separa de las energí­as brillantes que se encuentran en su corazón.
De igual modo, su resplandor se revela al árbol.
Al mismo tiempo, la energí­a parecida a la miel que lo rodea actúa como
Cuando llega al árbol y lo envuelve en un gran abrazo, las energí­as radiantes de ambos se unen y es probable que durante unos instantes se pierda en la dicha de la unión.
Despuíés de establecer contacto de este modo, tal vez sea preciso que se quede quieto durante un rato hasta que las otras conexiones más profundas entre usted y el árbol se estabilicen y simplifiquen. Pronto se encontrara en el estado de lectura paralela descrito anteriormente, a partir del cual tiara circular y compartirá la energí­a.
Sienta primero la energí­a del árbol. Cuando sienta la energí­a Chi del árbol, concíéntrese en la punta de la nariz con la mente, la vista y la parte inferior
de los ojos. La parte superior de los ojos miran hacia las yemas de los dedos y el árbol.

Absorba la energí­a Chi con los dedos de la mano izquierda, la mente y la parte superior de los ojos.
Mueva poco a poco la parte superior de los ojos para guiar la energí­a Chi hacia arriba por el exterior (lado Yang) del brazo izquierdo, el hombro izquierdo, el lado izquierdo del cuello, la oreja izquierda y la coronilla. Lleve la energí­a hacia abajo por el lado derecho comenzando por la parte posterior de la oreja derecha, el lado derecho del cuello, el hombro derecho y el exterior del brazo derecho hasta la palma y los dedos de la mano derecha. Proyecte la energí­a hacia afuera desde los dedos, combí­nela con la Energí­a de la Partí­cula Cósmica y guí­ela dentro del tronco. Absórbala otra vez en un circulo. Los hombres repiten el ciclo 36 veces; las mujeres, 24 veces (Vease Figura 2.30).








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Re: EL íRBOL Y EL SANADOR
« Respuesta #1 en: Mayo 16, 2014, 07:33:42 pm »
Si desea terminar la experiencia en este momento despuíés, siga las instrucciones de la sección a), puntos 7), 8) y 9) para intensificar, aligerar y romper por Ultimo su conexión con el árbol.
El Cí­rculo de Energí­a Yang le ayudará a volverse más sensible al dolor agudo y más superficial, así­ como a la energí­a de los í“rganos Yang (intestinos delgado y grueso, vesí­cula biliar, vejiga y estomago).
c. Absorba la energí­a Chi del árbol con las palmas; el lado Yin

Siíéntese o póngase de pie a unos dos o tres metros delante de un árbol.
Extienda los brazos hacia el árbol con las palmas mirando el tronco (Figura 2.31).



Sienta primero la energí­a del árbol. Cuando sienta la energí­a Chi del árbol, absórbala con la mente, los ojos y las palmas por medio de estas íšltimas. Lleve la energí­a Chi hacia arriba por el interior (los lados Yin) de ambos brazos hacia los hombros, ambos lados del cuello, las orejas izquierda y derecha y la coronilla. Desde la coronilla lleve la energí­a hacia abajo por el Canal Funcional hasta la mitad de la ceja, la garganta, el corazón, el plexo solar, el ombligo y el caldero detrás del ombligo.
Siga llevando la energí­a hacia abajo desde el caldero hasta el perineo, las plantas de los pies y luego aproximadamente hacia tres metros dentro del suelo.
Lleve la energí­a hacia arriba hasta las raí­ces del árbol, luego dentro del tronco. Sienta como su energí­a fluye por el árbol, luego emerge del tronco y entra en su palma. Repita el ciclo nueve, 18, 24 6 36 veces.
Practique enviar su energí­a por el tronco desde la palma de la mano derecha, a travíés del árbol, a la palma de la mano izquierda y desde la palma izquierda, a travíés del árbol, a la palma derecha. Los hombres deberí­an practicar durante 36 ciclos; las mujeres durante 24. Es muy
7) Trate de distinguir las distintas partes del árbol. Comience por la parte superior del tronco. Enviíé su energí­a dentro del árbol y sienta  como reverbera. Arrodí­llese lentamente para practicar con la parte inferior del tronco. Luego practique con las raí­ces. Sienta e intercambie la fuerza con el árbol.
d. Absorba la energí­a Chi del árbol por la coronilla

Póngase de pie a unos dos o tres metros delante de un árbol con los brazos al costado del cuerpo. Sienta el aura del árbol (Figura 2.32).




