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Autor Tema: Cómo recordar mejor lo que leemos...  (Leído 1670 veces)

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Cómo recordar mejor lo que leemos...
« en: Julio 21, 2015, 08:29:27 pm »
Por...  Marina Such




Todos tenemos un libro favorito, uno que hemos leí­do muchas veces y que siempre nos hace pasar un buen rato, o nos lleva a pensar, o suscita conversaciones interesantes con otras personas. Sin embargo, no siempre somos capaces de recordar exactamente algunas de las cosas que hemos leí­do en ese libro, o en un reportaje en el periódico que nos ha gustado. Leemos algo que nos interesa, pero luego tendemos a olvidar buena parte de ello.
Existen maneras de que nos acordemos mejor de lo que acabamos de leer. No hace falta que afrontemos un texto como si fuíéramos a estudiarlo para un examen, pero sí­ hay recomendaciones que podemos seguir para mejorar nuestra capacidad retentiva cuando leemos. La mayorí­a son consejos bastante sencillos y hasta de sentido común, como si dijíéramos, y no hace falta que creemos en nuestra cabeza un palacio de la memoria, como hací­a Hannibal Lecter.


Los pilares de la memoria

Las claves para que recordemos información que acabamos de recibir se basan en los tres principios de la memoria: la impresión, la asociación y la repetición. Nuestro cerebro recuerda mejor aquello que lo "impresiona", que genera en íél alguna imagen o sensación notable. Cuando leemos, se puede ayudar a que se produzca esa impresión leyendo algunos pasajes en voz alta, por ejemplo, utilizando el sonido como apoyo para la memoria.
Luis Garcí­a Carrasco, autor del libro 'El arte de la memoria', y del podcast del mismo tí­tulo, apunta entre sus consejos para memorizar que "recordamos las cosas que han causado cierta impresión en nosotros", y aboga por que usemos la imaginación para realizar asociaciones que nos faciliten acordarnos de ciertas cosas que, hasta ese momento, nos resultaban desconocidas.


Lector

La asociación hace referencia a la conexión de esa nueva información que estamos recibiendo con algo que ya sabemos de antes. La familiaridad con el tema que estamos leyendo es determinante para que nuestro cerebro retenga más o menos datos. "No es lo mismo leer sobre algo de lo que no se sabe nada, que sobre algo de lo que sí­. El cerebro retiene más información sobre algo que sí­ conocemos", apunta Enrique Castillejo, presidente del Colegio Oficial de Pedagogos y Psicopedagogos de la Comunidad Valenciana.
Nuestro cerebro recuerda mejor aquello con lo que ya está familiarizado, por lo que si leemos algo totalmente nuevo para nosotros, nos costará más retenerlo

El tercer pilar sobre el que se apoya la memoria es la repetición. Si leemos varias veces el mismo pasaje, lo más probable es que lo recordemos despuíés. Estos tres principios están tambiíén detrás de nuestra capacidad retentiva al enfrentarnos a un texto nuevo, que tenemos que convertir en más familiar y cercano a nosotros. Por eso, se suele aconsejar que nos imaginemos haciendo algunas de las cosas que se cuentan en ese texto, o que las asociemos a algo que ya conozcamos, o que subrayemos pasajes y tomemos notas.



Aprender a leer


En 1940, el filósofo estadounidense Mortimer Adler publicó 'Cómo leer un libro', todo un bestseller que explicaba cómo sacar el máximo provecho a los Grandes Libros de la historia de la humanidad, un proyecto en el que íél habí­a participado con Robert Hutchins, de la Universidad de Chicago, y que consistí­a en la elaboración de un canon de las obras más importantes de la literatura occidental. En su libro, Adler daba varios consejos para hacer una lectura crí­tica y analí­tica de los libros, y para recordar buena parte de lo que leyíéramos en ellos.


