INICIO FOROS ÍNDICES DIVISAS MATERIAS PRIMAS CALENDARIO ECONÓMICO

Autor Tema: LA ENERGIA EN LAS OCTAVAS LEY DE SIETE  (Leído 501 veces)

Scientia

  • Administrador
  • Excelente participación
  • ***
  • Mensajes: 37.976
  • Karma: +0/-1
  • Sexo: Femenino
LA ENERGIA EN LAS OCTAVAS LEY DE SIETE
« en: Junio 09, 2014, 09:15:22 pm »

http://eneagramacuartocamino.wordpress.com/2013/10/11/la-energia-en-las-octavas-ley-de-siete/


LA ENERGIA EN LAS OCTAVAS LEY DE SIETE

Todo en el universo evoluciona o involuciona en un incesante movimiento

de energí­a. Según Gurdjieff las leyes que subyacen a este

proceso universal de trasformación eran conocidas por la ciencia antigua,

que asignaba al hombre su lugar apropiado en el orden cósmico.

En nuestra vida nunca llegamos a realizar lo que verdaderamente tenemos

la intención de hacer Todos nuestros movimientos y nuestras acciones

están sujetos a la Ley de Siete. Comienzan en una dirección, pero

no pueden pasar el intervalo en la octava. Vamos hasta la nota «mi» y

regresamos al «do». Para ir más lejos hace falta una fuerza adicional desde

dentro y desde fuera. Actualmente, es la cabeza, el pensamiento, el

que está tocado por el trabajo. Al cuerpo y al sentimiento le es indiferente

y no reconocen ninguna exigencia mientras estíén contentos. Viven en el

momento mismo y su memoria es corta. Y sin embargo, el deseo de ser,

de trabajar, debe venir del sentimiento; y el poder de hacer, la «capacidad

del cuerpo. Cada una de estas partes separadas tiene una atención

diferente, cuya fuerza y duración dependen del material que hayan recibido.

La parte que ha recibido más material tiene mayor atención.

Creemos que podemos trabajar sin intensidad, pero esto no traerá

cambio alguno. Hace falta aumentar la intensidad de las vibraciones

de los centros inferiores para tener un contacto con los centros superiores.

Los centros, que vibran con una velocidad diferente, deben alcanzar

la misma velocidad. Se debe proceder, como en una octava, por

niveles; aprender a sentir la distancia entre las energí­as y que ellas sólo

pueden aproximarse a travíés de una intensificación. Lo que es necesario,

tanto en nosotros como a nuestro alrededor, es la creación de una

energia más activa que resista a las influencias de su entorno y que pueda

encontrar un lugar estable entre dos corrientes de diferente nivel.

Hasta sin un esfuerzo consciente, el cuerpo produce una energí­a, una

materia, muy fina, el resultado final de la transformación del alimento

que Gurdjieff llamaba «si 12». í‰sta es la materia a partir de la cual trabaja

el sexo y es ella la que, en la unión de las materias masculina y femenina,

puede desarrollarse independientemente como un nuevo organismo.

Pero puede tambiíén formar parte de una nueva octava dentro del cuerpo.

Cuando todas sus cíélulas están penetradas de esa materia, produce una

cristalización, la formación de un segundo cuerpo. La ví­a del hombre

ladino —el camino acelerado de eso que Gurdjieff llamaba «haida

yoga»— incluye el empleo de la energia «si 12» con el fin de producir

el contacto entre los diferentes centros y la edificación de los cuerpos

superiores. Gurdjieff nunca habló de manera explí­cita sobre este delicado

trabajo, no dio ninguna indicación, pero hay una clave a ser encontrada.

Por ejemplo, esa fricción en nosotros, ese conflicto que se requiere para

producir la sustancia necesaria para nuestro «Yo», es idíéntica a lo que

sucede exteriormente entre la fuerza masculina y la fuerza femenina en

acción. El poder de «si 12» es evidente en la experiencia de la unión sexual,

que para la mayor parte de las personas es la única experiencia

que permite la apertura a un estado de unidad sin esfuerzo consciente.

El ritmo de todas las funciones está sometido a esa experiencia y hay

un instante de felicidad cuando uno experimenta la ausencia del yo. Sin

embargo, con demasiada frecuencia buscamos el olvido de sí­ en esa pasión

intensa, una identificación en la cual podemos perdemos por completo.

Pero inmediatamente despuíés, el «yo» reclama sus derechos y regresamos

al cí­rculo estrecho de nuestros pensamientos y emociones

ordinarios. Sin una comprensión de las fuerzas en juego, la experiencia

no sirve a ningún propósito en la búsqueda de la conciencia.