La constructora Sacyr se ha comprometido con el grupo bancario de acreedores que encabeza el Banco Santander a colocar en bolsa antes del verano un 30% como mínimo de su filial Testa dentro de una operación que forma parte de los planes de refinanciación recientemente adoptados por la compañía que preside Manuel Manrique. Testa es la joya de la corona del grupo Sacyr, pero las entidades financieras mandan y han exigido compromisos firmes que garanticen el reembolso de los 2.276 millones del denominado ‘críédito Repsol’.
El acuerdo cerrado hace dos semanas con respaldo judicial constituye lo que se conoce como una ‘patada a seguir’ en la financiación de la citada deuda. En este caso, el plazo de vencimiento se amplía en tres años, hasta el 31 de enero de 2018, pero durante este periodo la compañía tiene que hacer frente a una serie de requisitos inexcusables que van a reducir seriamente el perímetro de sus negocios. En este marco de actuación se inscribe la consolidación de Testa en el mercado bursátil, donde la empresa inmobiliaria cuenta ahora con un escaso free-float del 0,5%.
Los bancos quieren que Sacyr ponga en valor su filial con el fin de aquilatar el value to loan que ha permitido renegociar la deuda de Sacyr. El precio de mercado de Repsol no es suficiente para equilibrar el críédito que disfruta la constructora, lo que ha obligado a tirar de las muletas que aporta la garantía colateral de Testa. La empresa inmobiliaria necesita someterse al escrutinio del mercado para que los actuales acreedores puedan asegurar la cobertura del nuevo riesgo y por eso la inminente salida a bolsa que se llevará cabo mediante una oferta doble de suscripción (OPS) y de venta (OPV) de títulos.
Sacyr tiene contratados desde hace meses a los bancos de inversión JP Morgan y Morgan Stanley como entidades colocadoras y ha avanzado las negociaciones con sus acreedores para que la colocación accionarial no suponga un quebranto de los planes de negocio de la compañía. El objetivo de la constructora es mantener a toda costa los umbrales de participación que le permita la consolidación fiscal de Testa de modo que el grupo pueda beneficiarse de un tratamiento preferente en sus relaciones con la Hacienda Pública.
A tal efecto, los requisitos legales obligan a mantener una posición mínima del 70% del capital, por lo que la venta deberá limitarse en el mejor de los escenarios a un 29,5%. El folleto continuado de la oferta pública fue presentado a la CNMV antes de las vacaciones de verano, pero entonces la operación quedó suspendida hasta la resolución definitiva del nuevo acuerdo financiero con los bancos. Una vez que la renegociación de la deuda ha sido felizmente culminada, todo hace indicar que la salida a bolsa de Testa entra ahora en la recta final para su definitiva puesta de largo en el parquíé.
Venta de acciones de Repsol
La segunda condición sine qua non contemplada en el acuerdo con los bancos acreedores se refiere al futuro de la participación del 9% Repsol que Sacyr ha intentado preservar a toda costa durante los últimos años. Manrique ha gestionado con exquisita pulcritud sus contactos con el presidente de la petrolera, Antonio Brufau, gracias tambiíén a los buenos oficios del vicepresidente de la constructora, Demetrio Carceller. Para Sacyr es fundamental mantener sus dos puestos en el consejo de administración de Repsol, un objetivo que paradójicamente es contradictorio con la mejora alcista de la petrolera en bolsa.
Cuánto mejor le vaya a la cotización de Repsol más difícil le resultará a Sacyr preservar su participación accionarial. El acuerdo con los bancos es taxativo al respecto y exige la venta gradual de los títulos de la petrolera a partir de los 19,90 euros, que es el precio al que están contabilizados en el balance de la constructora. Repsol se mueve ahora en bolsa (ver cotización) en torno a los 17 euros, por lo que todavía existe un cierto recorrido para que Sacyr se quede con el santo y la limosna, pero todo hace indicar que a la vuelta de tres años la constructora deberá pasar definitivamente la página de ese sueño imposible que acarició en su día Luis del Rivero. Sacyr se ha salvado de la quema, pero los vientos de la crisis no han pasado en balde.
Josíé Antonio Navas