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Autor Tema: Los pelirrojos en la Edad Media  (Leído 624 veces)

Scientia

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Los pelirrojos en la Edad Media
« en: Octubre 02, 2018, 07:26:37 pm »
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Los pelirrojos en la Edad Media
Los pelirrojos han sufrido muchas persecuciones a lo largo de la Historia, especialmente en la Edad Media, donde eran acusados de brujos y practicantes de las artes oscuras.

By Hugo Jiménez
Los hombres y mujeres pelirrojos, es decir con una tonalidad cobriza en su cabello, es según los últimos estudios, del 4 % con respecto a la población mundial, siendo Escocia el país donde la tasa más es más alta (un 10%) seguido de Finlandia.

La aparición del fenotipo “pelirrojo” no es algo sencillo debido a que se trata de una expresión recesiva. Esto quiere decir, expresado de una forma en exceso burda, que cualquier fenotipo dominante, como el color oscuro del cabello, hace imposible que se produzca esa tonalidad rojiza, siendo necesario, por tanto, la combinación de ambos alelos recesivos para que el color cobrizo se exprese.

El color rojizo del cabello se suele asociar también a ojos claros, comúnmente verdes, en aquellas personas con dicha pigmentación. Sin embargo, la mayoría de la población pelirroja tiene los ojos pardos, siendo necesaria una expresión recesiva distinta para lograr dicho efecto. Por lo que sí es extraño encontrarnos con personas pelirrojas, el hacerlo con aquellas que además tienen ojos claros es aún más complicado. Cierto es, no obstante, que en Finlandia y en Escocia esto es más sencillo, pero explicable por el hecho de que en estas regiones abundan los alelos recesivos entre la población.


La “rareza” o poca frecuencia con la que ciertas poblaciones se han encontrado con pelirrojos es lo que ha provocado esa animadversión hacia estas personas a lo largo de la Historia. El ser humano ha rechazado con frecuencia, aquello que simplemente es “distinto” a lo común. Aún recuerdo como en el colegio mis compañeros se burlaban de una pelirroja de ojos verdes llamada Sofía, simplemente por el hecho de ser distinta, por su llamativa coloración de sus cabellos. Lo cierto es que a mí siempre me sedujo esa diferencia, pero he aquí un mero ejemplo de la razón de la manía y persecución de los pelirrojos en tiempos pasados, la diferencia.

Aquello extraño, raro, inexplicable siempre ha despertado actitudes de desprecio e incluso fobia en el ser humano. El ejemplo de los niños antes citado, lo evidencia, pues son los más sinceros con sus sentimientos, aparatados aún de ciertos convencionalismos y fachadas sociales.

En tiempos pretéritos, como en la Edad Media, época de fuertes contrastes y exceso de incultura, lo distinto era aterrador, anormal, y por ende iba contra natura, en contra de los designios divinos y por tanto, diabólico.

Los pelirrojos fueron por ello tachados de viles, fruto de uniones sucias (a menudo con súcubos e íncubos), de brujos y practicantes de las artes oscuras, siendo ejecutados en hogueras públicas en diferentes momentos y lugares.

El llamativo rojo fue identificado con el fuego, y éste con lo maligno, con el infierno. A ello debemos sumar que hubo personas que se vieron atraídas por estos hombres y mujeres, siendo aquello una “evidencia” más del poder seductor del mal.

Otro detalle añadido a esta injusticia lo encontramos en el folclore mitológico judío. El cristianismo en su origen se conformó como una secta del judaísmo, y de éste absorbió gran parte de su tradición. En ella, Lilith, la primera esposa de Adán (anterior a Eva) abandonó el Edén por propia iniciativa y se instaló junto al Mar Rojo, uniéndose allí con Asmodeo y con otros demonios, convirtiéndose así en su concubina. La tradición cristiana decidió omitir esas líneas pero siempre se tuvieron presentes en los cónclaves. He olvidado citar que Lilith se caracterizaba por ser…sí, lo habéis adivinado, una hermosa y seductora pelirroja.

Por fortuna, parece que nos hallamos en una época más civilizada, al menos en algunos aspectos, y que tales tabúes absurdos han sido desterrados. Hoy en día, lo pelirrojo incluso está de moda, cosa de la cual me alegro, pues aunque en la Edad Media me tildarían de embrujado, lo cierto es que ese color cobrizo me resulta cuanto menos, embriagador.