Si no la siente, puede acercarse un poco más.
Cuando sienta el aura del árbol, absorba la energí­a por la coronilla. La energí­a equilibrada del árbol es suave y tiene un efecto sanador muy poderoso.
Absorba la energí­a del árbol por la coronilla y díéjela circular hacia abajo por los Canales Impulsores o por el Canal Funcional hasta el perineo y despuíés hasta ambos pies. Exhale la energí­a por las plantas de los pies dentro de la tierra. Lleve la energí­a desde el suelo a las raices y luego hacia arriba por el tronco.
Sienta cómo absorbe la Energí­a de la Tierra y la del árbol (Figura 2.33) y corno íéstas purifican su energí­a y eliminan la energí­a malsana o negativa. Cuando sienta que brota desde el tronco, absorba la Energí­a del Plano Humano (Partí­cula Cósmica) y regrese la energí­a a la coronilla. Sentirá que las energí­as combinadas nutren el cerebro, las glándulas y los í“rganos. Repita el proceso nueve, 18 6 36 veces.



. Compartir con el árbol desde el corazón.
En este modelo, la energí­a del árbol fluye a travíés de los brazos y el centro del corazón. Puede usarlo para limpiar los brazos del sanador de la energí­a enferma que se haya acumulado durante el trabajo, o simplemente para abrir el corazón.
1) Adopte cualquier postura cómoda en la que pueda alcanzar una rama sin esforzarse.

 

Alargue un brazo hasta que pueda tocar el árbol con la palma o la punta de los dedos. Sienta la energí­a vital bajo la corteza y haga contacto con ella, dando un cierto tiempo para que el contacto se desarrolle.
Al cabo de un tiempo sentirá que comienza a compartir, como si un aura suave se transmitiera en ambas direcciones entre su mano y el árbol.
Ampliíé el proceso gradualmente hasta que se encuentre inhalando y exhalando energí­a a lo largo de todo el brazo, desde el centro de su corazón al árbol y viceversa. Permita que este flujo mutuo se prolongue por un rato.
Ahora incluya el otro brazo. Puede apoyarlo en la misma rama, cerca de la otra mano, o puede apoyarlo en otra rama.
Permita que la energí­a del árbol fluya a lo largo de un brazo, se mezcle con su propia energí­a en el centro del corazón y fluya por el otro brazo. Cada poco invierta la dirección del flujo en un brazo o en los dos.
Para una experiencia más profunda, intente extender el flujo desde el corazón hasta el ombligo, dejándolo correr desde el árbol al corazón, de allí­ al ombligo y luego retornar.
dónde va la energí­a despuíés de salir de sus manos y entrar en el árbol? Si sigue su recorrido con la mente, comenzará a descubrir algo mas respecto a la sutil anotomí­a del árbol.
Puede que descubra aíéreas bloqueadas o congestionado sobre las que puede trabajar haciendo circular la energí­a de una mano a la otra. Sienta la respuesta del árbol hacia estos esfuerzos y permita que le guie su intuición.
Absorber la Energí­a de la Tierra

Genere calor en su ombligo y lleve la energí­a hacia la coronilla.
Proyecte la energí­a Chi hacia el exterior hasta la cima del tronco del árbol. Entre en el árbol y sienta que establece una conexi6n con el.
Durante este proceso puede pararse a cierta distancia del árbol (entre tres y diez metros). A medida que progrese en esta práctica podrá proyectar su energí­a hacia el árbol con facilidad desde una distancia mayor. Permita que el árbol absorba la energí­a enferma o negativa. La energí­a que retorne a usted estará en equilibrio.
Permita que su energí­a fluya tronco abajo hasta alcanzar las raí­ces e introducirse en la tierra (Figura 2.34).



Deje que la Energí­a de la Tierra purifique su propia energí­a. Absorba esta energí­a combinada a travíés de las plantas de los pies, subiendo hasta el perineo y luego ascendiendo a travíés de los Canales Impulsores o a travíés del Canal Gobernante que corre a lo largo de la espina dorsal. Permita que la energí­a fluya hasta la coronilla y proyíéctela una vez más hacia el exterior. Repita el proceso nueve, dieciocho o treinta y seis veces.
Cuantas más veces se repita el procedimiento, tanto más se refinara o incrementara la energí­a. Notar que los Canales Impulsores y la Orbita Microcósmica se tornan más claros y brillantes. Una vez que haya establecido una buena conexi6n con el árbol, podrá enviar su energí­a enferma hacia el árbol a distancia, para refinar su propia energí­a o mejorar su estado de salud.
Meditar mientras se esta sentado bajo un árbol
Una vez que haya desarrollado su capacidad de sentir la energí­a Chi del árbol, podrá sentarse bajo el árbol a meditar. Absorba la energí­a del árbol a travíés de las estaciones (puntos) de la Orbita Microcósmica (Figura 2.35)


Todo lo escrito aquí­ sobre el Tao está extraí­do de los libros de Mantak Chia y Maneewan Chia