El filósofo explicaba que habí­a cuatro niveles de lectura diferentes: elemental, de inspección, analí­tico y sintópico.
Estos niveles son acumulativos, yendo de lo más general y superficial a lo más profundo

Nivel elemental: Adler lo presentaba con la pregunta ¿quíé dice el libro? Es la primera toma de contacto con íél.
Nivel de inspección: ¿De quíé trata el libro? El lector tiene que extraer toda la información posible de la superficie del libro, buscando los capí­tulos que parecen fundamentales, intentando clasificarlo a partir de su tí­tulo y su prefacio, estimando la amplitud de temáticas a travíés de su í­ndice, etc.
Nivel analí­tico: ¿Quíé significa el libro? Es una lectiura más sistemática y que implica el subrayado de algunos pasajes, la toma de notas en los márgenes, apuntes sobre los conceptos manejados en el libro y sobre su estructura.
Nivel sintópico: ¿Cómo se compara este libro con otros? Es decir, estamos ante la lectura comparada del libro. El lector utiliza sus lecturas previas para analizar la obra en cuestión buscando una terminologí­a común, definiendo los temas tratados, buscando los pasajes más relevantes. Es el nivel más activo.

En la lectura analí­tica y la sintópica es donde el lector tiene que trabajar más. En esos niveles entran en juego la toma de notas, el subrayado o cualquier otra manera de resaltar nociones que nos permita enfocar más nuestra atención sobre ellas, y despuíés, la escritura de un resumen de lo que hemos leí­do, un intento de analizar quíé querí­a contar el autor del libro.

Enrique Castillejo recomienda tambiíén eso para mejorar nuestra capacidad retentiva:
"Lo importante es no preocuparse de la velocidad de lectura, si no que cuando acabemos una unidad de contenido (que puede ser un capí­tulo), podamos apuntar un resumen de lo que acabamos de leer".


Los factores ambientales

El consejo más común, si queremos recordar mejor lo que leemos, es siempre "presta atención". La concentración en la tarea que estamos realizando, evidentemente, aumenta las posibilidades de que nuestro cerebro reciba una impresión, la asocie a algo que ya conoce, y termine recordándola con un par de repeticiones. Sin embargo, pueden existir condicionantes externos, ambientales, que favorezcan esa lectura más en profundidad, que nos ayuden a concentrarnos.

Hay bastantes recomendaciones a ese respecto, desde que cambiemos de estancia de vez en cuando para que nuestro cerebro no se acomode (y que no todos los psicólogos apoyan por completo porque no hay evidencias de que realmente funcione) a los consejos de Luis Garcí­a Carrasco, que afirma que estar relajado es tambiíén muy importante antes de ponernos a leer porque nos proporciona "mayor facilidad para memorizar y comprender lo que leemos".
En su libro, propone un truco para ayudar a concentrarnos, consistente en sentarnos en una silla en la que estemos cómodos, cerrar los ojos, respirar profundamente y prestar atención a nuestra respiración. Aunque parezca que empezamos a pensar en otra cosa, no pasa nada; nos centramos de nuevo en la respiración y nos mantenemos así­ durante unos cinco minutos, lo que nos ayudará a relajarnos y a concentrarnos mejor.
El entorno es importante para ayudarnos a adquirir esa relajación y esa concentración que nos facilitará nuestra capacidad de lectura retentiva. "Se necesita un ambiente propicio", apunta Enrique Castillejo, que añade que "la luz natural fatiga menos, se lee mejor sentado..." Tenemos que crear las condiciones ideales para ponernos a leer, aunque tambiíén hay lectores adiestrados capaces de realizar una lectura más o menos analí­tica en medio de un enorme ruido, por ejemplo, o en lugares donde pueda haber muchas distracciones.


Consejos para recordar lo que leemos

Podrí­amos decir que hay varias recomendaciones que nos pueden ayudar a que recordemos mejor lo que estamos leyendo, o lo que acabamos de leer. Sobre todo, lo que facilitarán es que prestemos atención al libro o texto que tenemos entre manos, y que no nos resulte complicado retener lo principal.
Busca un lugar tranquilo, con buena iluminación y donde puedas leer cómodamente.
No te preocupes por ser el más rápido en leer el libro; cada persona tiene una velocidad de lectura diferente para comprender lo que está leyendo.
Resalta los pasajes del texto que te interesen. Se puede hacer subrayando o, en lectores digitales, cambiando la tipografí­a de esas frases para que destaquen más sobre el resto.
Busca asociaciones de lo que estás leyendo con eventos que te hayan pasado a ti.
Toma notas de lo que te resulte más interesante, o lo que quieras recordar.
Cuando termines un capí­tulo, por ejemplo, haz un resumen de lo que acabas de leer para comprobar de cuánto te acuerdas.


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 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...