- "Papá, hoy nosotros mandamos y tu tienes que obedecer, vamos a jugar al mundo del revíés", me dijeron ayer mis hijos.
- "Bueno, entonces, no os tengo que obedecer, porque estamos en el mundo del revíés"... Les respondí yo.
Rápidamente, vimos que no cuadraba. Haga usted la prueba con sus hijos. Rara vez se puede jugar más de 5 minutos al mundo del revíés sin toparse con alguna situación muy difícil de resolver, cierto estancamiento como el de la conversación más arriba.
En el mundo de la inversión, sin embargo, parece que nos hallamos en una extraña normalidad dentro del mundo del revíés en el que nos hemos instalado. Hemos asimilado como si no pasara nada que la mayoría de los bonos de gobiernos considerados más fiables se muevan en tipos de interíés negativos.
Hemos aceptado que le prestemos dinero a 10 años a Alemania, saliíéndonos a pagar. Es decir, con el único pacto de que Alemania nos devolverá dentro de una díécada menos euros de los que le estamos dejando. Las últimas sesiones el bono alemán se ha ido a nueva zona ríécord, hasta el entorno del -0,2%.
Todavía más sangrante es el caso del bono suizo. Aquí, el bono a 10 años ronda ya niveles del -0,6%, pero es que el bono a 30 años se mueve tambiíén en nueva zona histórica, en los niveles del -0,1%. Los inversores le prestan dinero a 30 años a Suiza perdiendo dinero con la inversión.
Sólo se explica por motivos extraordinarios. Por un lado, la sensación de que el Brexit forzara a los bancos centrales a aumentar todavía más los estímulos monetarios, como explicaban esta semana desde JPMorgan AM en su grupo en Unience, la red social de inversores.
Por otro, la búsqueda total de activos refugio, la demanda de seguridad ante las múltiples incertidumbres que acechan a los inversores, entre los que en las últimas semanas ha emergido el posible rescate de la banca italiana. Movimiento que tambiíén ha impulsado al alza al oro y otros activos.
Por último, la propia especulación de los inversores respecto a estas situaciones. Los operadores en mercado ya no compran un bono del gobierno al -0,2% de rendimiento porque les parezca una inversión interesante, sino con el objetivo de venderlo al -0,3%. Y cuando desaparecen los motivos de inversión y aparece sólo los de intentar colocárselo más caro al de al lado, rara vez acaba bien la historia.
"Está claro que la burbuja de renta fija explotará, pero lo hará cuando menos se espere", avisa David Ardura, gestor de Gesconsult. "Pero nuestra recomendación al inversor de renta fija es que tenga mucha precaución con este activo, añade.
Sin embargo, la burbuja más anunciada de la historia, de la que se lleva alertando durante tanto tiempo, no sólo sigue sin venirse abajo, sino que se sigue inflando, con máximos históricos en el precio de los bonos día tras día. Una extraña normalidad. Un mundo del revíés que se ha convertido en lo habitual.
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